Feyenoord-Sevilla · la crónica

Ya pierde con los malos (2-0)

  • El Sevilla prolonga su mala racha contra un Feyenoord de escaso nivel, pero que supo jugar mejor el partido. El equipo de Emery paga su desidia inicial y los errores arbitrales.

El peligro de perder es llegar a acostumbrarse a hacerlo y el Sevilla de Unai Emery parece que se ha metido por ese sendero. Ya no se trata de hincar la rodilla contra Messi y compañía, algo hasta cierto punto lógico, el equipo nervionense cayó este jueves ante un rival considerablemente menor, contra un Feyenoord que tuvo bastante con intimidarlo a base de enseñarle los dientes en cada acción del juego. Eso provocó una desidia inicial bastante incomprensible en el actual campeón de la competición, pues no fue capaz de buscar el triunfo de verdad y lo acabó pagando cuando llegaron los momentos más comprometidos. Marcó Toornstra en una jugada aislada y entonces surgió un quiero y no puedo estéril, incluida la participación estelar del árbitro esloveno Slavko Vincic, que anuló un gol a Mbia de manera increíble para ponerle el colofón a su casera actuación.

Pero que nadie busque excusas por el lado arbitral. Fue casero, es verdad, pero como lo son la mayoría de los jueces en las competiciones europeas. La autocrítica del Sevilla debería venir por otro lado, principalmente por analizar cuáles fueron las diferencias con los dos partidos anteriores fuera de casa de esta edición de la Liga Europa. Cierto que en Rijeka y Lieja el equipo de Emery se fue con sendos empates, pero nadie debería olvidar, tampoco dentro del plantel profesional, que en Croacia surgió al final Mbia para salvar el desastre y que en Bélgica fue el brasileño del Valencia Vinicius Araujo quien permitió que el Sevilla no fuera derrotado en el último minuto del litigio.

Son datos objetivos, nada de opiniones subjetivas, para considerar que la trayectoria del Sevilla en esta Liga Europa sólo podía conducir a una situación como ésta. Los hombres de Emery no pueden jugar siempre al borde del precipicio, sobre todo cuando los rivales que tienen enfrente no muestran un nivel superlativo, ni muchísimo menos. Se puede justificar perder contra el Barcelona, contra el Real Madrid, incluso ante el Atlético, porque es verdad que son tremendamente superiores a este Sevilla, pero que nadie quiera hacer ver que Feyenoord, Rijeka y Standard de Lieja están en un estrato futbolístico como para que los blancos tengan que llegar a la última jornada sin asegurar su pase para la siguiente fase. Quien diga eso, sea profesional del fútbol o no, sea Emery o cualquier otro, seguro que está obligado a vender una cosa irreal. Y, por favor, que se huya de la demagogia de que un partido lo puede ganar cualquiera, ésta es una liguilla de seis encuentros y ahí no ha lugar para los accidentes, salvo que se juegue con fuego tantas veces.

Eso fue lo que le ocurrió al Sevilla en la caldera de De Kuip, que acabó quemándose por la sencilla razón de que no fue capaz de imponerse a los elementos. La idea de Emery de jugar con velocidad arriba para aprovechar la línea tan adelantada que traza el Feyenoord atrás no se vería correspondida con un detalle táctico de tremenda trascendencia. Si el técnico vasco creyó conveniente que Iago Aspas y Gameiro partieran como puntas, es muy complicado entender que Reyes y Denis Suárez jugaran en sus bandas naturales cuando precisamente ambos tienen querencia a moverse a pierna cambiada. Lo lógico hubiera sido eso para que surtieran de balones profundos a los dos delanteros y, también, para que no evidenciaran sus problemas de velocidad en las bandas naturales, cuando tienen que correr como extremos puros y no hacia dentro.

La idea de Emery, por tanto, no surtió efecto y el Sevilla tuvo muchísimos problemas para tener el balón, algo que poco a poco fue conduciendo a una perniciosa desidia. Los visitantes se limitaban a dejar correr el tiempo, a que no pasara nada. Pero eso, cuando el rival que está enfrente es visiblemente inferior, da lugar a que todo se dirija a lanzar una moneda al aire. Otras veces el Sevilla salió indemne, pero ayer le salió cruz en la segunda mitad.

Después de un primer periodo en el que los dos únicos disparos, uno de cada equipo, llegaban en el último minuto, el Sevilla no retocaba nada y partía con la misma idea futbolística. Y, claro, en esa ruleta de la fortuna fue el Feyenoord el que se encontró con el premio. Una jugada aislada, cargada de rebotes, con futbolistas cayéndose una y otra vez, un toque de clase de Boetius y un gol bastante parecido a uno de los que marcó el Rijeka. Uno a cero para el cuadro holandés y la caldera de De Kuip rugía.

Ahí sí reaccionó Emery, quitó a Iago Aspas y Denis Suárez, éste más que justificado, y trató de meter a los suyos en el partido. Pero entonces participó el árbitro para anular un gol legal a Mbia y también surgieron errores propios a través de un desacertado Bacca. Hasta que El Ahmadi liquidó el choque. El Sevilla había caído y no lo había hecho contra el Barcelona, ni muchísimo menos. Perdió contra un rústico Feyenoord y ahora deberá jugársela con el Rijeka, con el riesgo que eso supone...

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