Almería-Betis · el otro partido

Sin tensión, ni Merino ni Betis

  • Un displicente equipo verdiblanco se despide de la Copa del Rey casi sin comparecer. Sin el orgullo liguero, el técnico no encuentra la fórmula.

Si algo se ha destacado de Juan Merino hasta el momento ha sido su capacidad para imponer lógica tanto en las decisiones como en su discurso, pero la Copa del Rey le ha aparecido como una competición en medio de la nada, en la que ni siquiera tenía el aliciente de cruzarse con uno de los grandes de la Liga en una temporada en la que éstos no visitarán Heliópolis. Así se entienden en parte las decisiones del linense y que su reflejo sobre el césped fuera este Betis sin ritmo ni tensión, que casi ni compite ante un Almería de la serie más pobre de Primera.

Peso a todo, la Copa también supone un estorbo para este Almería de Juan Ignacio Martínez. Con la visita a Balaídos muy cercana, el técnico colocó un equipo de garantías, pero también a medio gas. Esto convirtió el primer tiempo en la nadería más absoluta. Yo no voy a por el partido, pero tú tampoco. Eso se pudieron comentar ambos equipos en el túnel de vestuarios, después de 45 minutos soporíferos, donde únicamente Thievy, con ganas de reivindicarse, y Dani Ceballos, que sólo parece sentirse cómodo con ese estilo de fútbol, le daban verticalidad al juego.

Si al partido le faltaba emoción, Velasco Carballo, con la nula ayuda de sus asistentes, se encargaba de que la misma no apareciera. Este viejo amigo en verdiblanco anuló la mejor ocasión bética, tras un pase de Dani Ceballos, al mismo estilo que marcó en su época Michael Laudrup, hacia Xavi Torres, aunque éste tampoco pareció con la destreza suficiente para inquietar a Julián.

Tras el descanso, la tónica era similar hasta que los locales aprovecharon una acción de estrategia para adelantarse en el marcador y dejar la eliminatoria sentenciada. Ni la presencia de Rubén Castro, que entró al césped minutos antes del gol de Michel, significó ese impulso para los verdiblancos. Esa falta de tensión derivó en esperpento cuando Dani Giménez se mostró incapaz de reaccionar ante un lanzamiento de Jonathan Zongo desde 45 metros. 2-0 y el Betis que añadía más sonrojo a una Copa decepcionante. El gol de Perquis, al menos, maquilló el resultado, como ya había ocurrido en el encuentro de ida con los tres tantos béticos que taparon el bochorno de ese 0-4 que llegó a reflejar el marcador. E incluso Rubén Castro pudo anotar su gol 96, pero no era un día en verdiblanco y el postrero penalti se fue al limbo.

Pocas conclusiones positivas podrá extraer Merino de su duelo ante el Almería. Si acaso el técnico podrá seguir añadiendo jugadores a esa lista de damnificados por la Copa. Ninguno de los suplentes -salvando a Jorge Molina, que ya había demostrado su compromiso con anterioridad- dio ese golpe en la mesa para llamar la atención del técnico.

Ni tampoco Merino podrá aumentar su hoja de registros de cara a ese pronunciamiento definitivo del consejo sobre su futuro. Al Betis incomodaba esta Copa que otrora le deparase tantas alegrías, incluso cuando fue equipo de Segunda. Sin tensión, sin casta ni orgullo no hubiera prosperado Merino. Ayer, su Betis, careció de todos esos ingredientes que sí han aparecido en la Liga.

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