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Andalucía

Mi única arma: la palabra

  • Gestionan suicidios, atracos con rehenes y extorsiones. Así son los negociadores de la Policía Nacional

Javier Pérez, uno de los negociadores de la Policía Nacional de Málaga.

Javier Pérez, uno de los negociadores de la Policía Nacional de Málaga. / javier albiñana.

"Quiero ayudarte. Vas a venir conmigo y no va a pasar nada. Yo estoy contigo". Javier minimiza la tensión y el estrés, que asfixian como una tenaza en el cuello. Su máxima, evitar tener que utilizar la fuerza y hacer entender al autor del atrincheramiento que la mejor opción es abandonarlo. Con la palabra como única arma, el policía ha culminado con éxito todas las situaciones en que ha sido requerido. La última de ellas, hace unas semanas, cuando persuadió a un individuo que llevaba encerrado varias horas en su vivienda en Málaga tras haber apuñalado, supuestamente, a un vecino.

El perfil del presunto agresor, de 25 años, con un carácter violento y antecedentes por golpear en la cabeza a un agente, precipitó la intervención del Grupo de Operaciones Especiales de Seguridad (GOES). No iba armado pero se encontraba solo en el inmueble y amenazaba con cometer una locura. Hubo que solicitar a la autoridad judicial la orden de entrada. Aparecía entonces en escena uno de los dos negociadores con los que cuenta la Policía Nacional en Málaga. "Creo que llegué en el momento adecuado, habían pasado muchas horas y ya no estaba tan activo", explica en tono modesto el inspector Javier Pérez. La situación, a su llegada, estaba controlada, en cierta medida por la confianza transmitida por un agente que había detenido al individuo en otra ocasión.

Fue su progenitora la que "sirvió de palanca" para incitarle a salir de la casa. "Empezamos a hablar por el balcón, le di las indicaciones sobre cómo tenía que hacerlo y lo que iba a pasar después. Muchas veces lo que quieren es que les des una salida", indica. El agresor tenía visión suficiente para percatarse del despliegue policial que su comportamiento había ocasionado en el exterior, lo que a veces puede recrudecer la presión. En unos 35 minutos se dio por finalizado el operativo, que se saldó ya de noche con su detención por intento de homicidio.

Cada plantilla sigue una serie de reglas que en el argot policial se conocen como protocolo de incidentes crítico. La primera actuación del negociador estriba en obtener información sobre lo que ha pasado, por qué se ha encerrado, cuánto tiempo ha transcurrido, si hay familiares cerca y hasta quién recibió la primera llamada. Se descartan las "negociaciones paralelas".

El 99% de los servicios a los que se enfrenta la Policía no implican la intervención de los profesionales de la conversación. Suelen solventarse valiéndose del "tono coercitivo" propio de la autoridad, que, en palabras de Javier, solo resulta efectivo si la persona "no está desbocada emocionalmente ni sufre una situación de crisis".

La actuación en un bar de Vélez-Málaga, donde el dueño se atrincheró durante horas para reclamar una solución con la comunidad de propietarios, forma también parte de su currículum como negociador. El responsable del negocio tenía "una escopeta de cañones paralelos", subraya el agente, quien reconoce que el interés mediático que suscitan los encierros entorpecen la mediación. Los periodistas recogían en casi riguroso directo las imágenes. "Salíamos en dos cadenas de televisión. El dueño me vio, a mí y al despliegue. Para nosotros es un problema", recalca.

Los negociadores también se ven obligados a manejar los hilos de un fenómeno que la crisis está agudizando: los suicidios. Son especialistas en escuchar, gestionar miedos y solventar el riesgo con palabras: "¿Por qué hoy? ¿Cómo quieres que me acerque? No has cometido un delito, has tenido un problema. Entiendo tu situación". El objetivo es lograr que el afectado vuelva "a su estado emocional".

Javier pertenece a la red de 50 expertos que la Dirección General de la Policía tiene repartidos en las distintas comisarías de España. Todos ellos, con dotes escénicas y extrovertidos, son voluntarios, están disponibles las 24 horas los 365 días del año y trabajan por parejas. "Hay un negociador primario que es el que habla y otro, secundario, que le anima. Pueden relevarse. Utilizamos una pizarra para darnos las indicaciones", precisa. Siempre actúan bajo una premisa: el que negocia no manda y el que manda no negocia. Y ello para evitar casos como el que ocurrió en Alicante, donde un comisario "se llegó a quedar en calzoncillos porque se lo exigió un atracador".

Los secuestros virtuales se tratan como si fueran reales. El inspector resolvió el que sufrió una enfermera malagueña cuando se encontraba en México. "Me entró una llamada a las cuatro de la tarde y a las doce y media de la noche la localizamos. Asesoramos a su hermana, que pensó que la habían raptado hasta que se detuvo al autor", recuerda.

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