Andalucía

El buitre negro remonta el vuelo

  • La población de la mayor de las aves de Europa crece cada año en la comunidad y consigue escapar del peligro de extinción.

El buitre negro es una de las cuatro grandes aves carroñeras de la Península junto con el buitre leonado, el quebrantahuesos y el alimoche. Las poblaciones se distribuiyen por Extremadura, Castilla-La Mancha, el norte de Castilla y León, Madrid, la isla de Mallorca y Andalucía. El retroceso de la especie hizo que en los años 60  llegasen a quedar menos de 200 parejas en España. Sin embargo, el buitre negro ha logrado recuperarse y su población hoy llega a 2.240 parejas.

En Andalucía, hace diez años la población de este ave -el de mayor envergadura de Europa, hasta tres metros- no superaba las 170 parejas. Por esta razón la rapaz fue incluida dentro de la categoría de En Peligro en el Libro Rojo de los Vertebrados Amenazados. A partir de 2001 la Consejería de Medio Ambiente inició un plan para la conservación de la especie con el objetivo de que alcanzase un tamaño de individuos que redujera la categoría de amenaza. La población reproductora en la comunidad está compuesta hoy día por unas 299 parejas, lo que significa para los técnicos de la Junta una presencia mínima de 395 individuos sexualmente maduros.

Esta progresión ha venido observándose desde hace cinco años y por ello Medio Ambiente ha determinado que, de acuerdo con la Unión Internacional de Conservación de la Naturaleza (UICN), el buitre negro puede pasar ya en Andalucía a una categoría de menor riesgo: vulnerable. ¿Cómo se ha llegado a esta feliz noticia? Por tres lógicas razones: el éxito reproductor, moderado en esta especie no obstante; la disponibilidad de comida y la disminución de riesgos como los cebos envenenados.

La población reproductora del buitre negro crece a un ritmo anual del 5,66% desde 2002 y ofrece cada año "cifras históricas" (299 parejas censadas este año), según exponen los técnicos del programa de conservación en un avance del informe 2009-2011 fechado en septiembre. De hecho, el éxito reproductor, añaden los técnicos, ha ofrecido valores normales en dos de las cuatro poblaciones mayores de la comunidad, las de la Sierra de Hornachuelos y la Sierra de Andújar, circunstancia que no se había dado desde el inicio del programa.

En la Sierra de Hornachuelos (40 parejas) hay signos de recuperación después de 2005, cuando se produjo en esta zona el último caso de buitres negros envenenados.  Esta práctica suele ser el problema crónico de la especie, aunque en los nueves meses de 2010 afortunadamente no se  ha registrado ningún caso, algo inédito desde 1990. El buitre negro prefiere las partes duras de los animales muertos, como la piel o los tendones. Eso le hace especialmente vulnerable a los tóxicos, porque también se alimenta de pequeños mamíferos como el conejo y ese tipo de carroña es la que suele usarse como cebo envenenado.

Los técnicos sugieren que la supervivencia de la especie, sobre todo la "elevadísima" tasa de los ejemplares jóvenes, podría deberse a su instinto de alimentarse con grandes restos de ungulados en comederos y fincas ganaderas y de caza mayor, en lugar de otros ejemplares adultos que rastrean el terreno a poca altura en busca de presas menores debilitadas o muertas.

Por eso el informe alerta de que la disponibilidad de comida puede convertirse en un problema si prospera una orden de la Consejería de Agricultura que obligaría a transportar a planta y eliminar todos los residuos no destinados al consumo humano que procedan de las piezas de caza mayor abatidas en las comarcas agrarias de Sierra Morena. Apunta la posible solución de limitar el alcance de la orden, dentro de Sierra Morena, a aquellas comarcas con mayor riesgo de transmisión de enfermedades.

El buitre negro remonta el vuelo, pero puede volver a entrar en barrena.

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