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el resto del tintero

La oposición aspira al poder

  • PP y Podemos entablan conversaciones para elegir a un presidente de la Cámara de IU en contra del PSOE, saltaría por los aires la estabilidad de Susana Díaz y los compromisos de Rajoy

CUANDO Luis Pizarro ocupe este mediodía el sillón del presidente del Parlamento andaluz por su condición de ser el electo de mayor edad, aún no habrá nada seguro, la Cámara se dispondrá a vivir una hora y media de incertidumbre, de nervios y de miradas cruzadas porque, al final, puede ocurrir casi todo: sin un acuerdo institucional entre los cinco partidos, el presidente elegido podría ser del PSOE, porque es el grupo mayoritario, o de IU, en el caso de que fructifiquen las negociaciones que han iniciado el PP y Podemos por separado con la formación de izquierdas. Si esto finalmente ocurre, habrá comenzado una legislatura inestable, que sólo podría reconducirse si los socialistas de Susana Díaz logran forjar una alianza con los nueve parlamentarios de Ciudadanos.

Pero, incluso, si la estrategia de la oposición no se sustancia esta mañana, el amago será un aviso de que Susana Díaz comienza a andar sobre arenas movedizas, un firme mucho más inestable que el de su anterior pacto con IU. Es eso, precisamente, lo que quiere demostrar la oposición, y con especial interés IU y del PP: que la convocatoria anticipada de elecciones no ha conseguido el objetivo de la estabilidad para la que fue ideada. Con ello, pretenden derrumba el argumento de la presidenta, pero esta navaja guarda un doble filo.

Los negociadores de la oposición se pasaron hablando toda la mañana y la tarde de ayer. Si el PP y Podemos votan juntos al candidato de IU, este partido colocaría al presidente del Parlamento -por ejemplo, Antonio Maíllo-, en una elección anómala por cuanto la federación de izquierdas es el grupo minoritario, con tan sólo cinco escaños. Supondría además un incumplimiento de los compromisos de Mariano Rajoy y de Juanma Moreno porque ambos aseguraron que respetar la lista más votada significaba no estar en otras maniobras "ni cosas raras" como las que hoy se pueden ver el Parlamento. Además, la elección de IU lleva implícito un primer pacto entre PP y Podemos; todo lo dicho hasta ahora se derrumbaría. Es la Mesa, no es el Gobierno, pero supondría un prólogo un tanto inquietante para toda la legislatura.

La oposición está legitimada para hacerse con la presidencia del Parlamento si entiende que la mejor forma de controlar al Gobierno pasa por que el PSOE no controle la Mesa, que es la encargada de aprobar el orden del día de las sesiones. Y si esto es posible es porque los resultados obtenidos por el PSOE el 22-M, esos 47 escaños, no son suficientes para gobernar en solitario, tal como ha venido defendiendo la presidenta en funciones, Susana Díaz, hasta este momento. Tanto si la oposición da el paso para actuar como una tenaza contra el PSOE o como si sólo es un amago, la legislatura comenzará bajo la sombra de una gran incertidumbre.

La queja del PP y de Podemos es que los socialistas no han asumido que sólo cuentan con 47 escaños, a ocho de la mayoría absoluta. Con un Parlamento tan dividido y con tres fuerzas con las que pactar, los negociadores socialistas no lo deberían tener tan difícil, la alianza es posible, pero exige otro enfoque del problema. El lunes después de la noche electoral, Susana Díaz instauró su forma de Gobierno en solitario basándose en que los 47 escaños le eran suficientes porque sólo dos grupos, Podemos y PP, podían echarle para atrás las iniciativas. Bien, pues puede suceder.

Las relaciones entre Susana Díaz y Juanma Moreno están muy deterioradas y rotas en el caso de Antonio Maíllo. Podemos sigue siendo una incógnita, de tal modo que al PSOE sólo le queda Ciudadanos, que es el partido con un planteamiento más moderado. Si la legislatura se abre con esta imposición al partido más votado, la oposición estará tentada de ejercer el poder frente al Gobierno, que es lo que sucedió en la legislatura de la pinza, entre los años 1994 y 1996. El problema no es contar con un Parlamento ágil, dinámico y vivo, sino con una apisonadora que no deje gobernar al Ejecutivo.

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