Los días imaginados

La parábola del puente

  • Nuestras vidas son como el recorrido que cumple ese Cristo agónico por el puente. El Cachorro nunca muere, se mantiene como un hilo de eternidad al que nos aferramos.

SI no existiera el puente de Triana, cada Viernes Santo habría que inventarlo. Por muchas veces que lo hayamos visto, siempre nos sorprende, como si fuera la primera vez. Entre la mayor elocuencia de la Semana Santa están esos momentos mágicos, simbólicos, telúricos, esdrújulos, en que el Cachorro llega a Sevilla. Sol y nubes de una tarde que declina. Y, por supuesto, se repetirá el prodigio, complemento perfecto, en la noche más inquietante, cuando el Cristo vuelve a Triana con la luna llena que le espera.

Porque en esos momentos inolvidables se resume la lección de la Semana Santa. Si quisiéramos explicar a alguien dónde se comprime el secreto esencial de la Pasión lo tenemos ahí: en ese tránsito perfecto, en que el Cachorro está dibujando un recorrido de ida y vuelta entre la Vida y la Muerte, que es también entre la Muerte y la Vida. El Viernes Santo hay un milagro sobre el río.

La parábola del puente no es, ni más ni menos, que la de nuestras vidas. Sic transit gloria mundi. La gloria del mundo pasa, pero se queda. La gloria del mundo es el Cachorro de ojos vidriosos, que está resistiendo para no caer en el último estertor de su agonía. Nuestras vidas son como ese recorrido que cumple un Cristo agónico por un puente. Vida que recorremos, a veces sin entender nada. Pero entre Triana, que es una orilla, y Sevilla, que es la otra, sólo nos puede acompañar al Barquero que tiene en la cruz su barca; y sólo podemos acompañarlo a Él, que va a morir, pero resiste con esa última esperanza. Nos ha prometido que nos conducirá hasta otra vida. Un tiempo de eternidad se intuye en el ocaso postrero del sol que se pierde por el Aljarafe.

En el puente nos enseña la parábola de la salvación. A su lado estamos, viendo la dificultad extrema de resistir en la cruz, de no caer en la tentación de morir antes de tiempo. Cristo no muere hoy, ni en Triana, ni en Sevilla. Aún seguirá vivo cuando resucite para que besen sus pies en la mañana del domingo. El Cachorro nunca muere; y, sin embargo, va virtualmente muerto, pero es la metáfora de la vida que se mantiene como un hilo al que nos aferramos.

Entre una orilla y otra está el puente. En el puente está el Cachorro. Al fondo, vemos el río manriqueño de nuestras vidas que corren. Y, por unos momentos se detienen, tan sólo en el puente, tan sólo a su lado. Precisamente porque sus ojos aún permanecen abiertos, casi ciegos por el dolor, pero nunca cerrados. Y abiertos están sus brazos, que se aferran a la cruz para ir de un mundo a otro.

Se ha escrito tanto sobre el Cachorro… Se le considera la elaboración suprema del Crucificado. Esos Cristos muertos que alcanzaron la perfección con Juan Martínez Montañés y Juan de Mesa llegan aún más lejos cuando Francisco Antonio Gijón atisba la perfección con el Cristo que expira, capaz de reflejar a la vez la promesa de la vida y lo inevitable de la muerte. La leyenda contribuyó a extender su fama por la Triana de las cavas. Gitanos y puñaladas. Pero esa agonía no puede ser tan fieramente humana. Es Dios mismo quien está agonizando, al declinar la tarde, entre Triana y Sevilla. Por eso, nunca muere en el puente.

Es tan sublime la imagen que lo demás nos sobra. Se ha especulado mucho sobre todo lo que le rodea. ¿Está mejor con potencias o sin potencias? ¿Debe ir con cornetas y tambores? ¿Debe ir con una música más seria y fúnebre? ¿Debe ir sin música? Y también hubo polémicas sobre sus pasos anteriores. Uno llegó a San Esteban, otro lo tiene la cofradía de la Cena de Jerez, y el actual cuenta con partidarios y detractores.

Ni la música ni el paso, ni nada que se ponga o se quite podrían cambiar lo principal: este Cristo nos recuerda a Cristo. Lo vemos reflejado en su mirada, esculpido en su cuerpo, patente en ese espíritu que lo mantiene aferrado a nuestros ojos.

Y en su mirada ved su parábola: ese trayecto que va de la Vida a la Muerte, para volver a la Vida.

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