Niko Radicevic tiene un sueño: jugar en la NBA. Y se le nota a las primeras de cambio. Es nombrarle la posibilidad de jugar algún día en la mejor liga del mundo y se le ilumina la cara. Su habitual sonrisa se prolonga, si cabe, algunos centímetros más, ocupando prácticamente todo el rostro.

"Estoy en contacto con el general manager de los Denver Nuggets, hablamos cada semana. Ellos me preguntan que cómo estoy y, claro, tengo la NBA en el horizonte. Pero no tengo ninguna presión de tener que jugar de forma increíble ni nada... Estoy muy tranquilo", reconoce el jugador serbio.

Con una temporada más de contrato con el Betis Energía Plus, la marcha del base a la competición estadounidense significaría el broche perfecto a una filosofía que el club pretende volver a poner en práctica: la de pulir jóvenes talentos europeos para que exploten en San Pablo sus potenciales condiciones y se formen en Sevilla como personas y jugadores. Así, Radicevic seguiría el camino iniciado por Porzingis y Willy Hernangómez, que este año compartirán vestuario en el Madison Square Garden defendiendo a los New York Knicks -precisamente estos dos fueron seleccionados en el draft 2015, como el base de Cacak- o Satoransky, otro talento curtido en la capital andaluza y que este año, tras un par de temporadas en el Barcelona, ha optado por marcharse a los Washington Wizards, franquicia que lo seleccionó hace cuatro años.

Pero antes de la NBA, Radicevic tiene un reto por delante. Quizás, el más importante hasta el momento de su carrera deportiva. "Ahora mismo sólo quiero disfrutar y jugar al baloncesto, que es lo más importante", asegura.

En cualquier caso, la intención del Betis Energía Plus es renovarlo por dos años, más bien un 1+1 con el que el balcánico pueda devolver al club su confianza y compromiso demostrado el pasado año, que pasó en blanco lesionado, y con el que la entidad se asegure algún ingreso por traspaso.