Guillena

Esculturas figurativas con raíces de los árboles

  • Madera viva. El escultor y dueño de la taberna La Bomba, Juan Fernández Mayo, lleva más de 30 años tallando obras de arte religiosas, mitológicas y literarias y ya ha expuesto en varios países.

Muchas veces la gente se queda mirando los árboles porque otorgan la quietud de la naturaleza, esa verdad que vincula al hombre con la tierra y su legado. Pues bien, hay un hombre que observa más allá de la belleza propia del pino, del roble y de la encina para sacar a relucir figuras sinuosas de corte mitológico, religioso y literario. Se trata del tabernero autodidacta Juan Fernández Mayo, que de pequeño siempre se dedicaba a tallar los aperos de labranza con una navajita, y ahora recuerda perfectamente cuándo se dio cuenta de que su futuro pasaba por algo más que poner copas de vinos y tapas de salmorejo: "Estaba pescando con uno de mis hijos y vi claramente un buitre entre los pliegues del tronco de un árbol. Y lo esculpí".

Entonces, ya en los años 80, Fernández Mayo se matriculó en Escultura en la Escuela de Artes y Oficios para hacer de su afición una profesión. "Todo lo que he vendido ha sido en bronce. En el arte se valoran las colecciones pequeñas", añade el escultor.

Juan tiene la virtud de haber aprendido por sí mismo y lograr visualizar cada obra, teniendo equilibrio y armonía. Así, el artista guillenero ha tallado un Quijote en una raíz de olivo (hizo cinco ejemplares, a 2.500 euros cada uno, y le quedan dos), y otras esculturas visualmente espectaculares y muy espirituales, como El infierno (con raíz de adelfa), El purgatorio, El grito, Danza de la Cuerda o Mi musa. "Puedo hacer una figura en una semana, pero tengo que verlo, ya que todo está en mi imaginación", agrega Fernández Mayo.

La clave del trabajo con estas maderas perecederas procedentes de raíces de árboles es que no se pueden ensamblar, un rasgo fundamental para entender la pureza de sus obras, que tienden hacia el cielo, como en el arte gótico.

El escultor guillenero utiliza el eucalipto rojo, que es una madera que no se pudre si se trata con anticarcoma y barnices, y viaja periódicamente para aprender del legado de los grandes maestros como Bernini. Ya ha expuesto en países como Francia, Italia, Holanda, Portugal y Alemania.

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