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Sevilla

La medida está en los barrios

  • La Virgen Gloriosa de la O formó parte del Corpus Chico de Triana. Cuatro altares de gran belleza se pudieron ver en la Magdalena.

Un sinfín de procesiones eucarísticas recorrieron ayer las calles de Sevilla. Desde las más clásicas y arraigadas, como el Corpus Chico de Triana o el de la Magdalena, a las más modernas de las barriadas del extrarradio. Cada uno con su manera de alabar a Jesús Sacramentado. Pero todos con una medida justa. Sin desmanes. Estas procesiones de cera roja, racimos de uva y espigas de trigo, son la antítesis de la que reúne a todo el cofraderío en la que organiza la Catedral. Mastodóntica e insufrible para el que acude a verla por sus ingobernables proporciones, algo en lo que todo el mundo coincide, pero el año que viene las crónicas seguirán hablando de lo mismo. En los barrios ni sobra ni falta nada. Las más modestas llevan al Santísimo bajo palio. Las más ricas, con siglos a sus espaldas, lucen bellas custodias e imágenes de gran categoría. Son procesiones que se ven de una manera muy cómoda. Apenas tardan en pasar. Un oasis entre la desmesura que invade a todo lo relacionado con las hermandades y la Semana Santa.

Encaje de bolillos tuvo que hacer ayer la Policía Local para dar servicio a todas las salidas. En la Plaza el Museo, por ejemplo, se coló algún coche por Miguel de Carvajal cuando la procesión ya bordeaba la plaza. Las cofradías deberían hacer una profunda reflexión. En los últimos años se ha multiplicado su presencia en las calles. No se trata, en ningún caso, de limitar las procesiones de gloria o sacramentales, herencia que hay que cuidar y potenciar y que tienen un calendario marcado, pero sí de atajar la proliferación de, por ejemplo, las decenas de cruces de mayo que, por otro lado, ya no tienen nada de infantiles.

Ahora, todas las hermandades sacan su paso con 20 ó 30 costaleros talluditos y con una banda de cornetas y tambores formada por más de cien músicos. Lo mismo ocurre en Navidad con los carteros reales o los heraldos. Los recursos de la Administración son finitos y no hay policías para tanto. Es algo que merece una seria reflexión. El delegado diocesano de Hermandades, Marcelino Manzano, ya mandó a través de este periódico un recado sobre los desmanes de las cruces de mayo. Después vendrán las quejas y los lamentos cuando la Policía no pueda mandar efectivos a una procesión sacramental o de gloria. Una vez más, las hermandades con lo accesorio.

El foco informativo de las procesiones que se celebraron ayer estaba en Triana. La Virgen gloriosa de la O formó parte del Corpus Chico. La hermandad de la calle Castilla celebra su 450 aniversario fundacional y éste era uno de los actos centrales. La Virgen fue sobre el paso de Madre de Dios del Rosario y volvió acompañada de mucho público y a los sones de la banda del Carmen de Salteras.

Dignos de destacar fueron los magníficos altares que se montaron para el paso de Santísimo. En los zaguanes y fachadas de Triana o los cuatro excepcionales que se vieron en la Magdalena. El clásico del coleccionista Mariano Bellver en la Plaza del Museo, el de la Hermandad del Museo, con el Cristo de Atado a la Columna de Jerónimo Hernández; el montado en la Magdalena con el Resucitado de la Quinta Angustia, otra talla del XVI de Jerónimo Hernández, o el montado por Montserrat en la puerta de su capilla. Una gran cantidad de altares que se echaron en falta el pasado jueves.

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