El héroe de Turín ha vuelto. El hombre que jugó con la rodilla infiltrada, que tuvo que calentar para lanzar, y marcar, el penalti decisivo ante el Benfica, ya está aquí. Gameiro, después del duro precio de aquella hazaña, una lesión en aquel castigado ligamento de su rodilla derecha, volvió mejor incluso de lo que él hubiera soñado. Hizo un golazo, aunque falló otro, y contribuyó a que el Sevilla se coloque segundo en la jornada octava tras seis victorias, un empate y una derrota: un hito histórico.

El Sevilla puede soñar con un triunfo que cobra más significado gracias a que Emery ya puede contar con su otro nueve, mientras que Bacca sigue enamorado del gol y ya lleva seis en ocho jornadas.

"De vuelta desde una semana ahora y las sensaciones son bastante buenas! Tengo dos semanas para prepararme bien y esperar hacer parte del grupo para el viaje a Elche", escribió Gameiro el pasado 7 de octubre en Twitter y Facebook. El francés, que todavía lleva protección en la rodilla, se había fijado el partido en el Martínez Valero como el reinicio de su andadura exitosa en el Sevilla. Tenía el partido entre ceja y ceja desde que el 29 de septiembre, el mismo día que Cristóforo, se incorporaba al trabajo rutinario con el resto del equipo tras su largo periodo de recuperación. El cuerpo médico del Sevilla optó por evitar la operación con un tratamiento conservador. Y el premio fue hermoso.

Gameiro, 21 goles el curso pasado en un registro idéntico al de Bacca, pero máximo goleador de la Liga por delante del colombiano con un tanto más, 15, tardó apenas 13 minutos, desde que relevó a Deulofeu -protagonista con Bacca del 0-1- en el minuto 60, en cantar a todo pulmón su vigésimo segundo gol oficial con el Sevilla.

Fue en la jugada perfecta, en la combinación que más de una vez habrá imaginado el propio Emery en sus mejores ensoñaciones. Los entrenadores, y los jugadores, también, previsualizan los partidos con triunfos y con jugadas como la que ayer remató Gameiro: lanzamiento largo de Beto hacia la banda izquierda, exquisito control y pase de Tremoulinas, acomodamiento en carrera de Denis Suárez con la cabeza levantada y centro perfecto con la izquierda, en el momento justo para que Gameiro entrara como una flecha cabeceando el balón hacia el ángulo exterior. Un soberbio gol, velocísimo y hermoso en su ejecución.

Aún pudo ser mejor este esperado regreso que ayudará al Sevilla a asentarse en la zona más noble de la Liga. Un despeje orientado dejó al temible dúo sevillista ante el portero del Elche, Bacca cedió el balón a Gameiro, pero Manu Herrera le sacó el disparo raso. Hubiera sido más hermoso aún, aunque habría roto la perfecta y simétrica ecuación de la delantera sevillista. Cinco le faltan a Gameiro para alcanzar a Bacca...

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