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Andalucía

Griñán y Rubalcaba coinciden en bajar la tensión en el PSOE

  • Mario Jiménez advierte a los críticos del líder andaluz tras oír las críticas de Bono y Borbolla, mientras éstos muestran su malestar por la actitud del presidente de la Junta.

Suave, pero fría. Así ha quedado la relación entre José Antonio Griñán y Alfredo Pérez Rubalcaba. Las dudas que el presidente de la Junta había planteado sobre el futuro de Rubalcaba como líder o candidato de su partido y sobre el suyo propio han acabado por trasladar la crisis del PSOE federal a agitar, de nuevo, las aguas en el andaluz. Pero ambos optaron ayer por bajar el tono. En una entrevista este pasado fin de semana, Griñán, también presidente del PSOE federal, respondía que esperaba que Rubalcaba no se atrincherase hasta 2016, el año en que vence su mandato como secretario general, un cargo que ganó en el congreso celebrado en Sevilla hace ocho meses. Estas declaraciones han provocado el malestar de los críticos socialistas andaluces con Griñán, a quien reprochan que "como presidente del partido, está para mediar, no para crear conflictos", según dijo ayer uno de ellos. Esta opinión es compartida con varios más, aunque prefieren mantener el anonimato para "no calentar el ambiente contra Alfredo [Pérez Rubalcaba]".

Un miembro de la Ejecutiva federal, no obstante, aseguró que, en su reunión de ayer, las menciones a las declaraciones de Griñán fueron "suaves", mientras otro opinó que el presidente andaluz "ha plegado velas", al menos en el encuentro de Ferraz, del que salió moderadamento sastisfecho. Griñán pidió una "lealtad de ida y vuelta", quizás al ser aludido.

Sin embargo, el ex presidente de la Junta José Rodríguez de la Borbolla aseguró antes que Griñán debía aclarar si su interés pasaba por dejar de gobernar Andalucía para presentarse a secretario general -una "frivolidad", aseguró-, y el ex ministro José Bono decía sobre el líder andaluz: "No sé a qué juega, le tengo mucho afecto. Es presidente del partido, pero si tiene alguna intención distinta a la de gobernar Andalucía, debiera decirlo y aclararlo". El alcalde de Dos Hermanas, Francisco Toscano, también mantuvo ayer que Andalucía debía evitar "los personalismos" en este debate.

Este mar de fondo, que comenzó la semana pasada cuando Griñán no descartó que, en un futuro, pudiera presentarse a la secretaría general del PSOE federal, no se le escapó a quien es su hombre de confianza en el partido, su número dos, Mario Jiménez, el secretario de Organización, quien quiso atajar las críticas. "Hacen un flaco favor a Rubalcaba quienes, en su nombre, atacan a Griñán, el presidente de izquierdas más importante que hay en España y uno de los más relevantes de Europa". Jiménez circunscribió las críticas de Bono al "eco del pasado de una aristocracia de derecha" en su partido.

Los socialistas críticos andaluces han permanecido en estado de hibernación desde que plantaran cara a Griñán en el congreso de julio en Almería. Allí no le votaron como secretario general (casi un 30% se abstuvo), y consiguieron entrar en el comité director del PSOE andaluz con casi un tercio, pero Rubalcaba, al clausurar el congreso, les dijo que había que estar con el Gobierno y con Griñán. La mayor parte de los críticos fueron rubalcabistas, pero durante estos meses han dejado de tener relaciones fluidas con el secretario general y es, ahora, cuando en la dirección andaluza se opina que Rubalcaba no debe ser el próximo candidato del PSOE y que tiene que realizar cambios importantes en su dirección cuando parecen volver a alinearse. Ellos están convencidos de que desde Andalucía se quiere forzar un congreso extraordinario.

La dirección del PSOE-A tiene dos reivindicaciones: una muy clara, aceptada ahora por todos, incluido Madrid, y otra no explicitada, pero que pasa por buscar un candidato del PSOE en las primarias distinto a Rubalcaba. Los últimos posicionamientos de Griñán no han gustado en Ferraz, y una prueba de ello es que Rubalcaba no cenó con los barones regionales del PSOE de la Ejecutiva el domingo por la noche, un encuentro informal que suele prologar a las reuniones de la dirección socialista.

En la dirección andaluza se opina que en Ferraz han hecho poco caso a las propuestas de Griñán sobre el federalismo, una postura que él trata de anclar en el PSOE como respuesta al desafío catalanista de Artur Mas, pero también para conjurar un eje Madrid-Barcelona-Bilbao que deje aislada a Andalucía del debate.

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