Frutas y hortalizas

La huerta 'low cost'

  • Los agricultores se quejan de que la distribución hace su agosto en Almería y critican a las comercializadoras por utilizar poco la retirada de productos pese a la fuerte crisis de precios.

El "barato, barato" se ha instalado en la huerta andaluza y sobre todo en Almería, que copa más del 80% del hortícola andaluz y del 60% nacional. Las grandes distribuidoras europeas vienen al sudeste español a comprar a bajo precio. Aprovechan la sobre oferta que ha provocado el veto ruso y el clima demasiado templado de este invierno y presionan a la baja a cientos de comercializadoras, que son incapaces de unirse y enfrentarse a "los cuatro grandes". Los mecanismos de gestión de mercado ofertados por la UE para hacer frente a esta situación se han demostrado bastante inútiles: la cifra de productos que se han llevado a retirada es desalentadora.

Andrés Góngora, responsable sectorial de COAG, asegura que las cadenas de distribución ven en la producción del sudeste español un territorio low cost. "Somos como los chinos para la ferretería. Vendemos el tomate más barato que nadie".

Un informe de la CE confirma esta percepción: "De media, entre los años 2012-2015, los tomates españoles se vendieron -según este informe- a 66 céntimos por kilo (precio salida de almacén) frente a los 85 céntimos de Italia, los 87 de Holanda y los 1,26 euros de Francia". Estos datos, que Asaja Almería califica de "demoledores", demuestran, según la organización agraria, un hecho que se había venido advirtiendo "sin que el sector comercializador hiciera caso de ello": la caída en el precio en origen del tomate desde hace cuatro campañas. "En la cosecha 2012-2013 el precio medio fue de 54 céntimos por kilo, en la campaña 2013-2014 fue de 41 céntimos, y aunque hubo un repunte la pasada campaña este año vuelve a caer y hasta la fecha ronda los 41 céntimos por kilo, siendo en el caso de algunas variedades de tomate incluso inferior a esta cifra, lo que supone que en estos cuatro años el precio ha caído un 22%, y ha obtenido en el principal momento productivo el precio más bajo de las últimas cuatro campañas", se afirma desde Asaja.

En este sentido, en Asaja opinan que los datos "deberían hacer reflexionar sobre la actual política de ventas del sector en Almería, ya que mientras que el conjunto de la UE trabaja y oferta su producto a mayor precio que otros países competidores, Almería oferta y compite con otras zonas productoras, especialmente con países extracomunitarios, bajando sus precios en lugar de apostar por diferenciarse mediante un mayor valor añadido de sus producciones hortícolas, o de apostar por producciones más modernas". Y es que, según dicen, "tendemos a producir más volumen y con variedades de poca diferenciación, compitiendo sólo en precio a pesar de la buena calidad y la seguridad alimentaria que caracterizan nuestro modelo".

Esta falta de firmeza en los precios de las comercializadoras almerienses es muy criticada por las organizaciones agrarias, que intentan hacerse fuertes actuando de forma conjunta. La crisis para los agricultores es tal que COAG y Asaja prácticamente están actuando de la mano para presionar a las comercializadoras para que se unan y se hagan fuertes en los precios o que se lleve mucho más producto a retirada -aunque los precios no compensen- para hacer fuerza ante los compradores.

Góngora ponía un ejemplo de la debilidad de las comercializadoras en Almería: "Marruecos se ha hecho fuerte en los precios de las sandías y no los vende por debajo de 70 céntimos y aquí ya los están vendiendo a 60 céntimos".

El representante de COAG echa buena parte de la responsabilidad de esta "situación crítica" del sector hortícola a las comercializadoras que -según dice- "tienen una guerra interna" y "compiten entre ellas por el cliente". Asegura incluso que "no se atreven a llevar productos a retirada por miedo a represalias de esas distribuidoras y que los pongan en la lista negra".

Manuel Galdeano, presidente de Murgiverde -cooperativa de segundo grado que comercializa 150 millones de kilos de hortalizas- y de la Asociación de Organizaciones de Productores de Frutas y Hortalizas de Almería (Coexphal) niega que no se estén llevando productor a retirada por miedo a represalias ni nada de eso. Dice que, sencillamente, "si se puede vender un producto a 20 céntimos -aunque sea muy poco- es mejor que retirarlo a 10 céntimos". Incluso asegura que a veces es mejor "tirarlo a vertedero", como dice que se ha hecho este año con los pepinos. En su opinión el problema de los bajos precios es que "está produciendo toda Europa y el mercado funciona así -con la oferta y la demanda- y hay mucha oferta".

Sin embargo, sí está de acuerdo en que el problema principal radica en la concentración de la distribución frente a la dispersión de la oferta, con cientos de comercializadoras: "No somos capaces de ponernos de acuerdo y siempre hay alguien que deja el precio caer".

Para Ángel López, coordinador sectorial de Asaja Almería, en esta crisis aguda que los productos hortícolas están viviendo hay dos factores fundamentales: una sobreoferta en el mercado y un fallo en la aplicación de los mecanismos de regulación de mercado de la CE que, en su opinión, -que coincide con la de COAG- sencillamente "no se están aprovechando".

Respecto a la sobreoferta, López explica que el 50% de la producción se destina a la exportación y el mercado europeo está muy sobrealimentado debido al veto ruso que este año se ha ampliado a Turquía, con lo que los productos turcos también se destinan a la UE. A esto se suma -en su opinión- la debilidad de las comercializadoras, que actúan cada una por su cuenta y sufren grandes presiones a la baja.

En cuanto a los mecanismos de regulación de mercado establecidos para compensar a los productores por los efectos del veto ruso, la opinión del portavoz de Asaja coincide con la del representante de COAG en lo principal: "No se están aprovechando". López reconoce que los precios de esa retirada no incentivan hacerlo, pero el problema, en su opinión, no es tanto el precio, como que no hay coordinación entre las comercializadoras y organizaciones de productores para hacer una "retirada estratégica y coordinada" que presione los precios al alza.

Según datos de Asaja, desde el 8 de agosto al 11 de abril, se han llevado a retirada en Andalucía 10 millones de kilos del cupo de 23 que tiene España, en donde, en total, sólo se han retirado 15 millones de kilos. Desde COAG, además, denuncian "oscurantismo" en los datos de los productos llevados a retirada porque no se dice ni quién los ha llevado ni el destino que se ha dado a cada partida y ello pese a que mucho va a bancos de alimentos y ONG.

Otro dato importante es que no todos los productos se pueden llevar a retirada. Por ejemplo, el calabacín y la berenjena no están en la lista de la CE. Y tampoco todo el mundo puede llevar sus productos a retirada: los agricultores que no estén en una organización de productores no pueden hacerlo o si lo hacen -con un trámite complicado- el precio que perciben es aún menor.

Por ejemplo, Bartolomé Barranco, agricultor de Almería que produce pimientos y calabacines en su explotación, no está en una organización de productores, por lo que tiene cerrado ese camino y asegura que como él están el 50% de los agricultores. Critica que la senda de la retirada "está más pensada para cooperativas que para los demás". Respecto a que los precios de la retirada sean bajos, cree que "no hay que pensar que nos van a pagar con estas medidas lo que cuestan las producciones; hay que pensar en dar un toque a la distribución porque no es que sobre productos (eso no es cierto, ya que se vende todo), lo que pasa es que se vende barato". Y así, las cosas, dice que lo que le queda, tras varias campañas de bajos precios y esta última ruinosa, es "seguir trabajando, pedir préstamos y esperar que haya un mes de remontada que te deje recuperar algo".

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