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Baño de realidad para un Barcelona superado

  • La derrota ante el Real Madrid fue todo un golpe de realidad para los de Luis Enrique, que en la búsqueda de su nueva identidad se encontró con una bofetada.

La derrota ante el Real Madrid fue todo un golpe de realidad para el Barcelona, que en la búsqueda de su nueva identidad se encontró con una bofetada. "El resultado es justo", admitió Gerard Piqué, muy desafortunado en todo un partido que demostró que las apuestas audaces no siempre salen bien: Luis Enrique dio la titularidad a Luis Suárez tras cuatro meses sin jugar partidos oficiales. El uruguayo demostró que mantiene el instinto y la ambición, pero también que las estrellas necesitan rodaje.

El entrenador azulgrana apostó por Xavi Hernández, un jugador que marcó durante años la identidad del mejor Barça, pero que en la actualidad tiene que sentirse extraño en un equipo que quiere ser vertical y no termina de serlo, al tiempo que pierde ese dominio del balón que lo hizo único. Ivan Rakitic, quien sí se siente cómodo en la verticalidad, jugó sólo la media hora final.

La distancia entre el triunfo y la derrota estuvo en los primeros 22 minutos de partido, cuando Casillas tapó bien su portería y desvió por un centímetro el que parecía el 2-0 en los pies de Leo Messi tras un impecable centro de Luis Suárez desde la derecha.

El Barcelona se frotaba las manos ante una tarde feliz, porque Neymar había mostrado su talento para anotar el 1-0 en una jugada que inició Messi, ese jugador indefinible en cuanto a posición, colocado entre el mediocampo y la mediapunta. Él era el inicio de todo, aunque también aspiraba a ser el final. Pero ninguno de sus intentos logró batir a Casillas.

No es lo mismo medirse al Madrid que a otros muchos equipos de la Liga española. Y por eso, porque no es lo mismo, comenzó a apagarse el Barcelona. Ya no habría margen para jugadas de fantasía como la que intentó Neymar ante James Rodríguez en el inicio, intentando pasar al colombiano tras aprisionar le pelota con ambas piernas.

El 2-1 de Pepe agravó más las cosas, pero la estocada fue el error de un símbolo como Andrés Iniesta, que no se entendió con Mascherano y, tras pelear en la banda la pelota con Isco, lo único que logró fue una generosa habilitación para el rival, que precipitó el contraataque para el 3-1 blanco. Un rato después, Iniesta se iba lesionado en un gemelo.

"Ese tercer gol nos hizo mucho daño", admitiría después Luis Enrique, que prefirió centrarse en los errores y no buscar excusas. Mientras tanto, Messi, que debutó en el Bernabéu en aquel triunfo por 0-3 del Barcelona en noviembre de 2005 que incluyó aplausos del público blanco a Ronaldinho, comienza a despedirse de una época, de un estado de ánimo en el templo blanco: llevaba cinco victorias, un empate y sólo tres derrotas en Madrid. Siete meses atrás había anotado tres goles y asistido en el otro para el trepidante 4-3 que se llevaron los azulgrana del estadio del archirrival.

Las cosas están cambiando, el Madrid ya no sufre el complejo que lo atenazó en la era Guardiola y ya son cuatro sus triunfos en casa desde que Messi es rival. Frustrante para el argentino que, en el final, falló por varios metros un tiro libre. Frustrante, además, porque sigue siendo el alfa y el omega del Barcelona. No obstante, el conjunto catalán ya no tiene del todo claro qué es.

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