Numancia - Betis · la crónica

Insípido, con y sin balón (1-1)

  • El Betis buscó la victoria hasta el final en un partido que el Numancia, con gusto y buen toque, le jugó de tú a tú. Los de Mel carecieron de rápidas recuperaciones y de último pase.

El fútbol es cosa de dos y ayer quedó palmariamente demostrado en Los Pajaritos. El Betis quiso siempre, desde el tañido inicial, pero rara vez pudo imponer su idea a la de un Numancia con una filosofía parecida a la hora de elaborar el juego mediante combinaciones y que tuvo tan cerca la victoria como los propios hombres que dirige Pepe Mel.

A la hora de autos, el terreno de juego de Los Pajaritos presentó un aspecto mínimamente aseado pese a su dureza e irregularidad y el técnico verdiblanco apostó por dar la camiseta de titular a Portillo en detrimento de Lolo Reyes. Ante la creencia de que el equipo iba a ser protagonista ante el rival, Mel no dudó en apostar por el malagueño para controlar el balón unos metros por delante de Dani Ceballos aun partiendo desde la derecha.

Pero el Betis se encontró con varios hándicaps a la hora de llevar a cabo el mismo plan que ejecutara ante el Sabadell una semana antes en Heliópolis. Y el principal problema fue el rival, el Numancia. Anquela, aunque podía haber aprovechado un panorama al que el Betis igual le hubiese cogido asco, prefirió jugarle de tú a tú, sin voleones, raseando la pelota y discutiéndole la posesión de la misma desde el minuto uno al noventa.

Es complicado saber si Mel esperaba esto, quizá sí, pero a sus futbolistas no les sentó nada bien. Entre otras cosas, porque los sorianos conocen mejor el paño y mueven mejor el balón entre las múltiples calvas y trampas con las que, indefectiblemente, se adoba su escenario durante el otoño y el invierno.

Al Betis no sólo le costó elaborar el juego en el mediocampo, entre otras cosas porque Dani Ceballos estuvo aún más negado que en El Molinón, sino que se le hizo un mundo recuperar el balón con prontitud para lanzar contraataques. Y es que el utrerano tampoco tuvo su día en la presión ni se sintió a gusto en el patatal soriano para ejercerla.  

Aun así, sí logró el Betis este propósito en el primer cuarto de hora, en el que Rubén Castro dispuso hasta de tres ocasiones para batir a Biel Ribas, una de ellas, un disparo al larguero. Casi todo nacía en la banda izquierda, en la que Dani Pacheco anduvo muy activo y sirviendo balones envenenados para el canario.

Empero, justo cuando el Betis debía llevar ventaja, fue el Numancia quien la adquirió en un saque de esquina mal defendido por Adán y Jordi. El guardameta no intentó salvar la maraña de futbolistas que tenía delante de él y meter el puño en el primer palo; el central, sencillamente, estuvo más pendiente de agarrar a Regalón para que no rematase que de saltar él para haber despejado el cerradísimo lanzamiento de Julio Álvarez.

Y si el Betis había generado sus ocasiones pese a no sentirse cómodo, tras el gol numantino apenas iba a tener una más, justo la que sirvió para que Rubén Castro, al filo de la media hora, fusilara a Biel Ribas desde una posición escorada tras una genial pared con Jorge Molina.

Pero tampoco tras el empate mejoró el equipo verdiblanco su fútbol insípido. El Numancia jamás varió sus esquemas y sólo tras la entrada de Lolo Reyes por Pacheco -ya podría Mel haber sustituido a un inoperante Portillo- se vio al equipo más metido en el partido y que, al menos, logró sacudirse a un rival que lo estaba atosigando por entonces. Pero el Betis, que ahora sí recuperaba con cierta celeridad la pelota, careció entonces de posesiones largas y de último pase. Rubén Castro, Jorge Molina, Portillo y hasta los laterales en sus esporádicas subidas gozaron de opciones nítidas para haberle inyectado al área rival ese balón con el veneno justo para que el delantero lo llevase a la red.

El equipo, cierto es, no se rindió. Ni Mel tampoco. Dio entrada a Piccini para buscar alguna internada potente ante la dificultad cada vez más latente en el pase corto, introdujo luego a Rennella y dejó a Rubén y Jorge sobre el césped... Pero no era el día del Betis y tampoco su fútbol, en una balanza, hubiese pesado más que el del Numancia, quien también buscó hasta el último aliento la victoria fruto de un Anquela que no regaló nada con los cambios, más bien al contrario. Y hasta podrá presumir el entrenador arquillero de haber sumado un 55% de posesión ante su colega el madrileño Mel.

Con todo, el empate no resta un ápice de credibilidad a un Betis que sumó su novena jornada consecutiva sin perder y que ahora afrontará un partido cómodo frente a la Ponferradina antes de visitar otra plaza arisca como Albacete y afrontar su Tourmalet.

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