Álvaro Vadillo, jugador del Betis

"Joaquín es mi ídolo y Cristiano, el futbolista perfecto"

  • El joven gaditano, como el otrora referente verdiblanco, es uno de los abanderados de la nueva hornada de canteranos.

Es uno de los abanderados de la quinta que Pepe Mel se ha traído a Fuenterrabía. Álvaro Vadillo Cifuentes (Puerto Real, 12-09-94) llegó al Betis con sólo 11 años, justo después de que su gran ídolo, Joaquín, se marchase al Valencia. No lo conoce personalmente, pero le queda poco. Su descaro y su fútbol llevan camino de compartir camino con su paisano, pero él, de momento, sólo aspira a que Pepe Mel se fije en él y jugar el máximo de partidos entre el filial y el primer equipo. El salto, con 16 años, lo está notando, pero lo aguanta.

-¿Cómo está llevando estas dos semanas de trabajo con el primer equipo?

-No es lo mismo que en juveniles, se nota la intensidad y que hay más esfuerzos, pero los compañeros me han acogido muy bien y lo estoy llevando lo mejor que puedo.

-Hábleme de sus comienzos...

-Jugaba en Lasalle, pero cuando fui al equipo de Cádiz, el Loreto, mi entrenador, Paco, le habló a los hermanos Wanceulen de mí. En el Campeonato de Andalucía, siendo infantil de primer año, en un Loreto-Betis, me ficharon.

-Debió ser duro siendo un niño irse a Sevilla...

-Los primeros dos años estuve yendo y viniendo, mi padre hizo un esfuerzo grandísimo y perdía horas de trabajo por llevarme. Ya llevo cuatro años en la residencia y fuera de mi casa, aunque este año nos cambian y nos vamos a una del Mani.

-¿Lo lleva bien?

-Tampoco hay mucha distancia. Estoy a 50 minutos de mi casa. El primer año lo llevé muy mal, pero ya estoy acostumbrado.

-¿Qué le pasó?

-Que cuando fui a mi casa en Navidad ya no quería volver, pero mis padres me dijeron que pensara en mí y con su ayuda lo pude superar. La verdad es que me han ayudado mucho desde ese momento, incluso hasta hace un mes, con el tema de Italia.

-Por eso le quería preguntar.

-Muchos equipos han estado siguiéndome, pero ninguno en firme como la Fiorentina y el Madrid. Pero yo soy bético y decidí quedarme aquí, no sólo por lo económico; yo soy feliz en el Betis.

-¿Tan cerca estuvo de irse a Florencia?

-Estaba decidido a irme, pero me quedaba una duda y mis padres me dijeron que lo importante era mi felicidad, que no pensase en el dinero y elegí el Betis. Gano muchísimo menos, pero tengo 16 años y es lo que menos importa ahora.

-¿Siempre ha sido bético?

-Cuando yo veía a Joaquín en la tele, siempre me tiraba el Betis porque él es uno de mis ídolos. Ese cariño me conquistó y cuando empecé a jugar más todavía.

-¿Conoce a Joaquín?

-No tengo esa suerte y me encantaría conocerlo. Y eso que vive cerquita de mí y que su familia tiene un bar en El Puerto.

-Dicen que se parece a él...

-La verdad es que ya me lo han dicho bastantes veces, pero yo lo veo una tontería. Él ha ganado muchas cosas, jugó un Mundial. Es un lujo que me comparen con él, pero me queda bastante.

-¿Se fija en su juego?

-Eso siempre suele pasar, cuando te gusta un jugador, ya sea Joaquín o Cristiano Ronaldo, te fijas en sus movimientos, en sus regates...

-¿También le gusta Cristiano?

-Lo veo como un deportista impresionante, se cuida mucho, lucha, trabaja, es el futbolista perfecto y lo admiro mucho.

-¿Y dónde me deja a Messi?

-Messi también me gusta mucho, es impresionante, pero tiro más para Joaquín y Cristiano.

-La verdad es que se parece a Joaquín incluso fuera del campo, tímido, pero con ese ángel de Cádiz...

-Recuerdo que Miguel Valenzuela me decía muchas veces que tenemos el mismo carácter, algo cortado pero que cambiamos totalmente cuando saltamos al césped.

-Pues Joaquín me dijo una vez que estaba acomodado a la banda derecha y que de ahí no se movía...

-Yo para nada. Este último año, en el Betis B, jugué más por la izquierda y de mediapunta por el medio también me gusta jugar. Las tres posiciones me gustan y me siento muy cómodo en todas.

-Le falta gol.

-No soy muy goleador y es un aspecto en el que tengo que trabajar bastante, pero soy joven y tengo mucho que aprender todavía.

-Joven pero ambicioso.

-Mi objetivo prioritario es intentar permanecer, no ya en la primera plantilla, pero estar en ella toda la temporada y jugar partidos. Y con el filial, ascender a Segunda A.

-¿No tuvo bastante con dejarlo en Segunda B?

-La verdad es que la temporada pasada fue completa, sufrimos mucho y el equipo trabajó bien y siempre confiando en permanecer en la categoría. Yo tuve la suerte de marcar ese gol en el minuto 94 contra el Écija que motivó que llegásemos a la última jornada dependiendo de nosotros mismos.

-Por cierto, me habló de la Fiorentina y del Madrid. ¿Y el Sevilla?

-(Sonríe). Cada vez que venía mi padre y jugábamos en la ciudad deportiva estaba el Sevilla tirándole los tejos: que si somos un equipo campeón y, así, dando la lata todos los años, pero es una cosa que no hubiese estado bien visto para mí ni para los béticos.

-¡Pero si era un niño!

-Otros se han ido muy jóvenes y hoy nadie sabe nada, pero yo no. Nunca digas nunca jamás, pero al Sevilla sí se lo digo.

-Dígame la verdad, ¿usted es madridista como Joaquín?

-De siempre me ha tirado el Madrid bastante, pero mi primer equipo fue el Betis y, además, ahora es por el que trabajo.

-¿Y qué le falta para jugar en el Betis?

-La experiencia y los años en el fútbol se notan. Pero no me siento inferior a ninguno de mis compañeros. Soy como uno más.

-Eso es bueno, porque Mel no le mira a nadie el carné de identidad.

-Ya lo demostró el míster el año pasado, subiendo a Fran No, a Ezequiel, a Miki... Está muy atento a nosotros, habla casi todos los días y nos apoya bastante. Tanto él como los compañeros están con nosotros.

-Sergio, Ezequiel, Pozuelo... La competencia la tiene en casa.

-Mejor aún tener competencia con gente que viene de la cantera, es muy buena señal y es mejor que con gente de fuera.

-Sólo una cosa más: tiene buena pinta este Betis.

-Sí. El equipo ya demostró en estos partidos, pese a las derrotas, que tiene un nivel altísimo. El objetivo ya no es permanecer, porque si el Betis hace las cosas bien debe aspirar a más.

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