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Toca echarla al suelo

  • El vestuario mantiene la tranquilidad y hurga entre sus defectos mientras el entorno celebra el mejor arranque liguero en 30 años. Emery recuerda la campaña pasada cuando su cabeza estaba en peligro.

En el fútbol, como en cualquier actividad en la que se dé una dinámica de grupo, es un mandamiento ineludible destacar aspectos negativos de las victorias e incidir en refuerzos positivos en las derrotas. Si esto se prolonga en rachas de resultados, tanto en un sentido como en otro, debe ser una actuación más acusada incluso. Y eso fue precisamente lo que hizo Unai Emery nada más terminar el encuentro ante el Córdoba, justo cuando escuchó en la rueda de prensa posterior incluso la palabra liderato, aunque fuera provisional al no haber jugado ni Barcelona ni Valencia.

Y tras la victoria en El Arcángel, que ha significado que el Sevilla del guipuzcoano haya firmado el mejor arranque liguero en los últimos 30 años e igualado los mejores números de la historia del club contabilizando sólo las cuatro primeras jornadas, es normal que el sevillismo deje volar sus ilusiones y disfrute del momento, pero en la obligación y responsabilidad de los técnicos está el saber gestionar bien todas estas emociones. El propio Emery, para ello, recordó en las mismas entrañas del estadio cordobés que hace justo un año, en la pasada temporada, la situación era completamente la contraria. Aunque con un calendario mucho más complicado, el Sevilla firmó en el curso 13-14 el peor inicio liguero de su historia con sólo dos puntos sumados y penúltimo en la tabla, llegando incluso a tocar fondo en la quinta jornada al caer hasta el abismo del último puesto de la clasificación cuando perdió en el estadio del Valencia.

Aunque precisamente ante el equipo levantino en la jornada inaugural las cosas no salieron como era deseable por el empate que cedió el equipo de Emery en el Sánchez-Pizjuán después de adelantarse en el marcador, el Sevilla 14-15 suma tres victorias consecutivas (en Cornellà, en casa ante el Getafe y en Córdoba), está invicto y emula al Sevilla de Manolo Cardo de la campaña 84-85, el último que sumó estos números en las cuatro primeras jornadas. Es y sigue siendo el mejor arranque liguero de la historia, que también firmaron ya más atrás en el tiempo el Sevilla de los Stuka, que era líder en la 40-41 con 27 goles a favor (firmó un 11-1 al Barça y un 10-0 al Valencia) bajo la dirección de Pepe Brand, y en el ejercicio 70-71 con Max Merkel en el banquillo.

Volviendo a lo de ahora, Emery sabe que los premios no siempre van de forma paralela al buen trabajo. El de Fuenterrabía sabe que, por ejemplo, sin ir más lejos en Córdoba, hubo cosas que no le gustaron y que no se hicieron bien. "Hay que tener respeto al rival y una forma de hacerlo es marcar más goles. Es lo que le he pedido, porque se estaba adornando demasiado", dijo sobre el partido de Carlos Bacca.

El técnico, como profesional que conoce la arbitrariedad de este deporte, ya desde ayer trabaja en bajar de las alturas al equipo o a quien pueda estar en las nubes. "Hay que mantener los pies en el suelo. Hace un año trataba de mantener mi cabeza como podía al estar en la zona baja de la clasificación", recordaba el vasco el domingo por la noche con el pensamiento puesto en lo que el equipo consiguió varios meses después alcanzando un título europeo y clasificándose de nuevo para una competición continental.

Emery es consciente de que al Sevilla todavía le falta mucho. Con numerosos cambios en la plantilla, el equipo aún está en fase de acoplamiento, si bien es verdad que los resultados han sonreído de manera inequívoca a un grupo que se mantiene fuerte moralmente y que está preparado para cuando vengan situaciones de riesgo, como el avance del calendario, con rivales más fuertes, o que coincidan en el tiempo competiciones como la Liga y la Liga Europa.

Es normal que ver la clasificación dispare la euforia, pero los encargados de analizarlo todos saben que, por ejemplo, al Sevilla le falta aún saber manejar el control de los partidos en los que se adelanta. "Nos faltan detalles como ser más contundentes o evitar poner en riesgo el resultado", apuntó.

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