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Rincones con encanto · Calle Argote de Molina

Empinada rampa hacia la gloria

  • Tomó el nombre de un ciudadano de la vecina calle Francos que combinó la erudición y su vocación de coleccionista de arte con su pasión por las armas.

CUANDO llegamos al ecuador de la gran celebración nos adentramos en su meollo. Vamos a meternos de lleno en una vía principalísima de esta efímera Jerusalén que pliega el domingo, en una calle que ve cómo transitan por ella nada menos que treintaitantos cortejos. Y dentro de esa cantidad hay que destacar la calidad de presenciar cómo supera su costanilla todo tipo de pasos, con barcos como el de la Amargura o el de la Exaltación, el de la Sentencia o el de San Benito, a la par que imágenes de tanto valor como el Cristo del Amor, el de Pasión o la Macarena cuando ya la madrugada le va remarcando las ojeras.

Y calle tan principal para la Semana Santa conviene que recalquemos que sólo lo es en el tramo que va de Conteros a Placentines, justo donde el bacalao que allí está como reclamo publicitario de un establecimiento desaparecido le diera nombre a su cuesta, que es, con Cuesta del Rosario, la pendiente que más hace sufrir a los costaleros. No obstante, diseccionaremos la calle desde su arranque en Manuel Rojas Marcos hasta que remata en Conteros, corta calle que la acercaría a la Catedral por su cara norte, justamente frente a lo que fue Mezquita almohade.

De la primera denominación que sabemos noticia es del Siglo XIV y es la de Marmolejo por la abundancia de este material de construcción en la mayoría de sus casas, de alto linaje casi todas. Posteriormente tomó el nombre de Castellanos y seguidamente el de la Cadena. En 1631 se llama Horno de las Brujas. Finalmente, en 1868 toma el definitivo, el que todavía luce y que es en honor de Gonzalo Argote de Molina, un erudito filólogo, heraldista, genealogista y militar de prestigio. Nacido en calle Francos, donde tuvo una valiosa casa museo, Argote de Molina murió en Las Palmas de Gran Canaria a la edad de 48 años.

En 1564 participó en la conquista del Peñón de Vélez de la Gomera. Al año siguiente, con sólo 16 años, obtuvo el cargo de alférez mayor de la milicia de Andalucía. En 1569 luchó contra los moriscos durante la rebelión de las Alpujarras. Es nombrado provincial y juez ejecutor de la Santa Hermandad de Sevilla el año 1578 sucediendo a Diego Fernández de Andrada, aunque tuvo que esperar dos años de litigios hasta que tomó posesión. Alcanzaría también la dignidad de caballero veinticuatro de Sevilla.

Es Argote de Molina calle larga y de trazado ciertamente irregular con varios adarves, entrantes y salientes por las alineaciones a que fue sometida en los años de 1863, 1899 y 1912. Desde su comienzo en Manuel Rojas Marcos tiene como afluentes viarios a estribor Estrella y a babor Corral del Rey y Segovias, siendo cruzada por Bamberg y Placentines. Armando Palacios Valdés se refiere ampliamente en La Hermana San Sulpicio a esta calle tan semanasantera y el popularísimo canónigo, gallista y de la Macarena, situó en dicha calle el comercio del judío Isacar en el Siglo XV: Rico comerciante de sedas / y perfumes de la Arabia / en el Horno de las Brujas / tiene Isacar vieja casa / donde vende sus perfumes / y de sedas tiene fábricas.

Pero su mención aquí viene dada por la importancia que tiene en la Semana Santa desde el Domingo de Ramos al de Resurrección sin que ni un solo día dejen de pasar cofradías por ella. Y en ella, colmada de establecimientos gastronómicos, tuvo relevancia la tertulia que en un entresuelo presidía el gran José Antonio Garmendia y que se llamaba Caseta Dolorosa en un ingenioso guiño a las dos fiestas principales de Sevilla.

Todo comienza hoy con el Carmen Doloroso, continúa con la severidad nervionense de la Sed, la austeridad franciscana del Buen Fin camino de San Antonio de Padua, la Lanzada, el hieratismo de la del Cristo de Burgos para rematar cuando el gallo cantó una vez, dos en muchas ocasiones, ese barco del Prendimiento rumbo a Orfila para llegar no se sabe cuándo.

Pero la historia no ha hecho más que empezar en Argote de Molina, que se estrenó con la Borriquita el Domingo y que aún recogerá el paso del Resucitado cuando ya las campanas de la Giralda habrán anunciado urbi et orbi que el gran gozo de la Redención es un hecho. Antes y después de hoy, las sensaciones se multiplicarán y una pena que parecía resuelta sigue vigente. Cuando todos creíamos que íbamos a volver a extasiarnos con la zancada del Señor superando la costanilla, nuestro gozo en un pozo. Nos conformaremos, que no es poco, mañana con el Señor de Pasión en la joven madrugada camino del Salvador o unas horas más tarde viendo a Poncio Pilatos oyendo la sentencia más infamante que vieron los siglos mientras una centuria única y casi dos mil nazarenos después llega esa Gioconda a lo divino que es la Reina de Sevilla.

El iniciado sabe de lo que hablo, pero para el neófito hay que recalcar la importancia de esta calle. Viene en diagonal cruzando desde el Noreste para morir descendiendo hasta las mismas puertas de la Catedral. Más de treinta cofradías superan su Cuesta del Bacalao y el consejo es que no se pierda cómo sube un misterio, un Cristo, un Nazareno o cómo se va un palio en busca de Placentines. Esencia pura de la gran Semana Santa de Sevilla.

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