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Un lustro interino

  • La RTVA se mantiene en una situación administrativa de provisionalidad, con un consejo que debió renovarse hace cuatro años y con una mayor indiferencia de los espectadores

El subdirector general de RTVA, Joaquín Durán, en el plató de los informativos de Canal Sur.

El subdirector general de RTVA, Joaquín Durán, en el plató de los informativos de Canal Sur. / d. S.

La autonómica madre, la catalana TV3, vive su época de mayor desprestigio y manipulación informativa, herramienta sin ambages del un independentismo desbocado. La autonómica padre, la vasca ETB, mantiene un perfil más bajo tras años de intoxicación del supremacismo euskaldún. Realmente nunca debieron ser un modelo para fundar una cadena pública en Andalucía, que con ansias de complejos y despilfarro sin remilgos, inició sus emisiones hace 29 años. El modelo autonómico audiovisual, carlismo televisivo, se antoja como un fracaso añadido al sistema, las cadenas regionales no interesan más allá de una media del 8% de unos espectadores que en toda España pagan 40 euros al año entre las autonómicas y TVE. La pública estatal apostó en los años 80 por cobertura de cercanía en un tercer canal que se sumaría a los dos existentes. Una opción que hubiera sido infinitamente más económica aunque hubiera pesado la sospecha de control centralista, pero fue desautorizada mediante ilegalidades por Arzalluz -el lehendakari en 1982 era Carlos Garaikoetxea- y Jordi Pujol.

Canal Sur nacía empinándose para que nos miráramos a los ojos de las llamadas comunidades históricas y al cabo de tres decenios los andaluces han dejado de mirar una cadena basada en copla -flamenco en un invisible segundo canal-, oficialismo y pueblo, renunciando a contar la vida en las ciudades. Mucho Rocío y Semana Santa en cuanto despunta el calendario y un empacho de Carnaval que incluso se cuela con exceso de protagonismo en un debate sobre la identidad andaluza como el del pasado domingo con Paco Lobatón.

Canal Sur terminó febrero con un 10% de cuota; en 2009 la cifra estaba en el 17%

Canal Sur terminó febrero con un 10% de cuota, una cifra correcta basada en el chirigoteo que, si comparamos, en febrero de 2009 reportaba un 17% de cuota, cuando Canal Sur era sobrada líder de audiencia. La media de los últimos años ha venido rondando el 8,5%, más medio punto de Andalucía TV. Un director general concebido con cierto consenso como Pablo Carrasco y un relevo provisional que cumple en unos días cinco años de permanencia en el cargo, como Joaquín Durán han timoneado una corporación de la que se va despegando el público y que en estos nueve años ha ido perdiendo apego, misión y de paso incluso el Canal 2.

La implicación política no deja de ser de cumplimiento ante un problema que se ha ido dejando en el aire por encima de elecciones y cambios. Más que "zona de confort" estamos hablando de un tresillo con manta. El Consejo de Administración de la RTVA debió ser relevado en junio de 2014 y el PP, tancredista, es el mayor beneficiado de una sobrerrepresentación en un organismo falto de espíritu crítico, bien remunerado e incapaz de hacer rectificar el rumbo a la programación de Durán.

Ciudadanos predica en el desierto y ha presentado una propuesta para reformar la ley de la RTVA donde pretende crear una dirección general por concurso y un consejo reducido. La portavoz de Podemos, Teresa Rodríguez, hizo más que todo el Consejo de Administración cuando difundió las escenas machistas que se estaban viviendo en el programa La tarde, aquí y ahora con Juan y Medio. La propia presidenta de la Junta, Susana Díaz, ha respaldado expresamente en público al presentador almeriense.

Dos directivas debieron estar atentas a aquellos episodios. Una de ellas, Inés Alba, directora de Canal Sur Radio y Televisión hasta el mes de enero, ahora ha sido nombrada por Durán como delegada de Igualdad de Género en el ente público. Se da la impresión de que en el seno de la RTVA, una empresa pública nacida en 1988 de un gobierno progresista, con un partido invencible, hay deudas pendientes con las mujeres. Para añadir surrealismo a esta RTVA de las provisionalidad, Inés Alba adujo que abandonaba su cargo hace un mes por problemas de salud.

Su relevo, quien estaba al lado, Pilar Vergara, mantendrá el continuismo, con un desprestigio que se extiende a la radio, tal como alertan los sindicatos. La justificación de Durán sigue basándose en la estabilidad de la plantilla, 1.300 trabajadores a los que se destina 86,2 millones anuales de los 163 millones que cuesta en cada ejercicio la corporación. La Junta aporta cada año 140 millones y el resto se cubre con dificultades por los ingresos comerciales. Si salen las cuentas es porque las tijeras actúan por el lado débil de la cuerda: las productoras, cuyo presupuesto ha ido reduciéndose a la mitad y para las que se destinan 30 millones anuales. Más de una quinta parte acaba en la productora de Juan y Medio, Índalo y Media, otro tanto en la empresa de tres directivos, Happy Ending (sí, claro, ese nombre tendría que revisarlo Inés Alba), y otro tanto ADM, donde se encuentran otros ex directivos de la casa. Incluso una productora de dirección independentista catalana, Mediapro, con La báscula, se suma a la merienda, mientras que decenas de pequeñas productoras han ido cerrando y con despidos de cientos profesionales andaluces.

La interinidad, la omisión, es lo que precisamente da toda esta fuerza al sistema de Joaquín Durán, directivos y productoras. Sólo ha caído un nombre principal en estos años de naufragio. El hombre fuerte del régimen, Antonio Ramírez, pillado en unas escuchas judiciales cuando presuntamente se repartía comisiones con Luis Pineda, el de Ausbanc, por programas invisibles que se emitían de madrugada. Aquel director de la cadena dio paso en 2016 al ascenso de Alba.

Otros programas invisibles, los musicales de madrugada, están siendo investigados por el Caso Rueda. Esos contenidos los llevaba quien fue director de Recursos Humanos (que redactó tantas contrataciones a medida), Carlos Salazar, detenido por su vinculación a la trama la Rueda de la SGAE.

Cinco años después Canal Sur sigue en su tresillo de confort y su declive de audiencia. Una cadena pública con cada vez menos público. La supervivencia a toda costa por encima de cualquier prioridad, como en un documental de naturaleza, es el único objetivo que mueve a todos los implicados en sostener la RTVA.

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