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Nadal guía a España a otra final

  • El español logró el punto definitivo de la serie tras vencer la resistencia de Jo-Wilfried Tsonga con una exhibición más de talento y concentración. Argentina, que eliminó a Serbia, espera en la final, que se jugará en terreno español.

Nadal acabó del mejor modo el trabajo que él mismo empezó dos días antes con su exhibición frente a un atribulado Richard Gasquet. Ayer ganó su partido ante Tsonga, cerró la serie ante Francia y condujo a España a su sexta final de la Copa Davis en los últimos doce años. Será del 2 al 4 de diciembre, de nuevo sobre suelo español. Aguarda Argentina. La cadena sigue funcionando. Nadal tira del carro. El balear desmontó a su adversario en 2 horas y 17 minutos con un marcador inapelable: 6-0, 6-2 y 6-4. "Es el mejor de todos los tiempos sobre arcilla", admitió el francés minutos después de haber experimentado el extraordinario poder de un tenista sobrehumano, el líder de un equipo que atraviesa una fase de inspiración total: España lleva 20 series seguidas ganadas en tierra batida. Si sus estadísticas resultan intimidantes, su juego termina por derribar la resistencia mental de cualquiera. Tsonga iba caliente. Era el líder de Francia, el hombre enfurecido al que Guy Forget se había encomendado para que recondujera la eliminatoria. Con él, los franceses habían hecho encajar en las vísperas a España la peor derrota en dobles de toda su historia. Ahora o nunca, pensarían. Pero para vencer a Nadal se necesita algo más que fe.

La afrenta de Clermont-Ferrand, ese irritante 5-0 encajado en la semifinal de la Davis del año pasado -sin Nadal en la pista-, quedó vengada. El Coso de los Califas paladeó el momento con delectación, consciente de estar asistiendo a algo más que una simple vendetta deportiva. Las actuaciones de Nadal resultan trascendentes. El de Manacor es la versión más perfeccionada que existe del deportista español, el compendio de las virtudes que tradicionalmente han adornado a los representantes autóctonos: lo que se bautizó como furia española y el talento sin complejos. Esas dos señas de identidad parecían excluyentes entre sí y, casi siempre, insuficientes por separado para alcanzar logros sobresalientes. En Nadal se concentran las dos -y alguna más-, lo que le convierte en un rival invencible. Sólo hay uno que últimamente ha sido capaz de doblegarle y ése no podrá hacerlo durante un tiempo. No en la Davis. Djokovic se retiró ayer en su partido ante el argentino Juan Martín del Potro y se despidió del prestigioso torneo en el corte de semifinales de un modo gris. No cruzarán de nuevo sus caminos los dos colosos del ranking ATP. Gana el que resiste. Y Nadal aguanta más que ninguno.    

Tal y como sucedió en la jornada inaugural, la inquietud por el desenlace del partido se convirtió pronto en un asunto banal. Con Nadal de por medio, las cosas son así. Tsonga puso ardor, entregó todo lo que tenía y ofreció una encomiable resistencia al castigo al que le sometió el manacorí. Todo lo que consiguió fue el respetuoso aplauso del público cordobés y la admiración de los fans galos, irreductibles en sus cánticos y hermanados en la desgracia deportiva con su ídolo. Hicieron lo que pudieron ante un adversario superior. Fue una pose heróica ante una muerte segura. Una bella manera de decir adiós.

No hubo ninguna sorpresa en el duelo, que se desarrolló con un guión previsible. Al francés, que el día anterior había despachado una actuación imponente en el partido de dobles, se le esperaba hipermotivado. Ciertamente, lo estaba. Se detectaron claros síntomas desde la fase de calentamiento, en los peloteos previos, en los gestos de complicidad con los compañeros y con su técnico, Guy Forget, quien optó -creando con ello una feroz controversia entre los medios franceses- por Richard Gasquet en detrimento del diestro de Le Mans para afrontar el arranque de la serie ante Nadal.

Estaba animado Tsonga. Dispuesto a opositar a la hazaña con lo más clásico de su arsenal: sus misiles en el saque, sus recursos en las subidas a la red... No es un artista de la tierra batida, una superficie en la que presenta un irregular balance (sólo ha llegado a la tercera ronda en los cinco torneos disputados este año), pero no había más remedio que saltar a la arena y tentar a la suerte. Quizás Nadal diera muestras de cansancio. Quizás se dejara llevar por el jolgorio del graderío. Quizás tuviera un mal día. Las opciones de Tsonga se cimentaban en una cadena de suposiciones que terminaron en vana esperanza para Francia. Ni Nadal escatimó fuerzas, ni dispersó su atención por la algarabía de los seguidores ni, por supuesto, tuvo un desempeño irregular. El de Manacor fue el que se podía esperar en una situación así. Su capacidad para estar a la altura de las circunstancias es una constante en su carrera profesional, en la que no se detectan apenas pifias. A veces pierde, sí, pero es raro que cuando eso sucede no haya contado con opciones de cambiar el signo. 

El festival comenzó pronto. Si con ímpetu salió el francés, lo del español resultó sencillamente brutal. Después de firmar un break de inicio, aniquiló a su rival en un primer set de 35 minutos con un impecable 6-0. Toda la fogosidad del galo en la confrontación de dobles se disipó a mediados de esta manga, que pareció dar por perdida a la espera de tiempos mejores. El número 10 del mundo sufrió con las carreras que Nadal le obligó a hacer, lo que le forzó a algunos golpes deficientes. Quedó claro después del primer episodio que ése no era el camino.

Probó Tsonga con subidas a la red en el segundo set, y con unas voleas ganadoras pudo situarse con un 2-1. El balear, concentrado y constante, le endosó cinco juegos seguidos y cerró la manga ante el delirio del público. Aquello estaba encarrilado, aunque el francés aún mantuvo unos niveles notables de combatividad pese a que la situación era irreversible. Hizo siete puntos de saque directo, pero jamás pudo con el extraordinario servicio de Nadal, que solamente concedió a Tsonga seis puntos al resto.

El último set terminó con 6-4 y marcó el último arreón de Tsonga, que con una volea cercana puso el 5-4 ante los cánticos bleus. Hubo dignidad en la derrota. Su furia resultó conmovedora, pero inútil. El número uno francés quedó rendido ante el brillo de Rafa Nadal, que terminó su portentosa actuación saludando desde el centro de la plaza ante los gritos de "Rafa, Rafa, Rafa" y "torero, torero". Puede que pareciera sencillo, pero lo que acababa de ocurrir sobre el albero cordobés no fue cualquier cosa: Francia, nueve veces ganadora de la Copa Davis y finalista el año pasado, se inclinaba ante la España de Nadal.

La redención de Verdasco

Herido en su orgullo tras el despropósito del encuentro de dobles, Fernando Verdasco cerró la eliminatoria con un contundente triunfo sobre Richard Gasquet en el partido que echaba el cierre a la eliminatoria. El madrileño arrasó a un rival que no hizo acto de presencia, pero más allá de la abulia del galo, Verdasco sacó la vergüenza torera de la que adoleció 24 horas antes y se redimió con una victoria balsámica, mucho más en el aspecto moral que en el meramente deportivo.

Porque aún bajo los efectos del triunfo de Nadal sobre Tsonga y con todo resuelto, todavía quedaba el trámite pendiente del quinto partido. Albert Costa decidió ceder los trastos a Fernando Verdasco en lugar de David Ferrer, poniendo en manos del madrileño el pequeño marrón que siempre supone jugar un partido intrascendente. Así que sólo había dos formar de afrontar el encuentro ante Gasquet: dar el cayo y cumplir ante el numeroso público que permanecía en las gradas de Los Califas o dejarse ir con la coartada de la instrascendencia. En la elección, Verdasco puso en la balanza todo el crédito que se dejó con su desafortunada actuación junto a Feliciano López y convirtió el trámite en un lavado de imagen de lo más reivindicativo.

Todo lo contrario le sucedió a Gasquet, que se tomó el choque con toda la tranquilidad del mundo. El francés no puso ni un gramo de empeño en la pelea, y visto su lastimoso desempeño, bien podría parecer que el propio cuadro galo le metió prisa para no perder el avión de vuelta a París. Abreviando, como los malos toreros, el galo se quitó pronto de enmedio y completó su fantasmal paso por Córdoba con una derrota que rozó lo humillante. Gasquet ha perdido sus dos partidos sin ganar un solo set y encajando dos sonoros roscos (3-0 ante Nadal y el 2-0 frente a Verdasco), pero lo peor es que sólo ha conseguido siete juegos en esas cinco mangas. Y es que una cosa es que el partido sólo valiera para la estadística, y otra es que la pelea se decidiera por incomparecencia.

Toda la concentración que Fer se había dejado en el hotel antes del encuentro de dobles regresó ayer a Los Califas. Además, el público quiso asistir a su redención deseoso de más tenis, como si la cómoda faena de aliño de Nadal no hubiera sido suficiente. Pese a los huecos en la zona de autoridades y compromisos variados -de hecho, los mismos que han deslucido el aspecto de la plaza a lo largo de todo el fin de semana-, la grada lució un buen aspecto, y eso que más de uno que alargó en exceso el bocadillo estuvo a punto de quedarse sin partido. En un visto y no visto, Verdasco rompió el servicio de Gasquet y finiquitó la primera manga en apenas 27 minutos (6-2).

El segundo set tomó pronto los mismos derroteros con dos breaks consecutivos que abrieron un 3-0 insalvable para Gasquet. A esas alturas, el francés ya no estaba en el partido, mostrando una desgana que le hizo incluso ganarse los pitos del público, porque una cosa es una pachanga y otra la desvergüenza. Puede que esos silbidos estimularan al galo, que al menos disimuló su derrota frente a un Verdasco sediento de sangre, deseoso de lavar su imagen. Con rabia, el madrileño remató a su rival y certificó un triunfo para el recuerdo.

La retirada de djokovic completa el triunfo de argentina en serbia

El serbio Novak Djokovic se ha visto obligado a retirarse por lesión ante Juan Martín Del Potro y Argentina ha confirmado su pase a la final de la Copa Davis (3-2), en la que se enfrentará a España, justo antes de que Janko Tipsarevic venciese a Juan Mónaco por retirada del argentino. El número uno del mundo se resintió de la lesión de espalda que le ha mantenido como duda hasta última hora y que le impidió jugar el viernes. El serbio tuvo que retirarse en el segundo set, cuando caía por 0-3 ante el argentino. En el primero, Djokovic desperdició varias ocasiones y fue finalmente Del Potro el que se lo adjudicó después de un disputado 'tie-break' (7-6).

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