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El turno de Dani Ceballos

  • Mel desea que el utrerano dé el paso adelante para que el Betis se parezca al que él quiere. El 4-4-2 asimétrico, con Jorge Molina y Portillo, la vía factible con este plantel.

Pepe Mel no acaba de salir de la encrucijada en la que se halla, causada principalmente por el pésimo rendimiento ofrecido a la fecha por los futbolistas fichados en verano, que no es presumible que cambie. El madrileño, entre la escasa aportación de éstos, las continuas visitas de los futbolistas a la enfermería y la retahíla de malos resultados en Heliópolis, se ha visto incluso impelido a apostar por un estilo de juego que, en absoluto, casa con sus ideales del balompié, más pulcros sin duda.

Ocurre que, una semana más, el entrenador bético se encuentra en la misma tesitura y, encima, el partido de Liga se disputa pasado mañana, con lo que los entrenamientos para prepararlo, lógicamente, se acortan. Y el tiempo es importante, máxime cuando la situación deportiva, sin ser angustiosa, sí empezaría a ser preocupante de caer derrotado en el Ciutat de València.

El motivo es muy simple. En los últimos compromisos lejos de Sevilla, la imagen futbolística del Betis no ha sido la idónea. Tanto en Granada como en Málaga, el equipo jugó mal, pero los resultados fueron buenos, ya que logró empatar en el Nuevo Los Cármenes y vencer en La Rosaleda.

Empero, esa adustez en el juego que tan poco agrada al mismísimo Mel de nada le ha servido al equipo en Heliópolis frente a rivales con un potencial netamente superior como el Athletic o el Atlético de Madrid.

Así, la duda que hoy corroe al entrenador es qué hacer frente al Levante. ¿Le dará al Betis con el fútbol desplegado en los dos últimos desplazamientos para vencer a otro equipo de los modestos como el Levante? ¿Es hora ya de que el entrenador apueste por su catecismo a machamartillo?

Seguramente, la respuesta a la primera pregunta sería negativa, ya que los granotas van a apretar de lo lindo tras haber vencido en El Molinón y la fortuna no siempre va a sonreír a un fútbol tan rácano como el del Betis en esos dos partidos fuera de casa. Otra cosa sería que jugase como en Vallecas, con sobriedad y salida a la contra con velocidad a la par. O incluso como en El Molinón, también con pausa y las líneas juntas pero con llegada en ataque.

La respuesta a la segunda pregunta la tiene Dani Ceballos. Mel, que no acabó de acertar con el fichaje de Portillo porque lo que el Betis necesitaba era un organizador, ha visto cómo esta temporada tampoco le han firmado a ese tipo de futbolista por las esperanzas depositadas por todos los estamentos del Betis en el centrocampista utrerano.

Dani Ceballos es el pelotero que al Betis le falta para jugar como quiere Mel, más allá de ese extremo izquierdo que, sin duda, abrocharía las opciones de ataque. Pero el madrileño ha demostrado que sabe componer un equipo sin extremos -Salva Sevilla, Portillo y muchos otros fueron usados en su 4-4-2 asimétrico-, pero lo que se le resiste a Mel es jugar a la mentira, es decir, atiborrar la zona ancha de centrocampistas defensivos. Encima, si no quieres dos tazas, contra el Atlético de Madrid fueron tres.

Mel mima como nadie a Dani Ceballos, pero éste no exhibe ni de lejos el fútbol de la temporada anterior en Segunda o el que enamora al país cada vez que se enfunda la camiseta de la selección sub 21. El problema, sin duda, está en el ritmo de competición, en la dificultad que le supone al futbolista de Utrera dejar rivales atrás con su conducción.

La solución, sin duda, es una vuelta al 4-4-2, ya que hallaría en Jorge Molina a un apoyo para tocar más y conducir menos. Y si en la banda izquierda juega Portillo como interior, más asociación. Y nada de extremos si no los hay.

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