Ángel Díaz. Coordinador nacional del sector apícola de COAG

"La mortandad de las abejas no es un problema de los apicultores, sino de toda la sociedad"

  • El sector apícola cobra importancia, sin polinización no hay alimentos El sevillano Ángel Díaz lo explica.

-¿Es tan preocupante como se está diciendo el futuro de la apicultura?

-Vengo de la provincia de Sevilla y soy apicultor profesional, mi mujer y mis dos hijas trabajan en la explotación que se mueve entre el Bajo Guadalquivir y la serranía de Ronda, aunque ahora vivir de la apicultura no es fácil porque la mortandad de las abejas es muy alta. La ayuda que recibíamos de la Unión Europea se nos ha acabado hasta 2015. Así que ahora estamos al pairo del mercado, que no suele ser bueno con esta competencia desleal.

-Se quejan desde hace años sobre todo de las importaciones chinas.

-Un país como China nos hace competencia con trabajadores esclavos en la explotaciones. Pero no se trata ya de las condiciones sociales, es que si al menos la producción fuera similar a la nuestra; pero hablamos de miles de colmenas adulteradas con diferentes jarabes y azúcares de calidad muy dudosa, y además contaminadas con antibióticos. COAG ha denunciado esto bastantes veces y está claro que no nos hemos inventado nada, porque la Unión Europea ya ha cerrado la frontera a la miel china y a otras producciones alimentarias. También hubo escándalo con el pollo y las gambas. Después de un tiempo se volvieron a abrir las fronteras.

-Qué importancia tiene la apicultura en la agricultura andaluza?

-Andalucía es la mayor región de la Unión Europea en número de colmenas, 525.000, y España tiene 2,5 millones de colmenas. En Andalucía tenemos una zona muy improtante, la de mayor número de colmenas, que es Almería, pero que no destina su producción prioritariamente a la miel, sino a la polinización en el melón, calabaza y otros cultivos. Además, está la producción de polen, más centrada en las provincias de Huelva y Jaén. Y por supuesto se produce miel.

-¿Qué problemas más acuciantes tiene el sector?

-Ahora mismo estamos pendientes de la reapertura del expediente para todo el sector apícola a nivel nacional para que las ayudas agroambientales sean concedidas a los apicultores profesionales, porque el precio de mercado en la miel tiene muchos dientes de sierra. A una subida le sigue un precipicio tremendo. También necesitamos que se mantenga el Plan Nacional Apícola, que es una ayuda directa de la Unión Europea para el sector en varias líneas, la más importante para la sanitaria, porque nuestra gran guillotina es la mortandad provocada por la varroa. Es un ácaro introducido en la apis melífera en los años 80 que se ha extendido por toda Europa. Llegó de sudeste asiático, se puede decir que todo lo que nos hace daño viene de allí, también una avispa que se come nuestras abejas. Nuestras abejas no están preparadas para estos enemigos.

-Cuando habla de mortandad de las abejas, se habla en los últimos tiempos de que es una especie en peligro y también de la catástrofe de un mundo sin abejas.

-Las abejas son un animal muy importante para mí, porque es mi ganadería, pero también para los demás porque una parte muy importante de nuestra alimentación está basada en la polinización. Lo que pasa es que se está observando que los insectos polinizadores normales están muriendo a una velocidad tremenda. Sólo hay de las abejas porque nosotros llevamos registros y hay constancia de ello. Por ejemplo sobre la abeja silvestre inglesa hay estudios sobre una mortandad terrible. Nuestra abeja se puede usar para medir la gran mortandad general de los polinizadores silvestres.

-¿Y desde cuándo hay constancia de esto?

-Empieza a salir en los medios cuando los apicultores estadounidenses ven que no pueden llegar a polinizar los almendros y no pueden funcionar las fábricas de California, con una grave repercusión en el empleo. A partir de entonces se empieza a investigar. Hay diferentes estudios, hay quien lo achacan a un hongo, otros lo atribuyen a un déficit alimentario y hasta a las antenas de los teléfonos. Al final se dice que es un síndrome multifactorial.

-Pero, ¿siguen sin saberse la causas o si hay algo determinante?

-Tú te imaginas que si a un vaquero se le mueren unas vacas, se ve como un problema. Como nosotros vivimos más alejados de la sociedad, en los montes, no se nos ve, pero tenemos una mortandad permanente. Desde 2005 llegamos a tener mortandades de hasta el 50%. Pero el problema no es sólo del apicultor, sino de toda la sociedad.

-¿Si las abejas desaparecen, se acaba el mundo como se dice?

-Si se lleva al último extremo, sí, según modelos matemáticos. En todo caso estamos comprobando que las muertes se incrementan con la aparición de ciertos plaguicidas nuevos. Son los insecticidas neurotóxicos nicotinoides. Algunos de estos productos tienen una persistencia de tres años en la tierra y así aguanta ese año de cultivo y dos más. Los nicotinoides matan en el sistema nervioso y de defensas de los insectos, aunque sea en porcentajes muy pequeños. Es cierto que antes había productos y no las mataban, pero pensamos que los nicotinoides bajan las defensas de los insectos y su muerte parece natural aunque no lo es. Una abeja que olvida volver a la colmena, está muerta también.

-¿Y eso está demostrado?

-No lo decimos sólo los apicultores, sino la Agencia Europea de Seguridad Alimentaria, que ha retirado del mercado varios de estos nicotinoides para maíz, algodón, soja y girasol por varios años. Lo que no sabemos es si no habrá más daños que no conocemos.

-Ustedes también se oponen a los cultivos transgénicos ¿no?

-Nos hemos manifestado ante el Parlamento de Andalucía contra ellos. Y volviendo al tema económico, nuestros principales compradores de miel en Europa no quieren trasngénicos y nuestros apicultores de ecológico acaban teniendo que traer maíz de Italia y Francia. ¿Que interés hay en que España tenga el 50% de los ensayos de transgénicos de Europa? Y en Andalucía está creciendo y eso que aquí el maíz no padece el taladro.

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