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La fe contra las brujas

  • Gran parte de las opciones de salvación del conjunto sevillano pasan por ganar en Manresa a un rival directo Los locales, el peor ataque de la Liga, reciben a la peor defensa de la ACB.

Todo lo que podía salir mal esta temporada ha salido peor, aunque bien es cierto que la falta de experiencia y actitudes para la dirección de sus nuevos dirigentes ya hacía presagiar en verano algo así ante la cascada de decisiones erróneas que se tomaban una tras otra. De disfrutar de un equipo de play off la campaña pasada se ha pasado a jugarse la vida, y no como metáfora, en la jornada 29 ante La Bruixa d'Or. No es magia ni brujería. Simplemente ineptitud. Y ante ese lastre sólo el trabajo y la fe pueden hacer que las cosas se arreglen en una campaña que, en su recta final ya, tiene su cita clave para el Baloncesto Sevilla esta tarde en Manresa.

Si desde que llegó Luis Casimiro se está hablando de finales, el encuentro de esta tarde es la madre de las finales. Ganar permite respirar, mantener las opciones de la salvación deportiva, seguir soñando, en definitiva. Pero perder ante un rival directo que ya ganó en la primera vuelta en San Pablo es apretar el nudo de la soga hasta dejar casi sin aliento a un plantel que si no sabe lo que se está jugando se dará cuenta en cuanto pise el parqué del bullicioso Nou Congost, donde le espera algo parecido a una guerra.

Empatados a triunfos, el que se imponga esta tarde habrá dado un paso importante hacia su objetivo. La peor defensa de la Liga (81,6 puntos encajados de promedio) visita al peor ataque (70,9), así que, con esas estadístas, que nadie espere ver un encuentro bonito. Tirando de actualidad en clave cajista, será una patata de partido, pero los nervios y la tensión del mismo pondrán el aliciente y el picante suficientes para hacer del choque más que interesante.

Quizá por ello el CB Sevilla sí que pueda plantearse por una vez plantear el partido al intercambio de golpes, ya que ha demostrado no arrugarse ante rivales como el Madrid, el Barcelona o el Baskonia, aunque ello le llevó a perder los partidos. El talento en la pintura de los sevillanos debe imponerse a un juego interior del rival que sostiene Sakic casi en solitario, aunque por fuera, si Penney sigue sin dar el paso adelante y Byars se esconde, las fuerzas se igualan.

Por si fuera poco, los hispalenses deben intentar así aprovechar las importantes ausencias de los catalanes. A las conocidas bajas de los lesionados Little y Grigonis esta semana se ha unido la Dewar por una rotura de fibras, mientras que el base White, alma del equipo, se retiró ayer del entrenamiento por una lumbalgia. Sin embargo, no hay que fiarse, ya que, por ejemplo, en el choque de ida, Pedro Martínez se quejaba amargamente de que Dewar no llegaría a tiempo por una sobrecarga en el gemelo y el alero acabó jugando 24 minutos. Antiguas triquiñuelas de los entrenadores.

Pero Casimiro se ha cansado de decir desde que llegó que poco importa el rival más que su propio conjunto. Y es que cuando el CB Sevilla juega concentrado y ordenado en defensa, y funciona como colectivo en ataque, puede ganar a cualquiera. Sí, a cualquiera. Porque, por mucho que la plantilla pareciese un equipo vulgar en la primera vuelta, el trabajo del técnico, apoyado en Javier Carrasco, ha demostrado con creces en esta segunda parte de la temporada que la culpa de todos los males no era de los jóvenes ni de la afición. El problema estuvo y está en la raíz. En la mala dirección de unos gestores que quisieron saber más que nadie sin haber demostrado nada antes. De sus manos llegó un entrenador sin papeles que apostaba por la anarquía y que se fue sin humildad y la conciencia tranquila pese a dejar al equipo colista con una confección de la plantilla que no tenía ni pies ni cabeza.

Enderezar la nave era misión casi imposible, pero entre los jugadores, los mismos jóvenes señalados a mitad de temporada, y el trabajo incansable y la fe de los técnicos al menos cabe la posibilidad de que la permanencia se logre por méritos deportivos y no haya que rezarle a los leoninos cánones que impiden los ascensos a la ACB para mantener el baloncesto de élite en Sevilla. Disfrutar de ello pasa por ganar en Manresa en otra final más. Ojalá no sea la última.

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