"Juan Carlos Ollero me parece un valiente". La frase la pronunció Manuel Castaño en estas mismas páginas, sabedor el accionista del paso tan arriesgado que dio el melillense el 25 de noviembre de 2014 cuando asumió las riendas de la entidad verdiblanca.

El Betis, en catarsis tras la etapa nigérrima de José Antonio Bosch, no respiraba con Francisco Estepa al frente y con un presidente de mentira como Manuel Domínguez Platas, rodeado además de consejeros que supieron un día antes de ser nombrados que el Villamarín radicaba en el barrio de Heliópolis.

Las riendas del equipo aún las sujetaba Julio Velázquez, entrenador puesto a dedo por Lorenzo Serra, quien aspiraba a no se sabe bien qué en la entidad, y éste se desangraba, al punto de provocar la dimisión de Platas y algunos de sus consejeros. A Estepa le habían hablado de Ollero y el relevo ya estaba previsto. No dudó y acertó. El nuevo presidente tardó horas en destituir a Velázquez, colocó a Juan Merino al frente del primer equipo y, pese a que éste ganó cuatro partidos consecutivos, lo devolvió al filial para restituir al entrenador que mejor se había manejado en este equipo, Pepe Mel.

Si valiente fue su acceso al sillón de mando, más osada fue esta apuesta, por cuanto suponía una de las pocas derrotas del entorno que hace y deshace a su antojo en el club -ya sea desde dentro o en el lobby de pasillo y hall tan al uso- y al que hoy, por ejemplo, son muy permeables los dos vicepresidentes y hombres fuertes del consejo junto con él, José Miguel López Catalán y Ángel Haro.

Pero a Ollero no le hacen falta acciones. Le sobra con su carisma y su determinación. Por eso tiene el respeto del beticismo, aunque existan opiniones no compartidas. Y vaya una como excepción a esa indiscutible valentía: ¿Por qué le atiza tanto a Castaño cuando éste no ha convocado ninguna Junta ni tiene potestad para ello y sí Farusa, que es la que incluyó el cese de consejeros en la Junta del 17-D con su 19,96%? Buscar la paz con Manuel Ruiz de Lopera es legítimo, pero al César lo que es del César.