Cofradias

Una restauración que desvela rasgos que borró el tiempo

  • Manzano recupera el aspecto original del Cristo de la Buena Muerte

Hematomas que no se conocían, regueros de sangre difuminados por la huella de los años. La restauración que le ha practicado Pedro Manzano al Cristo de la Buena Muerte, titular de la Hermandad de la Hiniesta, ha devuelto esta talla -que realizó Castillo Lastrucci en 1938- a su aspecto primitivo. Así lo comprobaron ayer los numerosos hermanos, devotos y cofrades que se acercaron hasta la iglesia de San Julián, donde estuvo expuesto tras concluir estas labores.

El crucificado ha estado ausente de su sede canónica desde finales de abril de 2014, tiempo en el que ha sido intervenido en el taller de Pedro Manzano. El restaurador detalla en su página web (www.pedromanzano.es) todo el proceso que ha llevado a cabo estos meses. Así, indica que no consta prueba documental de intervenciones anteriores en esta talla, que a punto está de cumplir los tres cuartos de siglo de existencia. En la restauración destaca la limpieza de la policromía que se ha practicado, labor que ha supuesto la retirada de las capas de suciedad en la superficie así como de los repintes en las axilas y la corona de espinas, un procedimiento que ha aportado a la imagen una claridad que contrasta con la oscuridad que había acumulado los últimos años.

También se han consolidado las grietas, se han extraído puntillas y se han sustituido los casquillos de sujeción de las potencias, los anclajes de la región lumbar a la cruz y los clavos de pies y manos. Por último, se han reintegrado las capas de color en las zona donde se había perdido y se ha aplicado una capa de barniz para proteger la policromía.

Ésta es la segunda restauración que se realiza en uno de los titulares de esta hermandad. El año pasado fue la Dolorosa, que también talló Lastrucci, la que pasó por el taller de Manzano. La siguiente será la Hiniesta gloriosa.

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