DIRECTO Jueves Santo en Sevilla, en directo | Semana Santa 2024

El tiempo El tiempo en Sevilla para el Jueves Santo y la Madrugada

Agricultura y pesca

La distribución alimentaria y el sector agrario

Tomás Aránguez

Ingeniero Agrónomo

Ha sido tradicional la pugna entre el sector productor y la distribución en la cadena alimentaria. En los últimos 30 años la divergencia de intereses se ha acentuado por la deriva que han ido adquiriendo en su tamaño y en la forma de actuar. Mientras que la distribución se ha concentrado en pocas empresas, el sector productor no ha evolucionado en los mismos términos. Sin embargo, ambos han contribuido de una manera eficaz a dar satisfacción al consumidor. Lo que éste demanda es un producto sano, saludable, de calidad, disponible a lo largo del año, asequible económicamente y que haya sido producido respetando el medio ambiente.

La distribución alimentaria. La concentración entre grupos empresariales y el desarrollo de algunos otros ha propiciado que en la actualidad las seis principales cadenas de distribución abastezcan casi el 70% del consumo de productos alimentarios. Esta situación ofrece ventajas al consumidor al generar una fuerte competencia, pero plantea serias dificultades a los productores a la hora de negociar la venta de sus productos.

La ubicación de estos centros (tanto en lugares periféricos de las ciudades, como en el casco urbano), la comodidad de acceso, la facilidad de aparcamiento, la oferta variada, atractiva y completa, la posibilidad de hacer la compra en familia y, en general, unas buenas condiciones de precio hacen que hoy en día tengamos que valorar su presencia entre nosotros de una forma muy beneficiosa. Por ello, no es asumible socialmente una vuelta atrás hacia un comercio más tradicional, como el que teníamos hace 30 años.

El  desarrollo de los grandes grupos de distribución viene marcado por su magnífica estructura logística y su gran capacidad de compra, tanto a nivel nacional como internacional. Otro factor que viene adquiriendo gran importancia es el desarrollo de la marca de la distribución (MDD). Estos acuerdos con el sector productor ofrecen a éste la posibilidad de utilizar sus instalaciones con mayor intensidad abaratando sus gastos generales. Este sistema de trabajo tiene también sus detractores, aunque es una práctica habitual en todo el mundo, se lleva a cabo en todo tipo de productos y es muy bien valorado por los consumidores.

La parte negativa son los abusos que a menudo se practican en las relaciones comerciales con los proveedores. En este sentido cabe citar las ventas a pérdidas que frecuentemente ofrecen los grandes operadores y que, bajo la fórmula de promociones, tratan de atraer a los clientes a sus establecimientos. Habitualmente la leche, el aceite, los huevos, la carne de pollo y otros artículos de primera necesidad componen de manera recurrente el grueso de estas propuestas.

La mala praxis de pago, que usualmente utilizan estos centros con sus proveedores, es otra nota negativa a destacar en esta relación. Aunque la normativa obliga a que el pago debe hacerse como máximo a los 60 días de la entrega del producto, los plazos se alargan durante más tiempo, justificándose los retrasos en argumentos inapropiados.

El sector agrario. Es un hecho evidente la gran transformación del sector agrario en los últimos 30 años. Antes de nuestra incorporación a la Unión Europea, la población activa agraria representaba una cifra superior al 15% de la población activa total. En estos momentos, esta cifra debe situarse en el entorno del 5 ó 6%. Esta importante disminución de la población activa agraria ha ido pareja a una mejora sustancial de los rendimientos y la calidad de las producciones agrícolas y  ganaderas, consiguiéndo posicionar a la agricultura española como un sector puntero a nivel internacional.

No obstante, aun resultando considerables los cambios producidos, siguen latiendo componentes culturales difíciles de erradicar. Uno de ellos es la permanente fragmentación del patrimonio agrario entre los descendientes familiares, lo que provoca un aumento de los costes al multiplicar los medios de producción por el número de herederos. De la misma manera, es obligado plantear al sector la necesidad de acuerdos con otros empresarios agrarios para abaratar los costes generales.

De otra parte, el espectacular desarrollo de nuestro sector primario no  ha ido normalmente acompañado de un desarrollo en los procesos de industrialización y, menos aún, de la  comercialización de las producciones. Afrontar el tema comercial requiere trabajo e inversiones a largo plazo, lo que casa mal con la filosofía del productor agrario, que prefiere invertir en activos que identifica como propios y desconfía de proyectos que  desconoce, le resultan distantes, con resultados inciertos o que ejecutan personas que tienen otra cultura de los negocios.

Pretender que en los momentos actuales se dé un giro de 180º a este estado de cosas es una quimera. Quizás, cabría plantear acciones más sencillas y simples, que posibilitaran la participación del sector productor en la generación de valor añadido. Estudiar la posibilidad de incorporarse a empresas de  industrialización agraria, de distribución alimentaria o de restauración puede significar un avance  en este sentido, para lo que las cooperativas pueden ser una fórmula atractiva.

Y  para terminar, creo que es necesario que las cooperativas se planteen de una forma seria y rigurosa su internacionalización. Y este proyecto no se ciñe exclusivamente a vender en el exterior. Es necesario que se preocupen de producir y/o industrializar en otros países.

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios