40 años de la constitución de la Junta de Andalucía

Plácido: La modernidad en la ciudad más antigua

  • El 27 de mayo de 1978, Plácido Fernández Viagas fue proclamado primer presidente de la Junta

  • Descartada la iglesia de San Felipe Neri, tuvo lugar en la Diputación de Cádiz

El primer despacho de Plácido Fernández Viagas en la Diputación de Sevilla.

El primer despacho de Plácido Fernández Viagas en la Diputación de Sevilla. / Belén Vargas

En Cádiz, la ciudad más antigua de Occidente, nacía la cosa más moderna: la Junta de Andalucía. Plácido Fernández Viagas (Tánger, 1924-Sevilla, 1982) era proclamado presidente del primer Gobierno andaluz el 27 de mayo de 1978. En sus propias palabras, “lo verdaderamente importante es que hoy, en este momento, nace y es reconocida pública y oficialmente, por primera vez, una voz unánime de Andalucía”.

Llegaba a la Presidencia de la Junta un político atípico lleno de sanciones, de ilusiones y de hijos. De los once, el noveno, César, y la décima, Blanca, habían nacido en Cádiz, donde estuvo destinado de juez entre sus destinos canarios de La Palma y Tenerife.

La solemne sesión tuvo lugar en el Salón Regio de la Diputación Provincial de Cádiz, que presidía Antonio Barbadillo y García de Velasco. Plácido fue proclamado tras una votación entre los dos candidatos. El juez obtuvo 18 votos; su rival, Jaime García Añoveros, de la UCD, 13. En política, como en ciclismo, nadie se acuerda de los segundos. El efecto Pou Pou (por Poulidor). Otro francés, Bernard Hinault, ganaba ese mes de mayo la Vuelta Ciclista a España. Y Valéry Giscard d’Estaing anunciaba visita oficial en junio.

Plácido Fernández Viagas, con Manuel Clavero en Cádiz el 27 de mayo de 1978. Plácido Fernández Viagas, con Manuel Clavero en Cádiz el 27 de mayo de 1978.

Plácido Fernández Viagas, con Manuel Clavero en Cádiz el 27 de mayo de 1978.

“Eligieron Cádiz porque era el símbolo de la modernidad de España”, dice cuarenta años después Plácido Fernández Viagas, primogénito, uno de los tres hijos nacidos en Tánger. “La historia constitucional española no es tan pobre como se dice. La mala suerte, como decía Ortega, es que la decadencia de España coincide en el XIX en un entorno de grandes potencias”.

Se descartó a última hora el Oratorio de San Felipe Neri, escenario de las sesiones de las Cortes de 1812. Se facilitaron cuarenta teléfonos para la prensa y máquinas de escribir. Algunos de los hijos del nuevo presidente no pudieron ir porque estaban de exámenes. Alfonso Guerra recibió antes de la sesión una propuesta de capitalidad de Andalucía para Antequera. Ciudad donde el 4 de diciembre de ese año, dos días antes de aprobarse la Constitución, Plácido presidió el Pacto de Antequera.

El primer presidente de la Junta, con Elisa, su esposa, y cuatro de sus hijos, a votar en las municipales de 1979. El primer presidente de la Junta, con Elisa, su esposa, y cuatro de sus hijos, a votar en las municipales de 1979.

El primer presidente de la Junta, con Elisa, su esposa, y cuatro de sus hijos, a votar en las municipales de 1979.

En las elecciones de 1977, Fernández Viagas fue el senador más votado de España. En la sesión gaditana tomó la palabra en primer lugar otro compañero de la Cámara Alta, José de la Peña Cámara, histórico militante socialista que había sido director del Archivo de Indias. Manuel Clavero Arévalo, ministro para las Regiones del Gobierno de Suárez, presidió la ceremonia.

“Es hora de que este pueblo empiece a cantar sin pena”, diría Plácido en su intervención. “No queremos, por más tiempo ese símbolo, que fue el nuestro por tanto tiempo: la muerte tocando la guitarra”. Plácido Fernández Viagas no venía del congreso de Suresnes ni de la foto de la tortilla. En el libro La honradez, esa noticia (Memoria gráfica de Plácido Fernández-Viagas), sus hijos Juan y Blanca cuentan que fue Manuel del Valle quien les habló a Felipe González y Alfonso Guerra de la existencia de este juez comprometido.

“A mí me habla de Plácido por primera vez Rico Lara, que llegó a Sevilla desde San Sebastián al Juzgado de Vagos y Maleantes”, cuenta Manuel del Valle. Clavero invitó a las hijas de Blas Infante a un acto en la ciudad donde su padre había pronunciado el último mitin antes de ser detenido y fusilado. Acudió María de los Ángeles Infante. Alejandro Rojas-Marcos expresó sus dudas sobre un presidente de la Junta que no había nacido en la comunidad, aunque estuvo destinado en los juzgados de Ugíjar, Jerez, Constantina, Cádiz y Huelva. “Uno de los pocos lujos que se puede permitir un andaluz de a pie es nacer donde le dé la gana”, decía en entrevista a Manolo Ramírez con un quite bilbaíno. “¿No son andaluces los hijos de esos emigrantes de Alemania por ejemplo?”.

2 de febrero de 1979. Plácido agradece la entrega de Sevillano de Honor de la Ser. A su izquierda, el cardenal Bueno Monreal. A su derecha, Soledad Becerril. 2 de febrero de 1979. Plácido agradece la entrega de Sevillano de Honor de la Ser. A su izquierda, el cardenal Bueno Monreal. A su derecha, Soledad Becerril.

2 de febrero de 1979. Plácido agradece la entrega de Sevillano de Honor de la Ser. A su izquierda, el cardenal Bueno Monreal. A su derecha, Soledad Becerril.

Ese mes el Congreso de los Estados Unidos aprobaba la devolución del Guernica de Picasso a España y se superaba por primera vez oficialmente el millón de parados. Por segundo año consecutivo, el Liverpool ganaba la Copa de Europa. El Betis y el Cádiz, que un año antes habían conseguido la primera Copa del Rey y el ascenso a Primera, respectivamente, bajaban a Segunda en las semanas previas a la elección de Plácido. Aficionado a la fotografía y al teatro, amante de las películas de Bergman, se confesaba bético y admirador de Cardeñosa, que con su compañero de equipo Biosca ya estaba en Argentina con la selección española que doce años después volvía a disputar un Mundial. Kubala no se llevó a Gordillo y España regresó con el triste vals vienés de dos goles de Austria. Kempes fue Pichichi de la Liga. Un argentino, como cuarenta años después.

Con Josep Tarradellas. Entre los presidentes, Gonzalo Crespo. Con Josep Tarradellas. Entre los presidentes, Gonzalo Crespo.

Con Josep Tarradellas. Entre los presidentes, Gonzalo Crespo.

Plácido estudió en el Liceo Francés de Tánger y tres de sus hijos se casaron con alemanas. Tres de sus 19 nietos mantienen el nombre-insignia de Plácido: los vástagos de sus hijos Plácido, Juan y César. El primero de estos nietos nació la víspera de Reyes de 1983, menos de un mes después de la muerte de su abuelo, que ocurrió el día de la Inmaculada de 1982, con los ecos del triunfo electoral del PSOE en una jornada a la que fue invitado en la oficina de seguimiento del Hotel Palace. El nieto Plácido está haciendo la tesis doctoral sobre los Fueros Españoles. Su abuelo presentó la dimisión en abril de 1979 y un año después fue nombrado miembro del Tribunal Constitucional. Su voz sigue sonando indeleble cuatro décadas después. En el salón Regio de la Diputación dijo que debía estar “nuestra conciencia de que la fuerza y la responsabilidad de esta voz se mide también en función de lo que representa la conciencia de la unidad indisoluble del Estado”. Dos meses después de su toma de posesión, fue recibido en Barcelona por Josep Tarradellas, presidente de la Generalitat. La visita la preparó Gonzalo Crespo, un estepeño que había sido concejal socialista de Barcelona. “Preparé un encuentro de Plácido y busqué un andaluz de cada uno de los partidos en Cataluña: de la UCD, Juan de Dios Ramírez Heredia, el diputado gitano; del PSC, Eduardo Martín Toval, que años después sería candidato a la alcaldía de Málaga”. El actual alcalde de esta ciudad, Francisco de la Torre, formó parte del primer gobierno de Fernández-Viagas con la cartera de Economía. La de Obras Públicas la llevaba Rafael Escuredo, su sucesor, primer socialista español que ganaba en junio de 1982 unas elecciones desde la República.

El rey Juan Carlos I lo felicita al entrar en el Tribunal Constitucional. El rey Juan Carlos I lo felicita al entrar en el Tribunal Constitucional.

El rey Juan Carlos I lo felicita al entrar en el Tribunal Constitucional.

Plácido se definía como persona “de muy mal genio y de muy buen humor”. La Cadena Ser lo nombró Sevillano de Honor de 1978 en un podio con el sindicalista Fernando Soto, los escritores Julio Manuel de la Rosa y José María Vaz de Soto, Soledad Becerril, la cantante María Jiménez, el pintor Paco Cuadrado o el actor José Pablo Ruiz.

En Sevilla se desataba la locura. Más de veinte mil personas acudían al Psiquiátrico de Miraflores al festival Salta la Tapia en el que participaron Camarón, Lebrijano, Kiko Veneno y Raimundo Amador. Ese verano murieron dos Papas, Pablo VI y Juan Pablo I, y empezaba su largo mandato (1978-2005) Juan Pablo II, que hizo la primera de sus cinco visitas a España un mes antes de que muriera Plácido, hombre de fe y “un intelectual lleno de dudas”, según José Rodríguez de la Borbolla. Cinco Papas, tantos como presidentes de la Junta. Susana Díaz deshizo el empate.

Con nombre de la película de Berlanga, Plácido revolotea en una variante política de El pisito de Marco Ferreri. Un despacho-museo en la Diputación de Sevilla que se puede visitar. Allí gobernó el tangerino de Nova Roma con una secretaria, su jefa de prensa (Lola Cintado) y el chófer Anarte. “Si hubiera que quemarse en el empeño, lo asumimos”, diría Plácido, el marido de Elisa.

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