La crónica

Rey de la tierra, reina del milenio

  • Nadal vence a Del Potro en un durísimo partido y la Armada conquista su quinta Copa Davis desde el año 2000. El balear empezó un tanto frío, pero pronto recuperó su nivel habitual para ganar 1-6, 6-4, 6-1 y 7-6 (7-0).

Gloria a Nadal, gloria al tenis español. Gloria y más gloria a un país que desde que arrancó el milenio cabalga de alegría en alegría. Da igual que sea con un balón en los pies, tirando a canasta, con un volante o un manillar en las manos. Y con una raqueta, para qué hablar. Porque es en el tenis donde mora el ídolo entre ídolos, acaso el mejor deportista español de todos los tiempos, un chico sencillo a pesar de que su palmarés, a sus 25 años, impone. Ayer, Rafa Nadal hizo lo que más le gusta, sumergirse en un mar de gozo rojigualda. Con su victoria ante Juan Martín del Potro, España conquistaba otra Copa Davis.

 

Y ya son cinco, nada menos que cinco, las Ensaladeras ganadas por el tenis español en apenas once años. Por si alguien dudaba de quiénes son los reyes del planeta tenis durante el segundo milenio...

 

¿Cómo iba a fallar Nadal ayer? ¿Quién lo pensaba? Quizá Del Potro empezó a creérselo al término de la primera manga, insólita por el bloqueo del número 2 del mundo. Nadal no compareció en esa manga inicial. Y eso que abrió el partido con un break. Pero falló una dejada por mucho en el primer punto de ruptura que disfrutó el argentino, y tras ese 1-1, el bombardero de Tandil se hizo el dueño de la pista. Hasta tres veces quebró el servicio del número 2 del mundo.

 

El público español se quedó mudo, sin reaccionar. No creía lo que veía. A Nadal se le encogió el brazo, sus bolas se quedaban a media pista, a merced de la demoledora derecha de su rival, que sacó de la pista al español con sus potentes y ajustados golpes planos. Casi siempre atacaba la bola Nadal a metro o metro y medio de la línea. Defendiéndose como podía. Y cuando Del Potro se animaba a subir a la red, el balear no soltaba ni uno solo de sus letales passings paralelos o cruzados, los que lo han llevado a la cima del tenis.

 

Hasta la suerte sonreía a Del Potro en esa manga inicial: media docena de veces golpeó la bola en la cinta y siempre cayó a la zona del español. Cuando era Nadal quien ajustaba demasiado su golpeo y rebotaba en la cinta, la bola no pasaba. Suerte, sí, pero también la fuerza del golpeo de uno y otro tendría algo que ver...

 

Una hora y un minuto duró el 6-1, un tiempo impropio de este tanteador y que bien refleja lo disputados que fueron los puntos y los juegos. Pero al final, casi siempre salía triunfador Del Potro, que también cruzó con mucho acierto y clase su revés a dos manos.

 

Y la noche se hizo día para el público español en el segundo juego del segundo set. Ya había logrado su break Del Potro, quien con su servicio y 40-0 se disponía a cerrar el 2-0. Y por fin compareció el héroe español, que encadenó cuatro puntos seguidos y aprovechó su primera ventaja para igualar 1-1. Al fin gritó su célebre "¡Vamos!". Al fin resonó como debía el "¡A por ellos!" para acallar el "¡Vamos, vamos, Argentina...!" que la barra quilombera impuso como son predominante en los albores del partido. 

 

De repente, Nadal empezó a ajustar sus paralelos a las esquinas. Si antes se le iban las bolas al pasillo, ahora obligaba a Del Potro a defenderse y, finalmente, entregar el punto. Así, Nadal empezó a ensartar juegos en blanco cuando servía. En la grada emergió la ola, el disfrute ya era pleno.

 

Con 4-3 a su favor, Nadal dispuso de una pelota de ruptura que desaprovechó. Pero no lo hizo con 5-4 en su primera ocasión para cerrar la manga. Lo hizo, cómo no, con una derecha paralela que facilitó un smash a placer cuando la devolvió Del Potro. 

 

El escenario ya era el lógico, el que tantas veces se ha visto cuando a un lado de la pista está el auténtico rey de la tierra batida. Nadal se puso 3-0 en un suspiro, aupado por un saque más eficaz por variado. La bola ya le cogía efecto, su top spin cortaba el ritmo del gigante argentino y los puntos duraban más. Y ya se sabe: a más rallies, más Nadal, que volvió a romper el saque de Del Potro en el sexto juego (5-1) y abrochó el parcial, cómo no, con otro juego en blanco.

 

Nadal era un huracán desatado... pero la Copa Davis es muy especial. El público también juega. Y con 2-0 a favor del español en el cuarto set, llegó un momento que pudo dar otro súbito giro a esta crónica. La afición argentina cruzó el límite de la deportividad con sus malintencionados gritos, la grada local reaccionó y a Del Potro le dio tiempo a tomar aire y confianza. Igualó a dos juegos y también se volvió a equilibrar el tenis de uno y otro. 

 

Nadal perdió seguridad y a Del Potro le resultó su táctica de buscar winners tan pronto como pudiera. Hasta ocho rupturas hubo, cuatro de cada lado, lo que elevó los decibelios de la grada como sólo lo hacen los grandes partidos de Copa Davis. Y éste lo era. Si rugía el sector albiceleste -el juez tuvo que imponer un warning a los argentinos cuando Nadal se disponía a igualar a cinco-, más lo hacían los más de 20.000 españoles. José Luis Escañuela, el presidente de la RFET, no resistía más en el palco junto al Rey Juan Carlos y saltaba con espontaneidad a cada punto que ganaba España.

 

Tras rebotar la bola en la cinta, Nadal se puso 6-5 y servía para ganar la final. Pero Del Potro, dignísimo rival, duro como un pedernal, aprovechó su segunda bola de break para forzar la muerte súbita. Ahí se rindió el bravo jugador sudamericano. Nadal encadenó siete puntos y el público español estalló de gozo. Pocos dudaban de que Nadal ganaría, pero Del Potro adobó el partido con su tenis del mejor. Así el triunfo supo mejor, mucho mejor. A pura gloria.   

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