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Mikel Rico, Betis pobre

  • El medio desactivó esta vez el repliegue posicionado y sin presión.

El Betis estuvo vivo en la eliminatoria hasta la última jugada. De hecho, el temor sobrevoló San Mamés de un lado para otro, entregado al fuerte viento racheado que tanto condicionó el juego. Pero si el Betis estuvo en pie hasta el final, fue porque muy mal debes hacerlo en la vuelta para desaprovechar el 1-0 a favor de la ida. Y los béticos, ayer, no estuvieron muy mal. Pero tampoco bien. Se limitaron a confiar en ese repliegue sin presión que tan buen resultado les dio en el Villamarín la semana anterior. Pero esta vez, el Athletic tenía la lección aprendida y ejecutó un plan alternativo.

Defensa

Ese plan tenía un nombre, Mikel, y un apellido, Rico. El hiperactivo centrocampista es hoy el eje sobre el que gira el Athletic de Valverde. Pero es un eje que dista de anclarse. Tan pronto lanza en largo como toca en corto desde atrás... como se descuelga desde la segunda línea para aparecer en zona de remate, a la espalda de los centrales del equipo rival. Fue lo que sucedió en el minuto 23. Pinchó con la derecha un balón bombeado a la espalda de Reyes y Caro y soltó un latigazo con su zurda. En tres toques, uno largo y dos en un palmo, quedó desactivado el sistema de contención verdiblanco. Y es que los lanzadores del Athletic dispusieron de tiempo y espacio para levantar la cabeza, otear el horizonte y ensayar el pase largo que cruzara las líneas enemigas, que permanecieron bien juntitas pero muy estáticas.

Ya con el 2-0, que nació de un mal despeje de Caro que fue a parar a los pies de Mikel Rico al borde del área (mala suerte ese rebote en Amaya que envenenó el disparo), Garrido sorprendió con Perquis como pivote defensivo en lugar de Reyes.

Ataque

En esos últimos 20 minutos, con Perquis anclado, Matilla trató de distribuir juego con cuatro atacantes por delante: Chuli, Rubén, Molina y Juan Carlos. Por entonces, el Athletic retrasó líneas y acumuló gente. Jorge y Rubén tuvieron que manejarse en espacios cortos, con muchas piernas alrededor, y no se encontraron. Juan Carlos jamás estuvo en el partido. pero surgió un aliado en el viento racheado, que emponzoñaba los despejes y los pases bombeados. El Athletic acumuló hombres atrás para evitar que esos balones caprichosos cayeran en botas verdiblancas para el remate.

Y remate, lo que se dice remate, no hubo en el Betis. Ni siquiera en los briosos arranques de cada parte, conducidos por la movilidad y calidad de Leo Baptistao, al que sólo entendió Molina y a ratos.

Virtudes

Las fases iniciales de cada mitad mostraron a un Betis ambicioso y con iniciativa. Leo Baptistao ya empieza a enseñar un nivel superior a la media y ha llegado para sumar.

Talón de Aquiles

Por propia inercia, por nivel colectivo, el Betis se va arrugando hasta que llega el fallo defensivo.

Uno por uno

Sara Respondió a los balones laterales y por alto en una noche tramposa por el viento. Otra vez un tiro a su izquierda en el que tarda en reaccionar.

 

Chica La voluntad no basta.

 

Caro Cierto que pudo estar mejor en los goles, pero también se cruzó varias veces con acierto.


Amaya Por arriba siempre emergió.

 

Dídac Un flan. 

 

Reyes No guardó su espalda. 

 

Matilla Trabajo y criterio para asegurar el pase. Le faltó atrevimiento para cruzar líneas.

 

Salva Sevilla Mejoró cuando apretó más arriba, tras el descanso.

 

Baptistao Por ahora, sus chispazos de calidad no se traducen en goles. Pero va por el buen camino.

 

Jorge Molina Movilidad e intenciones. Pero con eso no da si eres la punta de lanza.

 

Juan Carlos Ausente.

 

Rubén Castro El canario no termina de reencontrar esa chispa para desequilibrar.

 

Perquis Como pivote, en el sitio y sin complicarse.

 

Chuli Cándido.

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