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De libros

Lecciones de economía y ambigüedad moral

  • Coincidiendo con la emisión de los últimos episodios de su temporada final, Errata Naturae edita un libro colectivo que aborda la espléndida serie 'Breaking Bad' desde un enfoque multidisciplinar.

Breaking Bad. 530 gramos (de papel) para serieadictos no rehabilitados. Sergio Cobo y Víctor Hernández- Santaolla (eds.). Errata Naturae. 360 págs. 19,90 euros.

Aunque Iván de los Ríos, uno de los autores de este libro, se empeñe en subrayar la inutilidad de la empresa, jerarquizar es una de las pasiones, diversiones y entretenimientos más jugosos para los millones de espectadores de esta Tercera Edad Dorada de la televisión norteamericana en la que se inscribe Breaking Bad. Una jerarquía que, para quien esto escribe, nada original por otro lado, situaría a la serie creada por Vince Gilligan para la AMC en el tercer escalón, con una gran medalla de bronce al pescuezo, de un podio en el que tan sólo estarían por encima The Wire y Los Soprano, las dos series que han cimentado las estructuras, los modelos narrativos, los conflictos morales, desarrollos, ritmos, la tipología de personajes y relaciones en los que se miran buena parte de los mejores relatos televisivos dramáticos de hoy.

La propia editorial Errata Naturae, que abrió el camino en nuestro país a las publicaciones serias sobre este fenómeno, parece tener claro este nuevo canon en su catálogo especializado, que incluye, además del genérico Teleshakespeare de Jorge Carrión, otros monográficos colectivos sobre Los Soprano, The Wire, Walking Dead y Juegos de Tronos, libros a los que ahora viene a sumarse, en un mismo afán multidisciplinar, a mitad de camino entre el tono divulgativo y el académico, el volumen que coordinan Sergio Cobo y Víctor Hernández-Santaolalla, jóvenes docentes e investigadores de la Universidad de Sevilla, de cuya Facultad de Comunicación proceden también buena parte de las firmas de los 18 artículos que abordan la serie desde sus claves narrativas, sus relaciones con la Filosofía, la Literatura, el Psicoanálisis o el Mito, su dramaturgia, la construcción y el perfil de sus personajes, su potente y definitorio estilo visual, sus elementos formales o sus peculiares circunstancias y estrategias de producción, promoción y recepción.

A sus aportaciones se suman además una larga, enjundiosa e inédita entrevista con Gilligan y un breve artículo de Enrique Vila-Matas que desgrana sus impresiones de urgencia sobre la serie y su espléndido capítulo The fly después de haber visto sus tres primeras temporadas en una sola jornada.

Llega este libro además en el momento oportuno, en plena adicción, cuando se emiten ya los capítulos finales de su quinta y última temporada, que ha arrancado, desatada y gloriosa, a tumba abierta, con un nivel de intensidad dramática y precisión estilística que parecen condensar en cada nueva entrega las mejores esencias de las decenas de episodios precedentes, superando de largo cualquier expectativa de agotamiento, flaqueza o tibieza a la hora de su (anunciada) resolución.

Con Breaking Bad hemos conocido el paisaje árido y horizontal de Albuquerque, Nuevo México; hemos asistido a la transformación radical de Walter White (Bryan Cranston), un profesor de Química de perfil bajo enfermo de cáncer, en Mr. Heisenberg, el capo rapado, sin escrúpulos, meticuloso, neurótico y obsesivo de la droga localM; hemos viajado en la montaña rusa emocional de la relación edípica entre White y Jesse Pinkman (Aaron Paul); hemos visto descomponerse y recomponerse a una familia de clase media, desfilar a una memorable galería de secundarios; hemos asistido, en fin, a una auténtica clase magistral por entregas sobre principios de economía básica en tiempos de crisis y ambigüedad moral.

Porque Breaking Bad nos muestra cómo el ascenso (sin salida) en el mundo del crimen organizado conlleva tomar decisiones morales que implican, además de mentir, extorsionar o asesinar, familiarizarse con términos como asociación, diversificación, oferta, demanda, equilibrio, elasticidad, costes, ingresos y demás operaciones financieras destinadas a la supervivencia.

Como en Los Soprano, muchos de los conflictos de Breaking Bad son conflictos familiares: ¿cómo ocultar a la esposa que uno es cocinero de la droga más pura del mercado?, ¿cómo sortear a un cuñado, agente de la DEA, que le pisa los talones a tu creación criminal mientras piensa que eres el tipo más inofensivo del mundo?, ¿cómo blanquear ese dinero manchado de sangre para pagar las facturas del médico y la universidad de tus hijos? Si en muchas ocasiones la acción externa se resuelve con violencia abrupta y descarnada, la acción interna de la serie, sus escenas de comedor y fregadero, nos regala episodios memorables sobre la dinámica del matrimonio y la familia.

Y, en fin, como The Wire, Breaking Bad es también el retrato realista y minucioso del mundo del crimen organizado como trasunto (ni siquiera reverso) del capitalismo. Con la frontera mexicana y sus cárteles de la droga a unas millas de distancia, se describen con precisión entomológica las operaciones necesarias para gestionar un negocio ilegal y millonario bajo la tapadera de esos establecimientos (una cadena de restaurantes de pollo frito, una lavandería de coches) que representan la imagen del sueño americano.

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