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Alfonso guerra

"Se llama crisis, pero es un atraco cometido por gente de etiqueta"

  • El ex vicepresidente del Gobierno de González dice que la labor de Zapatero es "en líneas generales, positiva".

ES un político que se las sabe todas y algunas más. Fue un socialista renovador que ahora es histórico, pero sigue ahí. Sale al escenario sólo cuando le apetece, o cuando piensa que hace falta. Nos recibe en su despacho de la Fundación Pablo Iglesias, en Madrid, donde desempeña cargos institucionales reservados a personalidades veteranas y de prestigio. No está en tiempo de mítines, para dar caña; tampoco es un diplomático de carrera. Es Alfonso Guerra.

-Intervino en el mitin de Rodiezmo, como en los últimos años, pero después pasa a un segundo plano político. ¿No le gustaría tener más protagonismo?

-Nunca he tenido ambición de protagonismo. Mi llegada a la política no fue vocacional, fue porque me había comprometido contra la dictadura, en la lucha por la libertad. Y si después he seguido fue por un compromiso moral, porque los compañeros empujaban. En cuanto a Rodiezmo, voy desde hace 28 años porque me invitan los mineros asturianos. Allí hago una intervención breve, afectuosa. No es un mitin, es una fiesta familiar. Es un acto entrañable, al que le tengo mucho cariño.

-Este año habló de corrupción y de chorizos, y lo criticaron…

-No, no crea. Mi intervención allí fue muy bien recibida.

-Yo no digo allí, digo en los medios de comunicación. Y por sus rivales políticos…

-En España hay gente que me tiene un gran afecto y que considera las cosas que yo digo. Y luego, claro, hay una minoría que es totalmente contraria, y lo entiendo, porque no les gusta cuando toco algunos temas que los ponen muy nerviosos. Eso ha sido siempre así.

-¿Le fastidió que en algunos periódicos le recordaran otra vez el caso Juan Guerra?

-La verdad es que yo estoy curado de espantos con los periódicos. No me molestan las críticas que quieran hacer. Sé que hay gente que no coincide nada conmigo, pero hay muchísima más que me aprecia.

-¿Hay más corrupción política ahora que en sus tiempos de vicepresidente del Gobierno?

-La corrupción en España es escandalosa porque es un delito muy grave. Pero la corrupción es minoritaria, entonces y ahora. Fíjese que ahora mismo hay unos casos espantosos de corrupción. Pongamos que afectan a tres, cuatro docenas de municipios… Pero en España hay más de 8.000 municipios. Generalizar a todos los alcaldes y concejales de todos los partidos, que en su mayoría trabaja con honradez, no parece muy justo.

-¿Hace falta un pacto anticorrupción en España?

-Haría falta que a las personas incursas en casos de corrupción no se les diera oportunidad de mantenerse en sus partidos. Aquí hay dos maneras de tratar esto. El PSOE actúa y saca de su organización a todas las personas incursas. Sin embargo, en esto del Gürtel, Valencia, Baleares, el PP no responde de la misma manera. Después quieren hacer un pacto contra la corrupción. Está bien, pero los comportamientos de los partidos dicen mucho. El líder del PP dijo que quería un partido unido y limpio. Hombre, en estos momentos, podía haber buscado otros adjetivos…

-¿El caso Gürtel es más grave que otros menos populares?

-Estas cosas no se miden al peso. Es verdad que en cualquier institución, en cualquier entidad, puede haber alguna persona que no respeta las normas, que es un sinvergüenza, que se aprovecha… En el caso Gürtel, sin embargo, parece que es una organización mafiosa. Sólo en la comunidad de Madrid hay 350 contratos a esta red mafiosa. No es un sinvergüenza aislado, sino una cosa bastante organizada. Eso lo diferencia.

-¿Qué ha cambiado desde que está Zapatero como presidente?

-Ha hecho innovación en cuestiones de derechos. Ha luchado mucho por derechos de las minorías que estaban más alejadas, ha mejorado el bienestar social, ha hecho casi una lucha personal por la política social… Dedica más del 50% del Presupuesto a política social. Internacionalmente, ha recuperado prestigio, que se perdió en tiempos del Gobierno del PP con su apoyo a Bush y la guerra de Iraq. En fin, es una labor, en líneas generales, positiva.

-¿En qué ha fallado Zapatero?

-Se podría pensar que el Gobierno, con buena intención, ha estado un poco retrasado en la aceptación de que había una crisis económica. Dudó al principio sobre si aceptar la crisis, y luego se ha revelado como una estrategia equivocada. Y está la reforma de los Estatutos, que ha sido un camino complicado. En Cataluña se elaboró un Estatuto que no podía pasar por las Cortes, y hubo que modificar 168 artículos, y todavía estamos pendientes de la sentencia del Tribunal Constitucional.

-¿Los ministros socialistas de ahora están menos preparados que los de Felipe González?

-Cada generación tiene derecho a su propia estrategia, incluso cuando a veces uno pueda no coincidir con esa estrategia. Ésta es otra generación, que tanto en la derecha como en la izquierda, es menos propensa al consenso que la anterior. Los años de la Transición dieron una prueba de la conveniencia del consenso. Pero ahora hay gente más joven, menos ligada a la lucha contra la dictadura, y tienen otra visión del futuro. Es su derecho.

-¿En los tiempos de Felipe González vivíamos mejor?

-Ésos son latiguillos sin sentido. Zapatero ha continuado la labor de Felipe González. Otra cosa es que uno se sienta más cómodo con tales o cuales políticos.

-¿El PP de Rajoy es peor que el de Aznar?

-Yo no lo creo, sinceramente. Rajoy es una personalidad un poco irresoluta, que un día da un puñetazo y dice: "¡Se me ha acabado la paciencia!". Y eso ocurre un jueves, y añade: "El martes diré lo que voy a hacer". Pues dílo ya… Es irresoluto, pero no tiene esa arrogancia que mostraba Aznar, ese desprecio a la legalidad. Eso no se da en Rajoy, en eso le gana. Ahora Aznar parece quejoso de que no responde a lo que él quisiera.

-¿Qué le parece la crisis?

-Una crisis terrible, creada por la élite financiera internacional, sobre todo por la que tiene sede en EEUU. Antes las empresas tomaban decisiones a través de sus dueños. Ahora los dueños reciben los beneficios y las decisiones las toman los gestores, que han puesto las empresas a su servicio, con operaciones fantasmas, hasta que se viene todo abajo. ¿Y eso quién lo paga? La gente más humilde…

-¿Es una crisis contra los pobres?

-Se llama crisis económica, pero en realidad es un atraco por gente de etiqueta, de cuello blanco. Y, por cierto, pareció que los grandes grupos económicos lo iban a corregir, pero estamos viendo otra vez lo mismo… Hay dirigentes financieros con salarios de 18 millones de euros anuales, otros que se jubilan con 5 millones de euros… Son cifras escandalosas. Esto se sufre sobre todo en el Tercer Mundo. En Europa el problema puede consistir en restringir las vacaciones, pero en África se mueren los niños de hambre. Han arruinado al mundo.

-Pasemos a Andalucía. ¿El PSOE es invencible?

-Ningún partido es invencible. Es verdad que el PSOE lleva muchos años triunfando, pero no es un derecho eterno. Hay que procurar que las cosas sigan así, sin tener presunción ni arrogancia.

-¿Hay alternativa?

-Una alternativa clara no hay. El PP de Andalucía se ha encerrado en negar todo, y eso la gente no lo entiende. Yo he estado en la oposición con UCD, y si había que colaborar, o pactar, lo estudiábamos. Eso no se da en Andalucía. Es verdad que el PP, con respecto a los 80, se ha aproximado más, pero no está cerca. Veremos hasta dónde llega en las próximas elecciones.

-¿Qué le parece la bicefalia de Griñán y Chaves?

-Esto es opinable. ¿De qué depende? Según mi criterio, de que los dos luchen por lo mismo. Por ejemplo, cuando las primarias de Borrell y Almunia, que compitieron entre sí, yo les dije que no podían seguir los dos, uno como candidato y otro como secretario general, y no lo entendieron. Pero este no es el caso de Griñán y Chaves.

-¿Se debe convocar el congreso extraordinario para que Griñán tenga los dos cargos?

-Se puede hacer el congreso, pero prisa no existe. Siempre, claro, que el partido esté dispuesto a apoyar a quien tiene la máxima representación institucional.

-¿Usted de qué es partidario?

-Las dos fórmulas son posibles. A mí me da igual. Pero si el sistema no funciona, hay que cambiarlo.

-¿Cómo será el socialismo del futuro?

-Pues no lo sé… El mundo ha cambiado de forma espectacular en los últimos 50 años, con tanta rapidez que quizá no ha sido asimilado del todo por la socialdemocracia. Hay que ir a los principios. ¿Y cuáles son? Que las personas puedan emanciparse, que tengan un criterio propio. Yo hablo con gente de derecha y me dicen: "Pero, hombre, si el socialismo está ya antiguo". Y yo les digo algo que los deja sin respuesta: el socialismo es que nadie tenga tanto como para poner a nadie de rodillas, y que nadie tenga tan poco como para verse obligado a ponerse de rodillas delante de nadie. Eso es el socialismo para mí. No hace falta más.

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