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Pívot inmenso, técnico limitado

  • Audie Norris, legendario ex jugador, quedó 'retratado' como entrenador en su primera experiencia, pese a sus dotes para el autobombo.

Las hazañas, las brillantes actuaciones, su currículo deportivo y los duelos con Fernando Martín son recuerdos imborrables para cualquier viejo aficionado al baloncesto. Fue Audie Norris un pívot descomunal que marcó una época en el baloncesto nacional y continental cuando vistió la camiseta del Barcelona. Eso no lo duda ni el más acérrimo de los madridistas. Ahora bien, aquí llegó el pasado verano como fichaje de puro marketing y ahí se quedó. Fue un interior sensacional y un técnico totalmente limitado.

José Luis Galilea, amigo personal del estadounidense, se lo trajo del brazo cuando agarró el doble cargo de director general y deportivo del CB Sevilla días antes del verano de 2014. El problema es que Norris, básicamente, no era entrenador o al menos no tenía el mínimo exigible para estar en un banquillo de la ACB: el título. En la segunda quincena de julio estuvo en Zaragoza junto a su amigo Ferran Martínez para cumplir con el necesario trámite en el curso nacional a entrenador superior. No consta que fuera un alumno excesivamente aplicado, pero aun así aprobó y se vino con el papel bajo el brazo, documentación, por cierto, de la que carecía Scott Roth y que supuso un conflicto de gran envergadura por la terquedad de Galilea al contratarlo y al mantenerlo en el puesto una vuelta.

Fue tal el despropósito de la nueva dirigencia del club hispalense que Norris, sin experiencia en los banquillos, sin cuajo alguno en este tipo de lides, se vio de buenas a primeras ejerciendo una función que él mismo sabía que lo superaba: dirigir al equipo durante 17 encuentros en la ACB. Eso sí, como el autobombo nunca está de más, su cuenta de Twitter hizo varias veces publicidad de polos de una conocida firma... durante choques en los que al CB Sevilla le endosaban palizas considerables. Poca vista, sí.

Puede que en las franquicias de la NBA, pobladas de entrenadores con roles específicos, pudiera tener cabida la figura de un novato como Norris, aunque no parecía lo más lógico que de buenas a primeras tomara el mando de un equipo profesional de la ACB, no de una competición cualquiera, un preparador muy limitado. Así se hizo para menosprecio de otros técnicos válidos que no siguieron en la entidad y también con otros con el título y galones para asumir ese rol, pero que fueron deshonrados acaso porque la figura de Norris, al menos para Galilea, era vital para el proyecto. ¿No hubiera sido más lógico, si de verdad era fundamental contratarlo, colocarlo en otro departamento, en algo relacionado con la promoción del baloncesto en la ciudad para explotar su imagen de leyenda de la ACB...? Pues no.

Con este panorama, era normal verlo superado o sin respuestas en las comparecencias posteriores a los partidos. "Ha sido decisión del coach", contestaba en muchísimas ocasiones, quedando su imagen retratada por no saber explicar por qué se tomaron determinadas decisiones desde el banquillo.

Cuando el sentido común volvió a San Pablo y llegó un entrenador experimentado, Luis Casimiro, el papel de Norris pasó a ser otro bien distinto y cobró relevancia, como era natural, la figura de Javi Carrasco, que se empapó de conocimientos al lado de Joan Plaza y Aíto García Reneses. Aun así, el estadounidense ha ido diciendo que a Porzingis lo pulió él en este curso, obviando el previo y fundamental trabajo colectivo, y hace unos días, pese a tener dos años más de contrato, se ha asomado por algunos actos de Joan Laporta para entrar a formar parte de la estructura de la sección de baloncesto culé si el ex presidente saliera elegido en las inminentes elecciones. ¿Qué más da que sea el CB Sevilla quien le paga la nómina? Por cierto, ¿por qué no se acordó antes Laporta de Norris? Posiblemente por sus limitaciones, por las que sin embargo no ha sido duramente criticado durante el pasado ejercicio por la figura que encarnó como jugador legendario que hizo que el baloncesto europeo se rindiera a sus pies.

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