Andalucía

Las 'barbaridades' del diputado

  • Una intervención de ocho minutos del socialista Juan Carlos Campo en el Congreso se convirtió en un proceso viral de rabia en el debate sobre la prisión permanente revisable

"Campo ha vomitado barbaridades que han desembocado en insultar a los padres de hijos asesinados presentes en la tribuna de invitados, a los que ha tomado por pobres tontos, por peleles manejados por el Gobierno, por indocumentados primarios que tan solo buscan saciar sus ansias de venganza". Es una reflexión de uno de los líderes de opinión de este país, Carlos Herrera, conductor de un magazine matinal de radio. Indudablemente el tal Campo, parlamentario por la provincia de Cádiz, juez de carrera, en su día miembro del Consejo General del Poder Judicial y secretario de Estado, ha tenido que decir una barbaridad muy grande. ¿Qué ha dicho? Nadie acude a la fuente original, sino que se reproducen y multiplican mensajes en la red. Este Campo no tiene corazón. Hasta la Asociación Clara Campoamor, vinculada al PSOE, pide que Pedro Sánchez tome medidas y lo saque del partido.

De hecho, su discurso en el Congreso, que apenas dura ocho minutos y que casi nadie ha escuchado, empieza así, explicando por qué cuatro días después de la aparición del cuerpo de Gabriel Cruz, con España conmocionada, no es el momento para hablar de los razonamientos ideológicos, jurídicos o los que fueran sobre la prisión permanente revisable. A día de hoy, todos queremos que la asesina de Gabriel se pudra en la cárcel. Pero eso es un pensamiento a día de hoy. Es totalmente lógico, no es un debate parlamentario. ¿Alguien tuvo la frialdad de ocupar ese espacio de rabia para rellenarlo de contenido electoral?

El PSOE sabía que jugaba con cartas perdedoras en ese debate y entregaron a Campo, que en su día había dado bases jurídicas para convencer incluso a C's sobre por qué, técnicamente, en este país no era necesario un mecanismo que podría suponer, en su origen, la aplicación de la cadena perpetua. Aunque luego fuera revisable. Esto puede ser opinable. Y Campo subió al estrado a expresar una opinión, la de su partido.

Lo primero que hizo fue dirigirse a los padres, madres y familiares de las víctimas para explicar que los respetaba y lo duro que era hablar sobre algo que para ellos era una herida imposible de cicatrizar. A continuación, mencionó a Gabriel hablando de dolor y desgarro. Era imposible no hacerlo. Flotaba en el ambiente. "Ojalá pudiéramos encontrar un mecanismo para evitar esto, pero la condición humana lo impide. Hoy no deberíamos estar debatiendo esto". Porque todo el país está pensando qué mierda, qué asco, por qué ha tenido que morir ese niño con esa sonrisa desarmante.

Luego se confiesa, habla de que es posible que se exprese con torpeza, habla del sabor a ira y a venganza, pero recuerda que la sociedad ha encontrado una fórmula que consiste en un proceso de racionalizar la ley y nos libera de la pasión, de actuar en caliente. Es verdad que invoca a Aristóteles y a Locke, pero sobre todo invoca a Patricia Ramírez, la madre de Gabriel, admirado por su humanidad. Y habla de sus hijas. Porque es padre. "El dolor de las víctimas no me es ajeno, conozco su dolor y conozco su vulnerabilidad".

Es a continuación cuando viene la andanada política, muy dura, es cierto. Campo afirma haber sentido vergüenza del ministro del Interior cuando se puso la bufanda que le había regalado la madre días antes en el funeral. Es una crítica muy concreta, nada que ver con las víctimas. Acelera su discurso porque entre el público hay revuelo. "Nuestras penas son tremendamente duras. Sin prisión permanente hemos vencido a ETA, con prisión permanente ha muerto Gabriel. No está ahí el tema". Campo expresó su opinión. Ni ofendió ni insultó a nadie.

De hecho, el socialista, estupefacto todavía ayer, no quería ahondar en la polémica al hablar con este medio. "Va en el sueldo, pero no he ofendido a nadie y, por supuesto, no he insultado a nadie, mucho menos a las víctimas, que me merecen todo el respeto. Me cuesta entenderlo. Cada frase estaba medida en un debate que no debería haberse producido ese día porque todo estaba a flor de piel".

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