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Arte

Arte y mercado del arte

Pepe Cobo

Galerista

Para entender la situación del mercado del arte actual es necesario que nos desplacemos como poco hasta el año 1971, año clave ya que aparece el índice Times -Sotheby (comenzado en 1967 por Peter Wilson, presidente de Sotheby's y llevado a cabo por The Times, The New York Times y Connaissance des Arts), que señala el valor del arte siguiendo los criterios de las subastas públicas en todo el mundo, pasando a tener una consideración adicional al valor propio, intrínseco, de la obra de arte. Se llega por tanto a la conclusión de que el arte es un valor importante desde un punto de vista de inversión, con criterios estrictamente económicos, por lo que las distintas fuentes de acumulación de dinero, los grandes fondos de inversión, empiezan a tener en cuenta esta variable, dándose progresivamente un cambio en los patrones de las subastas públicas a la hora de vender obra de grandes artistas, principalmente en Nueva York, a mediados de los años ochenta (época del gran boom de las subastas de arte).

 

Desde principios del siglo XXI se da una situación de creciente economía a nivel mundial, que además viene impulsada por el florecimiento de las economías más emergentes del Este (India, Rusia y Golfo Pérsico, principalmente), llamadas en parte por la simbología de exaltación de poder que tanto la vieja Europa como Estados Unidos habían establecido en el siglo XX (mediante la construcción de grandes edificios, como rascacielos, por ejemplo), donde el arte aparece también como una manifestación más de ese éxito y poder. En este marco de esplendor económico, a partir del año 2000, se da el ambiente propicio para que el mercado del arte logre precios récord en las distintas subastas en todo el mundo, sobre todo de grandes artistas de los años sesenta y setenta, resultados que todos hemos podido ir comprobando dado su carácter público. Además, se da la peculiaridad de que, al empeorar la situación económica a nivel global, el mercado del arte ha seguido avanzando sin verse afectado por las diversas crisis y devaluaciones de las economías de los países europeos.

 

Reflexionando sobre la idea del arte y su desarrollo a lo largo de la historia hasta nuestros días, llegamos a la conclusión de que, debido a varios factores, algunos de ellos ya mencionados, ha tenido lugar una escisión entre arte, precio y valor, es decir, una escisión entre arte y mercado del arte. Así, el mercado va a marcar una tendencia propia basada y soportada casi en exclusiva en el dinero, sin importar la mayoría de las veces la calidad en sí de la propia obra de arte y su contexto en la producción de cada creador, situación agravada en determinados momentos como el actual, donde el precio que consiguen las obras se convierte en un criterio de valor más. Es decir, el arte se aleja del criterio académico e historicista para ser valorado casi en exclusiva por su valor económico.

 

El mercado, además, adopta una posición muy conservadora, privilegiando y haciendo destacar sobre el resto obras de formato doméstico y técnica tradicional (pintura sobre lienzo, sobre todo), en detrimento de otros formatos: soportes delicados, obras sobre papel y esculturas de materiales que difieren del clásico bronce, ya que todos ellospueden presentar un riesgo debido a su fragilidad y posible deterioro en el corto y medio plazo (lo que conlleva un riesgo de conservación, intrínseco por su propia naturaleza o por causas exógenas). No podemos olvidarnos de las obras fotográficas ni tampoco de las obras industriales apoyadas en certificados que condicionan la existencia de la pieza, dándose así una contradicción entre el mercado (primando los valores seguros) y la evolución natural del propio arte, que después de 1917, con Marcel Duchamp firmando y declarando un "urinario" como obra de arte, se transformó sin posibilidad de volver atrás, evolución que aún hoy seguimos viviendo.

 

Hablar de obras seguras para el mercado es hablar principalmente de pinturas sobre lienzo, de formatos pequeños (si no pequeños sí domésticos), con un marcado carácter estético. Pienso por ejemplo en las obras de Gerhard Richter, que están alcanzando valores históricos elevadísimos, más aún tratándose de un artista vivo, que en mi opinión no forman parte de su mejor producción y condicionan los valores que la obra del artista alemán alcanza en las grandes subastas en todo el mundo. Otro ejemplo que me parece muy significativo es la obra Los jugadores de cartas de Paul Cézanne, la obra más cara vendida en subasta hasta la fecha (alcanzando los 191 millones de euros), que desde mi punto de vista es una obra convencional, estética y hasta casi decorativa, que no es expresión de la mejor producción del artista francés (para mí, la obra pionera y mucho más radical que antecede los movimientos artísticos posteriores).

 

Afortunadamente, hablar de arte no es sólo hablar de mercado y hoy más que nunca es fundamental la posición de los museos. Basándose en una ética académica e historicista, en apariencia relegada a un segundo plano por los criterios del mercado, los museos nos ayudan, y esperemos que sea así por mucho tiempo, a seguir defendiendo una postura crítica y objetiva sobre el arte, sin atender a esos criterios y precios que se han establecido poco a poco como baremo y criterio único del arte. Es decir, ayudan a marcar la diferencia entre el arte y el mercado del arte, que son dos realidades bien diferenciadas.

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