Espectacular, este Sevilla agota los calificativos. En un primer tiempo con puntos fuertes y un segundo demoledor dejó la semifinal prácticamente sentenciada ante un fantástico rival que terminó por no saber de dónde le venía el bombardeo. La cuarta final está cerquísima, Varsovia asoma y sólo una debacle de otra época puede apartar al Sevilla de la opción de pelear por su cuarto título.

Vidal, con dos goles jugando de lateral y una asistencia ya como extremo, se convirtió en la estrella de un equipo liderado de forma inequívoca y magistral por un Banega de máximo nivel.

De entrada, Emery sale dispuesto a agobiar al rival y coloca al multiusos Vidal de lateral derecho, de manera que le quepan Reyes, Banega y Vitolo detrás de Bacca sin prescindir del futbolista que mejor representa la meritocracia que guía al técnico vasco y que ha sido absolutamente clave para llegar a este punto con toda la ilusión y la plantilla en un momento indiscutiblemente óptimo.

Con Joaquín enfrente de Vidal y Salah al lado contrario, Tremoulinas no se ve exigido en el uno contra uno y al ex bético lo cubre un portento físico que además desequilibra con sus llegadas y obliga al portuense a esmerarse atrás. Así, la Fiorentina tira mucho más de Mati Fernández como conexión natural de Borja Valero sin que las bandas sean excesivo problema. Si acaso, por buscar un pero, el orden defensivo sevillista venía acompañado de una falta de contundencia muy peligrosa pero sobrevenida por el empeño en sacar el balón jugado para avanzar con la pelota.

El Sevilla domina e incluso atosiga, encierra al rival y sólo le falta esperar una buena opción para rentabilizar su apuesta ofensiva y su notable circulación. Llega al final de ese tramo inicial que se está haciendo eterno últimamente para cualquier visitante del Pizjuán, en una combinación preciosa Tremoulinas-Reyes-Vitolo con media vuelta de Bacca en el área para que el colombiano vea la llegada de Vidal y éste cruce de maravilla para batir a Neto.

Y tras eso, el también habitual últimamente valle en el juego sevillista, que permite a la Fiorentina tener más ocasiones incluso que el talentoso Sevilla de Banega y Reyes. Mati Fernández falla lo increíble en el área pequeña y sin oposición tras el único desborde de Joaquín en el primer tiempo cuando la grada aún celebraba el zarpazo de Vidal, y Sergio Rico frustra al propio Mati y a Salah -el primero tras desajuste defensivo y el segundo con un centro raso de Tomovic que se paseó por todo el área- con dos buenísimas intervenciones que mantuvieron la ventaja local. El arreón final del Sevilla, también habitual, reconduce el dominio y el descanso llega con el Sevilla donde quería estar.

La segunda parte presenta a un Sevilla que ya no hace más concesiones y controla mucho mejor atrás hasta hacer desaparecer a Borja Valero, Mati Fernández y Joaquín, incluso a aburrir a Mario Gómez y Salah. Un Sevilla mandón y sin piedad que dobla ventaja en una recuperación que Vitolo convierte en contragolpe, abre para Vidal, totalmente solo otra vez, y cuando Neto espera el pase de la muerte se encuentra un tiro suave a gol que pone cabeza abajo Nervión.

Pero este Sevilla no se conforma y despacha a su buen rival completando un segundo acto casi perfecto. Ni la lesión de Mbia supone un grave trastorno y nada más salir Gameiro llega la sentencia, quizás, de la eliminatoria con un Banega superlíder y una progresión de Tremoulinas con pase atrás a Vidal que éste convierte en gol de Gameiro. Dos goles y una asistencia para el espejo de Emery en el césped.

Ya no hay más porque el Sevilla, sin confirmarse, tiene de sobra y la Fiorentina se desespera entre el rodillo nervionense. El Nápoles ve empatada 1-1 su eliminatoria y estará más abierta en Ucrania. Sin ir de turismo, Florencia debe ser un doble placer para el sevillismo.