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El tridente de los 100 años

  • Joaquín, Van der Vaart y Rubén Castro suman un siglo de vida y podrían escoltar a Van Wolfswinkel. El once idílico del Betis se antoja complicado por su desequilibrio.

Con la plantilla ya confeccionada y, salvo lesión grave, sin cambios ya como pronto hasta la apertura del mercado invernal, el bético, del mismo modo que profesionalmente lo hace Pepe Mel, comienza a darle vueltas a la cabeza a la búsqueda del once inicial que le gustaría aprenderse de carrerilla, como se solía antiguamente o como se recitan los equipos que ganaron títulos, léase la Liga 34-35 o las trofeos de Copa de los años 1977 y 2005.

Reza una ley no escrita que el buen entrenador es el que elige a los once mejores y es capaz de hallar un sistema y que entren todos ellos en él. A veces ocurre, principalmente en los equipos en los que la calidad es tan alta que el desequilibrio que suele provocar esta apuesta es mínimo. Lógicamente, siempre se entiende que los mejores se hallan cerca de la vanguardia, ya que el fútbol, de toda la vida, ha sido más fácil jugarlo de cara y, de hecho, el dinero se paga por los de arriba.

¿Pero está el Betis capacitado para una apuesta tan rutilante como, por ejemplo, la que realiza el Barcelona? Los azulgrana, amén del tridente formado por Messi, Luis Suárez y Neymar, apuestan por dos centrocampistas exquisitos como Iniesta y Rakitic, dejando como único medio de cierre a Busquets.

En el Betis, este once ideal e idílico, por lo que respecta al centro del campo y a la vanguardia, estaría formado por Digard y Dani Ceballos en el mediocampo, con una línea de tres por delante con Joaquín, Van der Vaart y Rubén Castro y un punta, plaza que sería para Jorge Molina o para el recién llegado Van Wolfswinkel, quien, aunque sólo sea por la novedad, es hoy el predilecto de los aficionados. En cualquier caso, esta posición tampoco es tan significativa para el análisis.

Porque los problemas que Mel hallaría para jugar con esta serie de buenos futbolistas son dos: la presumible falta de equilibrio, al tratarse de un once muy ofensivo, y la edad de los componentes de la última línea. Lejos de que jueguen Jorge Molina (33 años) o Van Wolfswinkel (26), los mediapuntas suman entre los tres un siglo de vida. A los 34 años de Rubén Castro y Joaquín habría que sumarles los 32 que atesora Van der Vaart.

¿Quiere decir ello que rara vez estarán los tres de forma simultánea en el once inicial? Evidentemente, la respuesta la tienen el entrenador y su cuerpo técnico y, seguramente, sea posible en algunos partidos, sobre todo en Heliópolis y frente a los equipos más modestos, hallarnos con este tridente de lujo tras el ariete, pero difícilmente fuera de casa.

En cualquier caso, el día que saliesen por la bocana del vestuario Joaquín, Van der Vaart y Rubén Castro, la línea media difícilmente estaría compuesta por los dos mejores futbolistas del Betis en esa demarcación, la pareja que debería jugar siempre que por delante hubiese colaboración para una presión atosigante al rival. Ésa sería la compuesta por Digard como medio de cierre o centrocampista defensivo, puesto para el que quizá no esté dotado, y Dani Ceballos como armador del juego.

De jugar éstos con la mediapunta del siglo, el balance defensivo haría aguas seguramente. Además, aquí se entronca con otra de las carencias del Betis, que es la de una línea defensiva sólida, por lo menos por lo visto a la fecha. Tanto Piccini, en mayor medida, como Vargas, son laterales con gran proyección atacante, y la pareja de centrales aún está por consolidarse. A la fecha, la formada por Pezzella y Bruno no ha cuajado. El argentino está acusando la falta de adaptación a España y el galletero, su ubicación en el perfil izquierdo y su escaso rodaje, ya que es un futbolista tipo diésel que mejora con los partidos.

En este sentido, el beticismo está deseando ver a Westermann, quien fuese internacional alemán y titular indiscutible durante una década en su país en equipos como el Arminia Bielefeld, el Schalke 04 y el Hamburgo, club al que perteneció el último lustro y del que llegó libre al Betis hace unas semanas.

Así las cosas y, aunque el propio Mel no sea muy partidario de ello, da la impresión, al igual que ocurriese la campaña pasada, de que el medio centro del Betis va a estar compuesto de dos medios centro de carácter defensivo, uno de cierre y otro más dinámico que hostigue y comande la presión adelantada a los rivales. Lógicamente, esta última labor la puede hacer Dani Ceballos y su futuro debe estar ahí, aunque su calidad técnica, unida a su inexperiencia, lo ubiquen hoy más adelantado o caído a una banda.

Con todo, las combinaciones son abundantes, más en ataque, con futbolistas (no aparecen en el gráfico) con mucho que decir como Fabián o Portillo, la posible sorpresa de Petros si irrumpiese o incluso de los descartados Vadillo y Kadir si se sienten por ello espoleados y levantan los brazos y se preparan para la mínima oportunidad. No hay que olvidar que la Copa del Rey puede resultar un clavo ardiendo para más de uno. Y Mel, una vez que están en la plantilla, sea por decisión suya o del club, podría sorprender con alguna alineación a quien lo merezca.

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