Percepción y proporción

La obesidad no es una patología asintomática, pero cuesta percibirse gordos con la excusa de la proporción

Hay quienes manifiestan su reserva, hasta su ojeriza y prevención, ante los canijos. Y dicen que estos son algo atravesados, más que débiles o enfermizos, incluso malas personas. Quizás señalados y singulares flacos han hecho categoría, generalidad, de la anécdota para levantar este estereotipo bien infundado. Por la lógica de los antagonismos, se estima a los gordos, a los rellenitos con el eufemismo suave, como personificación de la bondad y de la mansedumbre, acaso porque su orondo porte tenga bastante limadas las aristas del mal carácter. Tales atribuciones, unas y otras, guardan relación con el percibir. Por eso tienen interés los resultados de una encuesta, de la Sociedad Española para el Estudio de la Obesidad, que constata esta situación: ocho de cada diez obesos no se reconocen afectados por una patología. Asociar obesidad a enfermedad resulta contrario a la deseada condición de gordo saludable, cuando el hambre hacía de las suyas por estos pagos nuestros. Pero los endocrinos y nutricionistas no se remilgan al afirmar que la obesidad es una patología vinculada a una cohorte de males mayores, donde se reúnen la hipertensión, la artrosis, las enfermedades cardiovasculares y el cáncer para asustar con duros estropicios.

Mañana sábado, el tercero del mes de mayo, se celebra, por ello, el Día Europeo de la Obesidad. De modo que no habrá mejor campaña de prevención -además de arrinconar el sedentarismo, el picoteo insaciable o el mal y corto sueño- que la de engañarse menos. Cuestión difícil porque no solo opera la voluntad -cómplice del comienzo fervoroso de las dietas así como del fin de sus disciplinas- sino el modo en que se resuelve el ejercicio -más introspectivo, hacia dentro, que luminoso- de contemplarse y reconocerse uno mismo en el espejo de la complacencia o del descontento. Claro que frente al engaño piadoso -de esa pasta están hechas las mentiras que se dicen porque evitan a otros disgustos o penas- está el veredicto del Índice de Masa Corporal (IMC). Fórmula por la que se divide el peso en kilogramos por el cuadrado de la altura en metros, para que los mortales quedemos repartidos entre bajo peso, peso normal, sobrepeso y obesidad. Al cabo, todo es asunto de proporciones, además de percepciones, porque las tres Gracias de Rubens, en su barroca y deliciosa prestancia, no están hechas de masa corporal, sino de benditos cuerpos exuberantes.

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