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De Coria a Sofía con escala griega

  • El futbolista sevillano Añete pasa en dos campañas de la dura 2ª B a fichar por el Levski búlgaro Su último año, en Grecia, clave: fue 'pichichi' y líder del Niki Volos, que ascendió a 1ª tras 49 años

Probablemente, el protagonista de esta historia nunca pensó que el éxito en el fútbol le iba a llegar, a los 28 años, en un lugar inexistente en su mundo conocido. Tampoco habría imaginado que ese éxito llevaría la locura colectiva a la mitad azul de ese lugar, la ciudad griega de Volos, que ha comprobado, atónita, cómo un desconocido español se ganaba esos corazones azules convirtiéndose en el alma del Niki, en el líder nikara que iba a conducir a esa entidad a la Primera División 49 años después.

Quizás, ese futbolista que de niño acortaba su propio nombre ("Añete", en vez de "Antoñete") viese alguna vez en la pantalla oscura de sus ojos cerrados cómo triunfaba dándole a la pelota, jugando en un grande, viviendo un Mundial. Y posiblemente ese sueño lo empezaría a ver como algo real el día en que el Real Madrid le dijo que lo quería fichar. Por entonces, Antonio Salas Quinta (Coria del Río, 1-10-1985) jugaba en su casa, en el Coria, y una llamada del Madrid era un suceso mayor. "Esa primera etapa era de mucha ilusión", recuerda Añete. "Vino el Madrid y me reclutó para los juveniles. Estuve un año, pero no salió bien y volví".

Regresó a Coria y aquellos sueños se quedaron en el limbo de la niñez. Su proyección puso entonces rumbo al averno: "Vinieron momentos malos, pues sufrí un par de enfermedades que me tuvieron siete meses sin jugar y me frenaron. Me desilusioné mucho". Su desmedida afición por el fútbol hizo que el abandono, eso que a tantos afecta, no llamase a su puerta y poco a poco recobró la ilusión: "Vivimos momentos bonitos, como el ascenso de 2008 y la gran temporada del año siguiente".

En esos años vio que la Tercera se le quedaba algo pequeña y decidió probar en Segunda B: "Me animé a salir. Hubo luces y sombras. Por un lado, en Lepe viví momentos muy buenos con el San Roque. Les ganamos a los grandes: el Granada, el Murcia, el Poli Ejido... Hicimos un año muy bueno, culminado al final con la Copa Federación. Las sombras llegaron en Jaén con los impagos y en Ceuta, una ciudad muy especial para jugar al fútbol. La Segunda B es áspera, de juego muy duro, de impagos... Se aprende, pero no hay proyección".

Será tras su estancia en Ceuta cuando empiece a cambiarle la vida: "Un representante me habló de Grecia. Le dije que me interesaba ir donde fuera. Se movió, envió vídeos y llegó la oferta de un equipo de la Segunda División griega, el Olympiakos Volos". Añete se marchó a esta ciudad portuaria de 144.000 habitantes a 300 kilómetros al norte de Atenas. "Fue un año bueno -explica-, la plantilla era amplia y buena. Peleé y jugué, aunque me lesioné al final. Nos quedamos muy cerca del ascenso. Aun así, fui con 10 goles el pichichi del equipo". Ese buen año acaba, sin embargo, como el rosario de la aurora. "El presidente de ese club es un famoso mafioso de Grecia y, como no ascendimos, pues no pagó. Y no quise seguir", rememora.

El año siguiente, tras un verano inquietantemente largo, será el del adiós a la miseria. Es ya septiembre cuando aparece el Niki Volos. Distinto equipo, misma ciudad. Eterno rival del Olympiakos. Deja el rojo y toma el azul. "Estuve todo el verano entrenándome por mi cuenta y ha sido el mejor año de mi vida. Seguro. MVP de la temporada, máximo goleador de la liga con 21 tantos, 11 asistencias, campeón de liga, ascenso a Primera División después de 49 años... Ha sido increíble", confiesa.

La clave del éxito, según su protagonista, reside en la confianza: "Necesito encontrarme bien y, desde el principio, tuve la confianza del técnico. La afición se portó conmigo de manera increíble y la locura se desbordó por la ciudad".

Esa temporada iba a tener recompensa y las ofertas empezaron a venir: "El Niki quiso renovarme y hablaba de mí como la bandera del equipo para Primera. Pero había pagos pendientes y, antes de hablar, tenían que pagarme. No lo hicieron, así que no he oído su oferta. Si sólo fuese por lo sentimental me hubiese quedado en el Niki, pero uno, al final, vive de esto y las ofertas llegaban de fuera".

Y una de esas llamadas era de un histórico búlgaro, el Levski de Sofía, donde ha recalado Añete por un año con opción a otro y donde ya ayer, cuatro días después de firmar, fue titular en el derbi que perdieron con el CSKA. "Es un reto. Han hecho un equipo para estar arriba, han remodelado el estadio y tienen buenos jugadores. Es un club histórico, así que también es una responsabilidad".

Antonio Salas Quinta ha rescatado del limbo parte del sueño de su niñez. No jugará en ese grande que imaginó ni vivirá un Mundial, pero, a otra escala, vive una época dorada. Hoy es un héroe en Volos, donde será recordado por generaciones. Ahora espera repetir faena en una plaza mayor. Ganas e ilusión le sobran. Y calidad no le falta.

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