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Inerme ante una batalla

  • El sistema 4-4-2 fue inocuo por la falta de pases interiores a los puntas.

Esta vez no resulta tan hiperbólico afirmar que fue una batalla. Porque el Feyenoord, si alcanza la final de Varsovia -casi quimérico, viendo su nivel- no va a jugar ese partido con mucho más ardor que ayer. Los diez jugadores de campo fueron fundamentalistas lanzados a cada balón como si les fuera la vida en ello. Ante 40.000 enardecidos holandeses que parecían querer cobrarse afrentas históricas: así lo expresaron en ese tifo inspirado en batallas navales de hace siglos. El equipo de Rotterdam se vio contagiado de ese ambiente prebélico. Y el Sevilla, otra vez, le facilitó la victoria. Emery cambió de dibujo y de actores. Pero tampoco cambió la dinámica negativa. Un sistema 4-4-2 con Gameiro y Aspas. Pero sin fútbol desde atrás o desde las alas para lanzar a ambos.

Defensa

La puesta en escena dio más resultados en la retaguardia que en vanguardia. Krychowiak y Mbia ordenaron una presión adelantada a la salida del balón del Feyenoord. Y hasta Reyes fue disciplinado e intenso. El balón circuló más en la mitad del terreno local. las recuperaciones del balón se sucedían en posiciones adelantadas. Y eso facilitaba que la zaga sevillista no cediera metros.

En la segunda parte, una jugada desafortunada, con dos rebotes que sonrieron al Feyenoord en una contra por su banda izquierda, acabó en una acción de calidad, con pausa y toque, de Boetius en el área. Su pase a la derecha dio medio gol a Toornstra. Antes de ese 1-0, el Feyenoord ya había llevado el partido a su terreno por intensidad, que no por calidad.

En la última media hora, con los laterales sevillistas más arriba y Mbia buscando una irrupción al área, los centrales y Krychowiak quedaron entregados a las oleadas a la contra, bien iniciadas por los locales.

Ataque

Gameiro y Aspas, dos puntas veloces que piden jugar al espacio. Y más, ante una adelantada defensa. Un decorado propicio que se convirtió en un muro porque no hubo surtidor. Krychowiak jugó a las claritas, Mbia no cruzó la línea de presión de los holandeses. Eso, por dentro. Porque Denis y Reyes, diestro el primero y zurdo el segundo, jugaron anclados en sus bandas naturales, con lo cual no pudieron recurrir a su visión y toque para soltar por dentro pases a la espalda de los rivales, aprovechando los desmarques de los puntas.

Ni en el descanso recapacitó Emery, no los cambió de banda. Y luego, más de lo mismo con las sustituciones: Bacca por Aspas, Deulofeu por Denis. Y más juego sin hilazón, sin cohesión.

Virtudes

Ese cuarto de hora inicial de mando y presión arriba. Por decir algo. Y Sergio Rico.

Talón de Aquiles

Emery ha perdido los papeles. Su 4-4-2 ofreció a un Sevilla incapaz de lanzar a los puntas. Y por la falta de tablas europeas de muchos, un Sevilla inerme para litigar con un rival enardecido, que planteó... una batalla.

Uno por uno

Sergio Rico Sostuvo en pie al Sevilla con colocación y brazos fuertes para despejar a los costados.

 

Coke Su limitado físico fue un lastre en un partido de tanto choque... El mejor del Feyenoord, Boetius, maniobró por su zona.

 

Arribas Valiente, aunque impreciso.

 

Carriço Un error en la banda izquierda por no ceder al portero pudo costar caro. Luego, demasiados espacios. 

 

Kolodziejczak Esta vez fue en su demarcación natural: malas decisiones con el balón. 

 

Denis Suárez En un partido para hombres, un tierno pipiolo que encima jugó arrinconado.

 

Krychowiak Su gas duró poco. A veces parece mirarse en el espejo cuando juega. 

 

Mbia El sitio perdido otra vez.

 

Reyes Un partido para que lo viera desde la derecha: para que su zurda mágica lanzara. 

 

Gameiro Con cara de asco.

 

Iago Aspas Intención a la que no acompañó el toque.

 

Bacca Ese control largo...


Deulofeu ¿Otro Marko Marin?

 

Vitolo De puntillas.

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