miguel ángel del arco. juez

"Las macrocausas no son el capricho de un juez, las impone la corrupción"

  • La reciente sentencia del caso Alhambra devuelve al terreno de la controversia al que fue su juez instructor durante una década

  • Ya retirado, analiza la actualidad judicial con cierta perspectiva

Miguel Ángel del Arco, en un momento de la entrevista.

Miguel Ángel del Arco, en un momento de la entrevista. / ANTONIO l. JUÁREZ

Por la mesa del Juzgado de Instrucción 6 de Granada, que dirigió, pasaron asuntos como el de los accesos a la Alhambra, la construcción del centro comercial Nevada o la venta del antiguo estadio de Los Cármenes.

-¿Qué opina de las macrocausas? ¿Hay modo de evitarlas sin provocar otros perjuicios?

Puede interesar que al investigar casos de corrupción de gobiernos tardes en levantar las alfombras"No hay derecho a que los acusados y los ciudadanos tengan que esperar diez años para celebrar un juicio"

-Exigen un esfuerzo personal tremendo. Son complicadas, ingobernables y nuestras leyes procesales no sirven para ellas. No son casi nunca el capricho de un juez, que nada puede hacer sin una acusación. Las impone como una necesidad la corrupción, y son más las sentencias condenatorias que las absolutorias. La operación Malaya acabó con ciertas prácticas que, de momento, parece que no han vuelto. A uno de sus artífices, Miguel Ángel Torres [juez instructor de la causa] le decía que en Granada no hubiese podido montar esa operación. Y son rentables para la sociedad que espera y para el Estado que recupera bienes. Pero hay que tener ganas y vergüenza profesional.

-¿La falta de medios para investigar en España es premeditada?

-Para algunos funcionarios es una coartada. Interesa que seamos lentos. Que no tengamos capacidad de reacción… Gurtel, ERE, los cursillos de formación… Puede interesar que al investigar casos de corrupción de gobiernos tardes en levantar las alfombras, y que cuando las levantas la podredumbre haya prescrito, que los discos duros hayan sido borrados; con la ayuda de los abogados cátedros, millonarios. Sin embargo, cuando interesa que la Justicia sea rápida, vuela… En el proceso de Cataluña: juez con dedicación plena al caso, letrados que ponen a la firma resoluciones redactadas, corregidas de estilo, peritos a granel, Policía, Guardia Civil… Toda la administración a tu servicio. Sería curioso ver el papel que haría el juez Llarena o cualquier magistrado del Constitucional, del Supremo en el lugar de un juez instructor del caso Alhambra en un juzgado saturado de pequeños procesos.

-¿En el juicio del caso Alhambra se evaluó su tarea como juez instructor?

-El juez instructor es la persona más controlada que existe. En el caso Alhambra me parece que no hay ni una sola petición de abogados defensores, de fiscal, de acusación particular, ni enmienda de la plana por la Audiencia Provincial para que se practicasen diligencias, para el impulso procesal a que están obligados todos. ¿Cómo lo iban hacer? Se perdían en miles de folios. Todo se dejaba para la panacea, en ocasiones, del juicio oral.

-¿Cuáles son las claves para que el caso se retrasara tantos años?

-No hay derecho a que los acusados y la ciudadanía tengan que esperar más de diez años para un juicio. Me revientan los tertulianos que como un latiguillo recurren a que "la Justicia lenta no es justicia de verdad". Sin conocimientos acusan y defienden sin pruebas y muchas veces al servicio de un poder mediático. El proceso nunca estuvo paralizado. Se dictaron más de 360 providencias judiciales, y cientos de autos, más de 500 declaraciones judiciales y policiales.

-El fiscal dijo al final del juicio: "No están todos los que son pero son todos los que están". ¿Qué falla para poder procesar a todos los posibles responsables de los delitos?

-Buen trabajo el del fiscal Luis Salcedo. Sí, tenían que haber estado más acusados en el juicio. El instructor no puede sentar a nadie en el banquillo por su sola voluntad, hace falta una acusación. Había gente con tanta porquería que podría haber arrastrado a otros. Sí me ha sorprendido alguna absolución.

-¿La reducción de penas por dilaciones indebidas pueden alentar que las defensas ralenticen los procesos?

-Siempre hay dilaciones debidas a maniobras de algunos abogados y sus artillerías. Que se dicte la sentencia tardíamente es serenar un conflicto, apaciguar los ánimos, que el tiempo borre los hechos, que canse la noticia judicial, conseguir la aplicación de una atenuante que disminuya la pena y … La minuta final. En la práctica la estrategia de determinados abogados se resume en desprestigiar al juez, recurrir sistemáticamente sus decisiones, dilatar el proceso y buscar resquicios formales para logar la nulidad del proceso y absolver al reo. Todo ello ajustado a Derecho, claro. Pero ¿es justo? Como mínimo: no siempre. En el juicio de la Alhambra, como en cualquiera que se celebra a diario tiene un objetivo: tumbar como sea la instrucción, cargarse al instructor. Forma parte del espectáculo, incluso diría de la farsa. Hay que justificar las minutas.

-También fue el instructor del caso Nevada. ¿Ha visitado ese "leviatán de hierro y cemento en plena Vega", como lo definía en sus autos? ¿Qué opina cuando lo ve en pie y sobre todo al saber que al final puede costar 166 millones a las arcas públicas?

-Sí, lo visité. La obra impresiona, igual que el acabado, muy costeado, como dicen en mi pueblo. Comprendí que hice bien en paralizar la obra, me sentí bien con mi labor . Como presentía la pregunta he consultado antes al perito del caso, ingeniero y especialista en el estudio de ciudades. [Saca un papel y lee.] Esta es su respuesta: "Ya conoces mi opinión: es el más grande disparate urbanístico que se haya producido en la historia de Granada pero además es un delito, pleno de trampas y de engaños, claramente demostrados pero que los jueces no han querido ver. Y un partido prefiere pagar esa enorme cantidad para indemnizar -un dinero nuestro, claro- a reconocer responsabilidades de sus gobiernos municipal y autonómico. Ya sé que esto no lo puedes decir tú pero te autorizo a decir que lo digo yo. Estaría dispuesto a ir a la cárcel por ofensas a la justicia con tal de que hubiese revisión del caso".

-¿Ha cambiado algo la sensibilidad colectiva sobre los desmanes urbanísticos o la corrupción respecto a hace algunos años?

-Mucho. La gente sale a la calle y saldrá más. Pero no es la misión del ciudadano hacer de juez, abogado o fiscal, bastante tiene con llegar a final de mes e intentar hacerse un plan de pensiones conforme le aconsejan los comisionistas de la banca.

-En este momento de su vida, ¿qué balance hace de su etapa como juez, volvería a estudiar Derecho y a desarrollar la carrera judicial?

-Aunque haya trabajado he tenido mucha suerte en la vida. Creo que es un cúmulo de accidentes los que te llevan a comer de una profesión, que te llene o abrume. Empecé preparando notarías, se me tacha de "notario frustrado"... Pero sí, volvería a ser juez.

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