Esta boca es tuya

Antonio Cambril

cambrilantonio@gmail.com

Septihembra

Si el proyecto no se autofinancia, nos encontramos ante un derroche de fondos públicos, una auténtica 'despilafarra'

Enera, Febrera, Marza, Abrila, Maya, Junia, Julia, Agosta, Septiembra, Octubra, Noviembra y Diciembra. Así. Con un par de ovarios. La Universidad de Granada ha editado un calendario, Calendaria según las autoras, y ha convertido el año en doce mesas. Podrían haber salvado Abril, haber incluido Julia y haber parido Septihembra, como le he leído a un señor en las redes. Ni eso. La idea es de una pobreza intelectual supina, carece del más mínimo ingenio y no contribuye a avanzar en la conciliación laboral, la liberación y la igualdad entre los sexos. Es más, juega en contra. Si el proyecto no se autofinancia, nos encontramos ante un derroche de fondos públicos, una auténtica despilafarra a cargo de unas cuantas feministas de salón, de unas jóvenes afortunadas que desconocen la realidad de sus congéneres: de las chicas que tienen que buscar empleo a miles de kilómetros, de las paradas mayores de 55 años, de las miles de trabajadoras que cobran menos que sus compañeros por realizar la misma faena, de las maltratadas, de las niñas con el clítoris mutilado. Es que enseñas la calendaria a una afgana y se le parte el burka.

Por más que las fotos sean buenas, que lo son, que se inspire a la contra en almanaques como el de Pirelli, donde lucen unas chatis explosivas y que aún se pueden ver en algunos centros de trabajo, la calendaria no transgrede ni fomenta la igualdad de oportunidades. Se trata de un machismo inverso y descerebrado que perjudica a la causa que pretende defender al identificar al feminismo con un grupo de iluminadas que o bien se sirven de él o bien viven en su nube. Tampoco consigue despertar la atención sobre el machismo en el lenguaje, que es a donde apunta el director de la Unidad de Igualdad de la UGR. Mantiene Miguel Lorente que "el machismo ha presentado la realidad como una incógnita con el objeto de quitarle el significado a cada día, a cada mes". Lo que, traducido del papaupa, parece abogar por la llegada de la igualdad al diccionario. Vale. Pero imponer a la calle la jerga impostada de los despachos constituye una misión imposible. Sucede con el empalagoso "compañeros y compañeras", tan propio del discurso político, que ya han hecho suyo hasta algunas progresistas del PP. Al chaval que se le ocurra decir a sus amigos "nosotros y nosotras nos vamos a tomar una birra" lo toman directamente por lila.

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