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José Francisco Jiménez-Díaz

"Ahora los líderes políticos son débiles y reacios a los cambios"

  • El investigador de la Universidad Pablo de Olavide compara a los dirigentes actuales con los de la Transición, sobre los que ha publicado un libro en EEUU.

-Acaba de publicar en Nueva York Political Leadership in the Spanish Transition to Democracy (1975-1982) junto con Santiago Fernández, un libro sobre la Transición Española. ¿Cómo de importante es que haya sido publicado en inglés?

-La Transición es un tema de especial interés también fuera de España, sobre todo porque fue un cambio político de enormes dimensiones hecho desde arriba, por parte de las propias élites políticas. No se puede decir que fue un proceso fácil, pero fue un cambio pacífico de una dictadura a una democracia liberal en muy poco tiempo.

-¿Qué diferencia a este libro de otros estudios sobre la Transición Española?

-Se han llevado a cabo miles de estudios sobre el tema, de hecho nosotros citamos más de cien al comienzo del libro. Pero nunca antes se había prestado demasiada atención al papel del liderazgo de actores políticos más allá de Adolfo Suárez y Felipe González. Nosotros hemos hecho especial hincapié en la influencia de otros actores de la Transición, como Torcuato Fernández-Miranda, Manuel Fraga, Santiago Carrillo, Fernando Abril-Martorell, Jordi Pujol, Francisco Fernández-Ordóñez, Alfonso Guerra y Xabier Arzallus.

-¿Se infravalora la importancia del liderazgo en política?

-Uno no puede estudiar las transiciones democráticas sin saber el papel que desempeñan los líderes políticos, que son los principales actores en la democracia. La Transición se logró vía transacción entre los líderes, y hay que estudiar no sólo qué acordaron sino cómo lo acordaron. La forma en la que se llevó a cabo la Transición condiciona la política hoy en día. Y debe recordarse que la hicieron posible los actores políticos, más que los partidos.

-¿Por ejemplo?

-Adolfo Suárez y Fraga, por ejemplo, fueron actores importantes en el aparato de gobierno de Franco, y Felipe González se educó en el franquismo, en un colegio elitista. Pero todos comprendieron que la dictadura era insostenible y la desmontaron desde dentro, lo cual no deja de ser paradójico.

-¿Carecen los líderes políticos actuales de la cultura de pactos que hizo posible la Transición Española?

-Hay que tener en cuenta que la Transiciónfue un proceso de negociación, un acuerdo que no consistió en aceptar lo que proponía el partido contrario y pedir que hiciera lo propio, sino en crear espacios políticos comunes, que se materializaron en la Constitución del 78. Además, gran parte de las negiociaciones importantes no tuvieron lugar en sede parlamentaria. Si bien es cierto que la sociedad española ha estado históricamente dividida, a partir de los años 90 el debate político se ha ido polarizado tanto que dificulta el debate y la reflexión. Ahora los líderes políticos buscan deslegitimar al adversario ante todo y carecen de la suficiente disposición para llegar a acuerdos importantes.

-¿Qué es lo que más ha cambiado desde la Transición?

-La emergencia de nuevas formaciones políticas y la brecha generacional en el electorado ha hecho que las campañas se dividan entre partidos nuevos contra partidos viejos, que son los que salieron de la Transición. Hay un aspecto estructural en la política actual que no se daba entonces: ningún líder estaba anclado a partidos consolidados o donde se hubiera creado una red de intereses que no permitieran negociar las cosas. El PSOE se estaba recomponiendo y el PC volvía del exilio, mientras que UCD y Alianza Popular eran partidos basados en coaliciones políticas y no muy consolidados. Ésa fue una de las razones por la que los líderes políticos de finales de los setenta y comienzos de los 80 pudieran crear consenso. Hoy en día los partidos han creado una maquinaria burocrática muy fuerte y tienen una clara tendencia oligárquica, como decía Robert Mitchels, mientras que los partidos de la Transición no eran partidos de masas, sino más bien parecidos a los partidos de notables del siglo XIX.

-¿Tenemos peores líderes políticos ahora?

-Últimamente los líderes políticos han dejado de liderar. Esto parece una cuestión bastante simple, pero no lo es tanto. Liderar no es fácil: requiere tener una idea clara de hacia dónde se quiere ir y cómo llevar a la gente allí. Ahora tenemos un liderazgo líquido, líderes débiles, reacios a encabezar cambios de calado y gobernar para la mayoría, más allá de una visión puramente partidista y gobernar para su votante medio. Varias cosas han cambiado desde los años setenta y ochenta: Suárez y González sólo tenían que lidiar con dos canales de televisión, algo fácil de controlar, pero la proliferación de medios de comunicación ha vuelto a los líderes excesivamente dependientes de la opinión pública, que reclama soluciones inmediatas a problemas complejos y hace difícil solucionar problemas políticos.

-Últimamente se está invocando mucho el espíritu de la Transición y de Adolfo Suárez.

-Lo han hecho tanto Albert Rivera como Rajoy, e incluso Pedro Sánchez. Lo que parece haberse olvidado es que Adolfo Suárez fue el político más defenestrado del siglo XX en España. Aquí tenemos la virtud de enterrar muy bien a los muertos y despreciar a los vivos, pero en su momento no se supo apreciar la valentía de Suárez durante la Transición.

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