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¿Lo imposible?

  • Los de Roth ponen a prueba su teórica mejoría ante el Madrid, el ataque más contundente de la ACB La defensa y mantener la concentración, decisivos para intentar dar la sorpresa

Aquello de no hay nada que perder está bien cuando se habla de niños, cuyo objetivo es aprender. Cuando se trata de deporte profesional, pese a que muchos de los que juegan sean unos mozos aún, siempre hay algo que perder. Un partido, que no es poco para un conjunto que lleva cinco derrotas en siete encuentros, una racha, aunque sea de dos victorias consecutivas; o la confianza de una hinchada fiel a la que no le gusta ver arrastrarse a los suyos. Y es que hay formas y formas de hincar la rodilla, pues no es lo mismo hacerlo bajando los brazos y entregando el choque en apenas 10 minutos que dándolo todo en la pista. Eso es, como mínimo, lo que querrán ver los aficionados que hoy acudan a un San Pablo que por fin se vestirá de gala ante un Real Madrid invicto en la ACB y que camina con paso firme por la Euroliga.

Lo normal, por otra parte, para el conjunto de Pablo Laso, llamado a pelear otra vez por todo. Lo extraño sería cualquier otra cosa. Lo extraño sería que perdiese más que ganase con el presupuesto que maneja, pero en el deporte todo es posible. Al final es la pelotita la que manda. ¿Ganar es imposible para este bisoño Baloncesto Sevilla? Como reza el famoso anuncio impossible is nothing, pero los astros, Scott Roth y la diosa fortuna se tienen que conjurar en el día y la hora exactas.

Hablar de claves es absurdo ante un rival tan completo en todas las posiciones y con un fondo de armario que si no es uno el que te mata, es cualquier otro. Eso sí, nada de volverse locos, nada de intercambio de golpes que no llevan a otro destino más que la derrota. Defender, sobre todo ante el mejor ataque de la Liga, es el único camino para llegar a un final ajustado y, en un cara a cruz, esperar que la suerte sonría al más débil en calidad, pero no en ilusión y ganas.

Bien es cierto que parece que el conjunto hispalense ha mejorado en esta faceta, aunque, de momento, no ha tenido enfrente un primer espada para demostrar hasta qué punto la mejoría se ha producido gracias a su trabajo atrás o a los errores del contrario. Con ese punto más de intensidad atrás, también es importante no fallar en la otra canasta, en la que ahora los pívots tienen mucha más presencia. Hoy lidiarán con Ayón, Felipe Reyes, Bourousis, Mejri o Nocioni, por lo que los exteriores tendrán que redoblar esfuerzos para ayudar a sus compañeros a frenar el potente juego interior blanco.

Pero ésa no es más que un arma más de la que puede tirar Laso. Si éstos no responden, pues se llama a filas a los tiradores como Carroll, que tiene un especial idilio con San Pablo, Llull o Maciulis -Rudy Fernández sigue lesionado-; o si esto tampoco funciona, Campazzo, que dio calabazas al proyecto de José Luis Galilea cuando supo del interés madridista, o Sergio Rodríguez salen al rescate con su ritmo eléctrico. El Madrid, en definitiva, tiene mil formas de ganar por mucho que el viernes jugase en Kaunas y un día y medio después lo haga en Sevilla. Hoy por hoy, en cambio, el cuadro hispalense sólo tiene una vía: dejarse la piel en la pista con una solidaridad extrema entre los ocho jugadores que, de momento, aportan algo.

En este grupo Watts no está por méritos (o deméritos) propios, Thames porque aún no se ha enterado de qué va la ACB y Gallardo, un canterano sin oportunidades. Byars, al contrario, se ha subido al carro, Balvin está demostrando que tiene que jugar más y Porzingis vuelve a brillar como lo hizo a las órdenes de Aíto García Reneses.

Aún debe recordar Bourousis el tremendo tapón que el letón le puso la temporada pasada, aunque de nada sirvió porque los blancos ganaron por 62-97 (su decimosegundo triunfo consecutivo en la capital andaluza), cortando entonces una racha de cuatro victorias consecutivas del conjunto sevillano. Y es que siempre hay algo que perder: un partido, la confianza, una buena imagen... Todo suma y todo resta, en definitiva, cuando el equipo sigue en la búsqueda de una identidad propia y un estilo de juego que nada tiene que ver con el modelo NBA que se vendió en verano.

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