-Casta parece significar para Podemos PP y PSOE. ¿Incluye el término también a IU?

-Los partidos están compuestos por mucha gente y en muchos casos honesta. Es un término para referirnos a cómo una minoría lleva décadas consiguiendo que las instituciones sean su cortijo privado y que lo público funcione siempre al servicio de unos pocos. Nos referimos a quien lo hace pero también a los beneficiarios de las élites económicas y financieras que han conseguido favores gracias a un mercado de intercambio: yo te financio una campaña, tú me das una obra pública. Una de las virtudes de la palabra casta es que evita que ese comportamiento quede ocultado por las supuestas diferencias que tienen los partidos en campaña electoral.

-¿Están ustedes a favor del derecho de autodeterminación de Cataluña y País Vasco?

-Nos parece democrático que la gente decida cuál es su identificación nacional y de qué arquitectura jurídico-institucional se dota. Somos una fuerza política española y con la diversidad de este país queremos construir algo nuevo, pero esa construcción no la queremos hacer por obligación sino por seducción. Cuando uno quiere seducir, tiene que asumir la posibilidad de una negativa. Queremos articular un proyecto de país de países con respeto a nuestras diferencias. Eso seguramente exige una modificación de la Constitución, pero también la capacidad de convencer y negociar. Me da envidia la actitud del Gobierno británico cuando dice: "no queremos que Escocia se marche pero tiene derecho a decidir". Me parece que ésa es normalmente la actitud más lógica: basta prohibir algo para estimular lo contrario.

-No hacen demasiado énfasis en la democracia directa.

-Hay que expandir la democracia: está bien elegir a nuestros representantes en las Cortes pero no basta. Recursos naturales, empresas, acuerdos internacionales... eso ha de estar sometido al control de la gente. Para que haya democracia tiene que haber una base mínima de ciudadanía edificada a partir de derechos básicos: salud, vivienda, empleo, educación. Cuando uno vive presa del miedo es más siervo que ciudadano. Tampoco basta con que la democracia abarque muchas cosas. Tiene que haber capacidad efectiva de ejercerla en lo cercano, en la revocación de cargos electos, el derecho a conocer qué se hace con su dinero, a quién se licitan obras públicas. ¿Se puede decidir todo por democracia directa? Yo creo que no. ¿Se pueden ensayar mecanismos como el referéndum y otras fórmulas de control y participativas a través de las nuevas tecnologías? Nosotros lo estamos poniendo en práctica. Una buena parte de la representación institucional sirve, pero en general se enmarca en un edificio tan agrietado que hay que emprender transformaciones estructurales.

-Con la renta básica hay dos problemas: cómo se financia y dónde se pone el límite para no desincentivar el empleo.

-Hablamos de un mecanismo de rescate de las personas que reinserta a amplios contingentes en el mercado. Es dinero público que vuelve a las arcas públicas. En ningún caso se puede convertir en un desincentivo para el empleo. Pero también se está abaratando en exceso el empleo y no se garantizan las condiciones mínimas para que las familias subsistan. En un momento en que los actores privados de la economía no son capaces de inyectar más dinero, es el Estado el que tiene que actuar de empleador en última instancia, favorenciendo ese salto adelante que ponga en marcha la rueda económica. Esto no es demasiado sofisticado: tiene que ver por ejemplo con el New Deal.

-¿Euro sí o no?

-Hay que recuperar la soberanía económica, y eso nos aboca a una situación de integración regional. Pero ese proyecto es fallido, presenta una Europa de dos velocidades con un BCE no diseñado para el empleo ni para estrategias de desarrollo. El BCE no le puede prestar a los Estados pero sí muy barato a los bancos privados para que acto seguido le presten más caro a los Estados. Parece diseñado para favorecer esta inmensa burbuja de especulación financiera. Creo que estaríamos mejor dentro del euro. España es la quinta economía de la Eurozona [la cuarta, en realidad]. Eso significa que podríamos tener una baza negociadora y ya está en la mente de los principales economistas. Lo que pasa es que los acreedores necesitan prolongar la ficción de que todo se puede pagar y se puede pagar ahora.

-¿Siente Podemos que asusta?

-Sentimos que hay una campaña de miedo que no funciona demasiado bien porque es muy evidente que cuando unas élites dominantes todavía mandan pero ya no generan consenso, el último recurso que les queda es ése. Además, quienes generan este miedo visitan permanentemente los juzgados. ¿Qué credibilidad tienen cuando dicen que la democracia está en peligro? Vivimos una situación tan dramática que a la gente lo que le da miedo es que esas élites sigan al mando. Además, nos estamos nutriendo en muchos casos de gente capaz que ya ha hecho su trabajo: médicos, profesores, técnicos que nos piden simplemente poder hacer bien las cosas. Hemos tenido un mecanismo de selección adversa por el cual se ha promovido sistemáticamente a los peores mientras los mejores se encuentran maniatados.

¿Y qué fue en España de la buena educación?

"Junto con la descomposición de los grandes consensos y de las instituciones vivimos una descomposición moral. Quienes tenían que ser ejemplo de moralidad han sido todo lo contrario, produciendo un territorio civil fragmentado en el que se ha fomentado el cinismo, la resignación, la desconfianza hacia lo colectivo. Ser ciudadano es tener derecho a tener derechos pero también comprometerse con las obligaciones de la vida en común. Podemos ha nacido para conquistar el Gobierno de España y ponerlo al servicio de las necesidades de la mayoría social. Pero junto a eso hay que hacer una gran labor de pedagogía. No nos alcanza con ganar si no nos acompaña una ciudadanía crítica que revisa y empuja".