Andalucía

El elector confuso

  • La encuesta del IESA revela una gran desafección hacia los políticos, mayor en la izquierda; un parón en la caída a plomo del PSOE, y visualiza la alternancia PP y UPyD

EN Andalucía viven 982.477 parados, de tal modo que casi todo el mundo cuenta con una amiga, un primo, un padre, una hija o una compañera que ha perdido su empleo en los últimos meses. Pero hay algo más grave en cuanto a la confianza en el futuro: el 31% de los andaluces creen que le echarán del trabajo en los próximos seis meses. Sin embargo, hay una mayoría que coincide en señalar a un partido como el que defendería mejor los intereses andaluces, el que más se acerca a sus objetivos personales, el que mayor confianza le inspira, el más unido, el que mejores líderes tiene entre sus filas, el más honesto, el que se preocupa de los problemas de la gente y no de sus militantes y sus cargos. Ése partido es ninguno. Han leído bien: ninguno.

El último barómetro del Instituto de Estudios Sociales Avanzados (IESA), correspondiente al año 2011, y que se acaba de publicar, da cuenta de el escepticismo de los andaluces hacia los partidos. Sí, un 18,8% mantiene que el PP es más honesto frente al 18,4% que defiende al PSOE, pero a esa pregunta -a la cuestión de cuál es el más fiable- un 38,4% considera que ninguno. Y, así, en todas: en confianza, en liderazgo, en la que más se preocupa de la gente más desfavorecida. Ganará el PP sobre el PSOE, o al revés en algunos casos, pero la respuesta mayoritaria es ninguno. Y un asunto clave: los antiguos votantes de izquierda son los más críticos, lo que explica las repetidas llamadas del PSOE al voto útil.

Para confeccionar la encuesta electoral del IESA, se han entrevistado a 3.682 personas en sus casas durante una media de 23 minutos, y de sus conclusiones se extrae que el PP de Javier Arenas ganará las próximas elecciones autonómicas por 10,4 puntos de diferencia, posiblemente una mayoría suficiente para gobernar, pero ni este partido ni el PSOE levantan grandes ánimos entre una población deprimida. Sólo así se explica, por ejemplo, que los encuestados se dividen casi a partes iguales entre quienes creen que ni Arenas ni Griñán se deben presentar a las elecciones, entre quienes los defienden y entre quienes les da exactamente lo mismo. Casi un 20% de votantes del PSOE del año 2008 no quieren que el presidente se presente, pero un 14% de los del PP tampoco quiere a Arenas.

Posiblemente, sea este pesimismo económico y esta desafección hacia los partidos lo que provoque las amplias ganas de alternancia política que hay en la comunidad. Un cambio por el cambio. Siete de cada 10 consultados desean la alternativa, seis creen que el PP será el triunfador y un 35% preferiría que fuese ese partido quien ganase con independencia de su voto en la urna. Las tripas del IESA muestran de modo muy claro que el votante del PP de 2008, el ciudadano conservador, alberga muchas menos dudas que el elector de centro y de izquierdas, que constituyen un auténtico mar de incertidumbre y cuyo voto, posiblemente, se decidirá en las últimas semanas. Algunos, incluso, en el mismo momento de entrar en el colegio electoral: PSOE, IU, UPyD, blanco, incluso PP. ¿Me vuelvo a casa?

No obstante, los expertos del IESA admiten que hay un porcentaje de voto oculto socialista, responsable, entre otras razones, de que todos los sondeos dieran al PP entre 12 y 16 puntos de diferencia respecto al PSOE en las pasadas elecciones generales del 20-N en Andalucía cuando, sin embargo, el resultado final fue de nueve. El IESA lo calculó en 10,5 con un margen de error compatible con el nueve, pero todos -incluido el PP y el PSOE- creían que sería mayor de 10. Esto es lo que ha provocado una mayor cautela del líder del PP, Javier Arenas, respecto a los sondeos. No quiere ver más encuestas donde vayan de sobrados, porque desea apurar los esfuerzos de una campaña electoral donde se juega el todo.

Es en este contexto de incertidumbre del votante de centro y de izquierda donde irrumpe el partido de Rosa Díez, UPyD, al que el IESA le otorga un 3,2%. En las generales, esta formación obtuvo uno de sus mejores resultados en Andalucía, un 4,7%, lo que posibilitaría su entrada en marzo en el Parlamento andaluz. Lo del puede es así, una probabilidad, porque tantos los sociólogos del IESA como otros consultados por este medio admiten que UPyD es una incógnita. Hay que considerar que no es posible acudir a sus evoluciones de apoyos ni al recuerdo de voto por su novedad en el espectro político andaluz.

Pero la aparición de este nuevo personaje político, el de Rosa Díez, en la escena andaluza altera los dos escenarios posibles de poder. Si hasta el momento, las elecciones iban a decidir entre la mayoría absoluta del PP frente al pacto entre PSOE e IU, los probables parlamentarios de UPyD se convertirían en la bisagra de oro. La formación de Rosa Díez se define como progresista, pero también como regeneracionista y centralista, por lo que no sería de extrañar que, si finalmente entran, apoyasen a la lista más votada, que seguramente será el PP.

Pero aún hay otro factor que añade algo de incertidumbre al proceso que se abre de ahora a las lecciones de marzo. El PSOE ha detenido la velocidad de su caída en Andalucía. Ya no se desploma. Desde el año 2007 al 2011, sus descensos anuales han sido éstos: 1,9 puntos; 3,3 puntos; 6,2, en el año en que Zapatero anunció sus medidas de ajustes, y 0,9 en esta última anualidad. Eso sí, la subida de apoyos hacia el PP no es acusada pero sí constante desde 2007, de un 1,6 a un 1,9 anual.

Otros epígrafes como la simpatía hacia un partido o el grado de rechazo también se han estabilizado este año. Así, un 43,1% de los sondeados nunca votarían al PSOE frente al 42,2% que rechaza de plano al PP. En cuanto a simpatía, PP y PSOE están empatados en torno al 30%.

Esto no significa una recuperación socialista, sólo un detenimiento de su acelerada caída, a la que, no obstante, le falta la gran incógnita para solucionar la ecuación: la influencia que habrá tenido en la opinión pública andaluza la mayoría absoluta de Mariano Rajoy. Es decir, si la pulsión de cambio aumentará con el nuevo Gobierno central o si las nuevas medidas que adopte a partir del 23 de diciembre deteriorarán las opciones de Javier Arenas o, si por el contrario, lo reforzará. Pero si algo mostró el 20-N es que aquellos gobiernos que adoptaron medidas drásticas, como los de Murcia, Castilla-LaMancha y Cataluña, salieron reforzados, tan reforzados que han seguido recortando tras las elecciones.

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