La semana santa de... Alfonso Guajardo Fajardo

"En la primera levantá de la Macarena está toda la Semana Santa de Sevilla"

  • El teniente de hermano mayor de la Real Maestranza ha sido nazareno de Santa Cruz, costalero de la Soledad y cicerone en Semana Santa de los Duques de Lugo, Enrique Múgica, Albert Boadella y muchos más

La última vez que el Rey Alfonso XIII presidió el paso de palio de la Virgen de la Victoria, acompañaba al monarca su bisabuelo Luis Alarcón, entonces director de la Fábrica de Tabacos. Es incuestionable que ha sido criado en el amor a la Semana Santa. Este soleano al que por su responsabilidad institucional se le vincula más con la Fiesta Nacional que con las cofradías, tiene vivencias como para escribir un libro sobre la principal fiesta de la ciudad. Alfonso Guajardo-Fajardo y Alarcón (Sevilla, 1961) guarda como el recuerdo más lejano de una Semana Santa las tardes de Sábado Santo en las que su padre se ajustaba el frac para salir en la Soledad de San Lorenzo o en el Santo Entierro en representación de la Real Maestranza: "Las representaciones en las cofradías eran antes de frac, pasamos a la chaqueta y la corbata y hemos vuelto al chaqué. En mi casa hemos vivido la Semana Santa desde muy pequeños, nos la han inculcado y somos muy amantes de ella. Nos la han enseñado de varias formas. Por la mañana, viendo templos. Y por la tarde, cuando éramos niños, en las sillas de la Avenida, delante de la Catedral. Estábamos en la primera fila pidiendo cera y caramelos".

Como buen observador, ha visto evolucionar la Semana Santa en mil y un detalles. Basta un ejemplo: "Llevo toda la vida viendo pasar Santa Genoveva por delante de casa. La evolución del paso del Señor es notable de cómo iba entonces a cómo va ahora. El paso actual es muchísimo más rico. He visto bordar el palio de la Virgen, dorar el paso del Señor, he visto que a la vuelta venía un nazareno y otro a doscientos metros… El orden y la compostura de la cofradía de hoy en día son dignos de admiración".

Se estrenó como nazareno con 13 años en Santa Cruz, cofradía a la que estaba muy vinculada su familia materna. "Me quedé sin madre a los 14 años. Al año siguiente me fui con mi padre a ver cofradías, pero no durante toda la tarde, sino solamente un rato y de forma selectiva. El resto de la jornada me iba con mis amigos a verlas por el centro. Eran los tiempos en que las seis o siete cofradías que salían se veían en dos horas y media o en tres horas. Después pasamos a los años en que para verlas todos había que empezar tempranísimo y algunas no daba tiempo a verlas. Hoy día se pueden ver todas, porque las entradas son muy tardías, pero hay que empezar pronto".

Vivió muy de cerca la gran revolución del mundo del costal: "El segundo año de los hermanos costaleros ingresé en la cuadrilla. Aún era muy joven. Estuve tres años saliendo de costalero con los hermanos Ariza, Rafael y Pepe. Al cuarto año ya no pude seguir de costalero porque yo iba en la primera trabajadera. Y ocurrió que la suprimieron. Recuerdo que el paso pesaba lo que no estaba en los escritos. Los relevos no existían. La calle Cardenal Spínola a la vuelta era horrorosa. Me acuerdo que al pasar por delante de casa de Manolo Rodríguez, su mujer nos repartía terrones de azúcar que nos los tomábamos directamente".

Su experiencia semanasantera como teniente de la Maestranza es digna de relato: "En los últimos años es una tradición que el pregonero taurino llegue a la ciudad el Miércoles Santo. Con ese motivo se le intenta enseñar la Semana Santa. El miércoles vemos salir el Baratillo desde el balcón y en la Madrugada vemos salir la Macarena desde la basílica, que es algo diferente a todo lo demás. El que ve la primera levantá, la primera chicotá de la Macarena, ya no hace falta que vea más. Con eso ha visto la Semana Santa completa. Con Enrique Múgica me ocurrió una anécdota en 2007. Íbamos con sus escoltas a ver el Cachorro, que se tuvo que volver. Nos cogió una bulla de padre y muy señor mío. Yo iba pegado a Múgica y aún así me desapareció el teléfono. Múgica es un enamorado de Sevilla. A todos lados donde iba era perfectamente recibido. Vio la Semana Santa en los mejores sitios. En todas las hermandades firmó en el libro de honor".

La última visita de los Duques de Lugo a Sevilla merece un especial recuerdo: "Aquel Jueves Santo fue de agua. Sólo salieron la Quinta Angustia y el Valle. Por la tarde fuimos a ver el Gran Poder en la Basílica y a continuación a ver a la Señora de San Lorenzo. De ahí fuimos al Ayuntamiento, aunque la visita era privada. La esperaba un grupo de niñas vestidas de mantilla. En los palcos vimos pasar la Quinta Angustia. Después nos fuimos al Aero a tomar algo y por la Avenida vimos el Valle. Recuerdo que el teniente de la Real Maestranza de por aquel entonces, el conde de Luna, me pidió que me acercara a hablar con alguien de la hermandad para que la Señora tocara el martillo en una levantá. Por aquel entonces era hermano mayor José María O´Kean, que me dijo que aunque no era costumbre en la hermandad, siendo quien era, pues por supuesto que se permitía. Y el duque de Lugo hizo una levantá y otra la hizo la Señora. Cada vez que veo a la Infanta y me habla de Sevilla, recuerda siempre este momento. De ahí nos fuimos a la salida de la Macarena. Y el duque de Lugo le donó allí mismo a la Virgen una alianza y su cadena. Y la Virgen la lleva todos los años. Después estuvimos en Dueñas para ver los Gitanos. La Infanta se retiró. Y ya en la Catedral vimos con el duque la entrada del Calvario y la Esperanza de Triana".

Admite que no es fácil que se vuelva a producir una visita real: "Hoy día, por motivos de seguridad, traer a un miembro de la Familia Real a la Madrugada o a ver pasar una cofradía es complicadísimo. Los que sabemos la cantidad de personas que hay detrás de cada visita… Ellos, además, son discretísimos. Siempre cuento una anécdota. Cuando se les fijan los horarios de los actos, la pregunta que siempre hacen es la de cuándo sale el AVE o el avión. Y todo es por la discreción en el gasto. Se adaptan a los horarios normales de trenes y aviones. La gente piensa que por qué no se quedan en el Alcázar, que estaría en perfecto estado de revista en cinco minutos. Pero si se quedan, la cantidad de personas que se tienen que quedar también… Hace quince años que los reyes no vienen a Sevilla en Semana Santa. Yo nunca pierdo la esperanza de verlos".

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