Andalucía

La moraleja del abuelo y el pistolero zurdo

  • La campaña electoral se desarrolla en un pueblo como el de las películas del Oeste Todo es ficticio y hasta las promesas son, en esta ocasión, de cartón piedra

lA nueva campaña electoral tiene toda la pinta de que se va a desarrollar en un pueblo de cartón piedra como los que se levantan en las películas del Oeste. Todo es ficticio: los candidatos recorren las calles principales como hacían los pistoleros de Sergio Leone, con las manos dispuestas para sacar el rifle, pero caminando por un escenario de fachadas sin nada en su interior. Es una especie de duelo al sol entre cuatro líderes políticos, donde para alcanzar el éxito sólo puede quedar uno. Sin embargo, todo es falso. No se trata de matar al contrincante, sino de dejarlo lo suficientemente herido como para que no pase la siguiente ronda y lo suficientemente vivo para que te apoye si, al final, no te quedan bastantes balas para conseguir la estrella de sheriff.

Después de cuatro meses de negociaciones, donde apenas se negoció nada, estamos casi en el mismo sitio. Se inicia la nueva película con un pistolero sentado en la puerta de la cantina viendo como los demás se van matando entre ellos; otro montado al revés en el caballo, ya que los peligros que le acechan los tiene detrás suya; un tercero sin apenas balas en la recámara y un cuarto del que ninguno de los otros tres se fía, el del protagonista de un libro de Benjamín Prado. Ése que se titula Nunca le des la mano a un pistolero zurdo.

Si uno escucha a cada uno de los cuatro pistoleros en sus discursos, todos se siguen llevando igual de mal con los que se llevaban mal antes; e incluso los que un día se entendieron, ahora parece que no se entienden en nada. La imagen es evidente: o todo lo que se nos represente delante de este duelo es mentira, o será difícil consensuar un nuevo sheriff. Estamos asistiendo a la repetición de una aburrida historia, donde las altisonantes declaraciones en la cantina amenazan con tener la misma duración que las fachadas de cartón piedra del decorado: el tiempo que tarde en llevárselas el viento.

La última encuesta de opinión del CIS advierte que el personal tiene dos preocupaciones. De un lado, que no cabe ya un cartel más de Se Busca en el pueblo, después de que hubieran robado la cantina; se llevaran el dinero de las nóminas de los trabajadores del tren y hubiera un comisionista por la venta de cada mina de oro. De otro, que las calles se parecen cada día más a la de los pueblos de la frontera de México, con los habitantes sin nada que hacer y el sombrero incrustado hasta las rodillas para esconderse de tanta vergüenza ajena. Acudir a un duelo sin tener en cuenta esta doble circunstancia tiene su riesgo, el de acabar en una refriega entre pistoleros con balas de fogueo y el desinterés absoluto de los vecinos por participar de esta pachanga.

De momento, en estas elecciones, hasta las promesas son de cartón piedra. Se colocan para aderezar el duelo, pero se las llevaran cada uno a su casa en cuanto concluye la contienda. El personal empieza a estar harto de que sus representantes disparen con pólvora del rey y hay que creer muy poco en la inteligencia del personal para volver a ofrecer una bajada de impuestos como recompensa, después de dejarnos sin agua, sin pienso para los caballos y sin tierras para labrar durante cinco años.

En el oeste, el mundo se dividía siempre en dos categorías de personas, los que tenían el revólver cargado y los que cavaban. "Tú cavas", le decía el personaje El Rubio -Clint Eastwood- al malo de la película en El bueno, el feo y el malo. En esta España pre-electoral la división se asemeja mucho a la de entonces: unos pocos tienen las palas y unos muchos cavan. Y así no hay manera de salir del agujero. Hay un mensaje esencial en la película Mi nombre es ninguno, otro clásico del wéstern. Habría que tenerla en cuenta en este duelo electoral que vamos a vivir hasta el 26-J. El protagonista le dice a un compañero: "Por fin entendí la moraleja en la historia de tu abuelo. Esa de la vaca que entierra al pajarito en sus heces para mantenerlo caliente y luego llega el coyote y se lo come. Es la moraleja de los nuevos tiempos. No todo el que te cubre de mierda trata de lastimarte y no todos los que dicen que te sacan de ella lo hacen para ayudarte".

Palabra de pistolero de película.

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