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La hora de Velázquez

  • El técnico sigue sin recuperar el crédito pese a las dos victorias del equipo frente a Girona y Mirandés. El Betis se la juega en diez días frente a Valladolid y Las Palmas, hoy rivales directos.

No es que hayan tenido el efecto contrario, pero si las victorias normalmente sirven para cauterizar las heridas, las dos logradas por el Betis de manera consecutiva frente a Girona y Mirandés no han tenido el efecto balsámico esperado en el entorno del equipo ni, mucho menos, en la figura de su entrenador, Julio Velázquez.

Y ha sido el propio técnico salmantino quien he echado agua al vino que acababa de entrar en la barrica tras el primero de los triunfos en Montilivi que propició, como él mismo reconoció, la semana más tranquila desde que él arribara al Betis. Y los motivos de este recrudecimiento de la relación entre Velázquez y el entorno son dos. El primero, por acatar un orden cronológico, viene motivado al desairar el técnico a parte de la grada de Heliópolis que abroncaba al equipo al descanso por su mal juego pese a ir ganando por 1-0 al Mirandés. Posteriormente, y quizá lo que más ha enfadado, fueron sus declaraciones en la rueda de prensa al indicar que "el equipo sabe a qué juega".

En definitiva, ha ocurrido que el camino que parecía haber recuperado el entrenador, tras la victoria frente al Girona y unas declaraciones del pasado viernes empatizando con el entorno, lo ha vuelto a desandar. Y lo peor no es que ha ocurrido únicamente de cara a la hinchada, ya que en el consejo de administración también hay quien vuelve a dudar de las capacidades de Velázquez, deportivas y de gestión de vestuario y del entorno, para ser el entrenador de una entidad tan expuesta a la opinión pública como es este judicializado Betis y más en Segunda División.

Hablar de que Alexis Trujillo y su amigo Chuti Molina -si el canario al alimón con Lorenzo Serra lo fichó para el Betis, éste fue quien lo firmó en el Murcia- le están buscando un sustituto sería, amén de apresurado, incierto, pero no lo es menos que van a escrutar muchísimo su comportamiento y, principalmente, el rendimiento del equipo en las dos próximas jornadas.

Velázquez asoma a esta encrucijada que le pone en el camino el domingo al Valladolid, hoy segundo en la tabla, y el siguiente al actual líder, Las Palmas, con el mismo crédito, es decir, escaso, con el que arribaba al partido de Montilivi hace dos jornadas. Se la juega ya en Pucela, toda vez que una derrota haría irrespirable el ambiente que se viviera siete días después en el estadio de Heliópolis frente al conjunto canario.

En principio, no tiene motivos ni intención el técnico salmantino de modificar el once inicial que venció a los mirandeses, aunque no es descartable la inclusión de Lolo Reyes en lugar de uno de los extremos (Kadir no se entrenó este martes por una sobrecarga) e incluso de Rennella. En este último caso, Matilla adelantaría su posición como en las primeras jornadas y el sistema viraría de nuevo hacia el 4-3-3 aunque con Rubén Castro situado en el centro de la última línea, más delantero centro que nunca hasta la fecha, en la que jugó en la izquierda o compartiendo punta con Rennella.

Con todo, este martes surgió un leve contratiempo que, de agravarse, podría impedir esta hipotética entrada del chileno para reforzar el mediocampo, muy aconsejable frente a un rival potente y a domicilio. Y es que Molinero, antes incluso de iniciarse el entrenamiento, dialogó con el técnico y se excusó de la práctica por unas molestias en el pie derecho. Al estar lesionado Piccini, si el defensa orejano no se recuperase durante la semana sería el propio chileno, que ya jugase unos minutos en el lateral derecho ante el Numancia, quien podría jugar en esa posición.

Sea como fuere, el partido vuelve a ser vital, más que para el Betis, para su entrenador.

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