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Crítica cine

Yerbabuena y su esencia flamenca

apariencias

Dirección, idea original y coreografía: Eva Yerbabuena. Dirección composición musical y guitarra: Paco Jarana . Batería y percusión: Antonio Coronel. Bailarines intérpretes: Christian Lozano, David Coria, Fernando Jiménez y Ángel Fariña y Lorena Franco. Cante: José Valencia (artista invitado) y Alfredo Tejada. Palmas: Torombo. Colaboración especial: Alana Sinkëy. Batería y percusión: Antonio Coronel. Diseño de iluminación: Fernando Martín. Diseño de vestuario: López de Santos. Fecha: Lunes, 12 de septiembre. Lugar: Teatro de la Maestranza. Aforo: Lleno.

Día esperado en la Bienal. Por ser Eva una de las más grandes y porque la bailaora llevaba mucho tiempo sin afrontar un espectáculo de gran formato.

Apariencias lo es. Un gran espectáculo en el que la inquieta Eva, la reflexiva Eva y la artista inigualable, Yerbabuena, vuelven a ponerse en cuestión. Tras más de tres décadas de profesión, la bailaora se plantea de nuevo dónde está su esencia, la esencia de cualquier persona en un mundo en el que dominan las apariencias, los convencionalismos, el poder por el poder.

Un tema abstracto y complejo, con una infinidad de matices, que le habrá costado Dios y ayuda poner en el escenario con el solo lenguaje de la danza y de la música.

Como ya le ha sucedido otras veces al adentrarse en temas filosóficos y existenciales, la Eva directora escénica, al menos en nuestra humilde opinión, no logra objetivar del todo, universalizar la amalgama de sus ideas y sus sentimientos. O al menos no no lo logra del todo a pesar de la honestidad con la que afronta el empeño, pues la emoción que nos llega del escenario es estética, ligada a la danza en sí misma y a la música, otra magnífica banda sonora creada por Paco Jarana, que sostiene todo el espectáculo con su guitarra junto al percusionista Antonio Coronel.

En cualquier caso, hay un claro contenido social en el espectáculo, con recursos como el uso de unas expresivas máscaras, la proyección de imágenes impactantes en la falda-capote de uno de los bailarines -alegoría del poder y la riqueza- y una imagen desdoblada de la bailaora con la cabeza rapada, símbolo de la Eva que nació desnuda antes de entrar en el mundo de los moños y las peinetas.

En cuanto al flamenco, hay mil cosas estupendas: la música, el cante de Valencia y Tejada (por malagueñas, peteneras, pregones, etcétera), el baile impecable y brillante, en distintos registros, de los cuatro bailarines, la voz hermosísima de Alana... y por encima de todo, la esencia flamenca que Eva descubre en sí misma al final, emocionándonos con otra de sus soleás antológicas, a pesar de que el sonido le restó brillantez a sus exuberantes pies.

Desatada, sabia, generosa y canastera, para acompañarla en las bulerías salen a escena Segundo Falcón, David Lagos, Moi de Morón y Geromo Segura. Y por si fuera poco, Valencia le canta el "se nos rompió el amor"... Para morir de gusto con su arte.

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