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Francisco López Menudo. Catedrático de Derecho Administrativo

"El modelo federal es útil porque cierra el sistema"

  • El jarabe catártico para salir de ésta pasa según el académico por reformar la extenuada Constitución desde un consenso hoy improbable.

-La Constitución parece gripada. Las disputas, la corrupción, los órdagos regionales y el marasmo permanente dificultan la tarea de idear una nueva vía.

-La Constitución de 1978 cumplió los objetivos que en unas circunstancias concretas se le asignaron. Hay que agradecer a los padres del texto el esfuerzo histórico que hicieron. El propio Adolfo Suárez repetía que la dificultad radicaba en reformar una casa de arriba a abajo sin que el edificio dejase de funcionar, convirtiendo una dictadura en democracia y un Estado centralista en otro autonómico. Criticar la Constitución me parece injusto porque se hizo lo que se pudo, pero con el paso del tiempo todo el aparato institucional se ha ido resquebrajando. Una reforma constitucional es necesaria, y puede que la crisis económica impida afrontarla ahora.

-Pero las crisis son a menudo el detonante de las catarsis.

-Es posible, pero hacen falta muchos arrestos y un gran pacto político. No es sólo un problema técnico. Reformar una Constitución no es fácil.

-Usted habla de cirugía a corazón abierto, no de retoques como el que sacralizó el techo de déficit. Ésa fue la última reforma constitucional, y fue rápida.

-Aquí la enfermedad es gorda, hace falta una reflexión sobre el Estado entero. No es un problema de parches, de reformar tal o cual artículo. Hay que revisar todas las instituciones.

-¿Todas? ¿También la Corona?

-Existiendo un consenso y sabiendo lo que se quiere, ¿por qué no? Nada hay inmóvil en el Derecho. Ninguna institución está exenta de una revisión.

-¿Qué cambiamos? ¿Por dónde empezamos?

-Lo más urgente es reformar todo el Título VIII: las relaciones entre el Estado y las comunidades, la posición de la ley en el sistema, el régimen local. Es un conjunto ensamblado de piezas que deben encajar de manera distinta.

-¿Ha fallado el Estado de las autonomías? Las duplicidades, el derroche y el descontento perenne del nacionalismo han sido el pan nuestro de cada día.

-Ha proporcionado ventajas indudables, negarlo sería incluso ingrato, pero la crisis institucional ha sido progresiva y puede durar más que la económica. Esta reforma no admite la improvisación, y así se construyó nuestro Estado autonómico. Con la experiencia acumulada y la doctrina del Tribunal Constitucional tenemos las bases para una reposada reflexión.

-Para contentar al nacionalismo, a veces incluso por sincera convicción, se apuesta por un Estado federal en España. ¿No es ya el Estado autonómico suficientemente federal? ¿No son las autonomías estados en miniatura?

-No hay que huir del modelo de Estado federal. Puede que alguien lo considere contrario a la estabilidad que tenemos actualmente, pero podría ser una buena solución que no sé si los nacionalistas estarían dispuestos aceptar. En realidad, el modelo federal es útil porque cierra el sistema, acaba con el permanente e inagotable principio dispositivo. Actualmente, los estatutos de autonomía dan tanto o más poder del que se obtendría en un sistema federal. El sistema federal, sin embargo, impone un estatus de igualdad. Lo importante es que cualquier fórmula establezca unas reglas claras. La Constitución falla en eso. El ordenamiento jurídico español es confuso. Hay que limpiarlo de confusiones, aclarar qué es una competencia exclusiva, compartida o concurrente, qué corresponde al Estado y qué a las comunidades. El reparto del artículo 149 de la Carta Magna lo han ido clarificando los estatutos de autonomía y la doctrina del TC, que ha construido figuras que el artículo en cuestión ni siquiera contempla.

-¿Están reñidas ahora mismo la política y la ética?

-También en el sector privado hay mucha tela que cortar y se han cometido muchos abusos. No cabe la menor duda de que la clase política es un sector especialmente afectado por la corrupción o incluso con una inclinación a apoderarse del aparato del poder. La situación en España es de pérdida de valores en general, lo cual es sorprendente porque el pueblo español ha demostrado una categoría extraordinaria en la gestión de la crisis.

-Hacienda exigió en 2012 a las CCAA una reducción drástica de sus administraciones paralelas.

-La proliferación de entidades ha sido excesiva, se ha intentado reproducir el enorme sector público estatal, que en su momento tuvo su fundamento aunque ocultase en muchos casos una huida de los controles que supone el derecho administrativo. El derecho privado permite actuar con mucha más soltura y puede ser una puerta abierta a la corrupción. Regresar a la austeridad de la organización es muy importante.

-La Administración local da para otra entrevista: la recentralización que la oposición achaca al Gobierno con su reforma en ciernes; el papel de las diputaciones...

-La crisis de las entidades locales data de hace 200 años. El debate de las diputaciones es cíclico. El puzle no es fácil. No me parece bien que en la reordenación sólo operen criterios económicos. Un municipio no es una entidad cualquiera, es expresión de democracia, arraigo y articulación social. No se puede hacer una barrida sólo en función de criterios económicos. Quizás deberíamos hablar más de coordinación y tutela que de supresión, porque el propio pueblo no admitiría otra cosa.

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