En la vega del Guadalquivir y ocupando 22 kilómetros cuadrados de superficie, Brenes se ofrece al viajero como un inmenso naranjal que bordea el río. Su situación hace que los primeros asentamientos fueran en el Paleolítico Medio que han dejado numerosos testimonios en el término de Brenes. Junto con los naranjos, el olivar y el cereal dominaban los cultivos de la zona. El nombre actual de esta localidad aparece por primera vez con la Reconquista, citado en diversos documentos con las variantes de Brenes, Brens, Bienes y Bris. Aunque también hay quienes aseguran que el nombre viene de la época visigoda, donde había un monasterio benedictino llamado Aguas Duras, donde habitaba una monja que fue elevada a los altares con el nombre de Santa Verenne, o Berenia. Su sepultura se hizo centro de peregrinación popular, incluso durante los tiempos árabes.

Durante la época romana, la producción de ánforas para aceite fue una de sus principales industrias en la época romana. El Puerto del Barco y el lugar llamado Cruz Verde eran dos puntos de producción alfarera de ánforas para aceite.

Los musulmanes explotaron de forma intensiva la agricultura y los grandes bosques de coníferas de la ribera del Guadalquivir, dando lugar a un intenso tráfico de carbón.

En 1260 Alfonso X concedió a la Catedral de Sevilla la aldea de Brenes junto con otros lugares para favorecer el poblamiento de los mismos. Tras diversas vicisitudes en 1277 Alfonso X volvía a otorgar al cabildo-catedral hispalense la villa de Brenes junto a otras propiedades.

En el siglo XIV se llevó a cabo la repoblación de los municipios ribereños pertenecientes al arzobispo (Cantillana y Brenes) de una forma no muy generosa, pero con unos resultados excelentes marcando el inicio de la villa que hoy conocemos: Brenes se constituyó como una comunidad aldeana, es decir pequeños municipios de señorío con su concejo supervisado por el arzobispo.

Pero la mayor revolución que vivió Brenes fue la construcción de su estación ferroviaria como parte de la línea Córdoba-Sevilla en 1857.

La expansión y puesta en funcionamiento del regadío de esta zona del Guadalquivir ha permitido el cultivo de los frutales y ha implicado consecuencias demográficas y sociales muy importantes para la población. Mandarinas, naranjas y frutas de hueso como el melocotón o la nectarina van desde Brenes a casi toda España, sustentando parte de su economía.

La otra artesanía, cuenta con más clientela y con una increíble plantilla: 40 jóvenes, en el taller de Fernández y Enriquez, realizan el bordado barroco, estando a la cabeza de la producción de ornamentos para la Semana Santa sevillana y palacios de toda España.

Además de las frutas, los caracoles o la menestra de alcauciles, completados con el adobo y el pescado de río forman parte de la gastronomía típica brenera. Una ocasión para recorrer los bares y restaurantes del municipio es la ruta de la tapa que se celebra abril y mayo.

También son conocidos en Brenes los productos de varios obradores de pastelería, de exquisita calidad, sabor y variedad. Destacan las palmeras de huevo y chocolate y las tortas de aceite.

Para visitar, la parroquia de la Purísima Concepción data del siglo XV, de estilo mudéjar con pinturas de Juan del Castillo en el retablo mayor que son las únicas existentes en España.

Brenes está apostando por los emprendedores locales con actividades como Brenes de Moda, donde participarán modelos locales el próximo 22 de marzo. Otra de las citas será las Jornadas de los Cítricos el 4 de abril, además del Congreso Gastronómico Andaluz previsto para el año 2015.

Por otro lado se está trabajando en la recuperación de tradiciones, siendo este el segundo año en el que se celebra el carnaval el 23 de febrero. Otra de las que se han rescatado del olvido ha sido la elección de Miss Brenes Dama del Azahar en las fiestas patronales la primera quincena de octubre.